La Hermandad del Nazareno: Hospitalaria por Vocación.

Con este título, hermanos del Nazareno, quisiera recoger lo que yo entiendo que ha sido, es y será una de las características más fundamentales de esta corporación nazarena. Lo digo desde su historia y desde la propia experiencia, con un fraterno deseo de animar a seguir avanzando en esta dirección.

Cuando se trata de comprender una cosa se hace absolutamente necesario ir a su génesis, es decir, a sus comienzos. Allí encontramos su razón de ser y el objetivo hacia el que se encamina. Así pues, tenemos que concluir que nuestra Cofradía es por esencia “hospitalaria”, en el sentido más genuino de la palabra. Si nos vamos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española nos encontramos entre sus dos primeras definiciones lo siguiente: “1. adj. Que socorre y alberga a los extranjeros y necesitados; 2. adj. Que acoge con agrado o agasaja a quienes recibe en su casa.”

Esto es lo que desde siempre se ha difundido desde esa bendita casa en la que vive el Nazareno: el socorro, la acogida y el agrado. Tres rasgos que resumen esa hospitalidad franciscana que el Bto. Padre Cristóbal encarnará y propondrá como estilo de vida a todos los que quieran caminar tras las huellas del Nazareno.

Consiliario y cofrade ejemplar, Cristóbal de Santa Catalina es, ante todo, un hermano de Jesús que quiere vivir este espíritu hospitalario, convirtiéndose en un hombre que acoge a todos los que encuentra en el viaje de su vida con el deseo de que todos se encuentren en Jesús Nazareno.

El Papa Francisco ha definido a la Iglesia como “hospital de campaña”, que tiene como misión primera socorrer y cuidar aquí y ahora las verdaderas heridas del ser humano, las enfermedades del alma que sólo pueden sanar con grandes dosis de misericordia.

En el contexto actual en el que se desarrolla el devenir del mundo cofrade, nuestras hermandades tienen la preciosa tarea de ser esos lugares privilegiados desde los que
se difunda esa “medicina” que hoy tanto se necesita dentro y fuera de la propia Iglesia.
Las cofradías han de ser, más que nunca, “puntos de encuentro” con Dios y con los demás, nuestros hermanos. Hogares de puertas abiertas a todos aquellos que hasta ellas llegan, independientemente del motivo que hasta ellas las conduce.

Familias, en definitiva, donde a todos se valoran no por lo que tienen sino por lo que son. Así serán, de forma más o menos consciente, escuelas de vida cristiana en las que se enseña la práctica del amor fraterno y los valores que se recogen en la Buena Noticia de Jesucristo, la única respuesta satisfactoria a los interrogantes más profundos del corazón humano.

Mis queridos amigos, sed lo que sois ¡Qué regalo y qué responsabilidad ser cofrade hoy! Sois por vocación esa parte de la Iglesia que tiene que salir por las calles de nuestra sociedad para aliviar los sufrimientos de aquellos con quienes compartimos el camino, llevando en el corazón, las palabras y los gestos al Dios que se entrega a través vuestra a todos los que encuentra a su paso.

Hermanos del Nazareno, gracias por ser lo que sois y ánimo en vuestra hermosa tarea. Contad conmigo y con mi oración.

Artículo escrito por el Rvdo. P. D. Juan José Romero Coleto para el Boletín de Cuaresma de 2017

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