Papeleta de Sitio Simbólica 2021

Este año con motivo de la pandemia a causa del Covid-19 que ha ocasionado la suspensión de las salidas procesionales, y que ha supuesto una gran merma de ingresos, la Junta de Gobierno de la Cofradía ha decidido la emisión de una Papeleta de Sitio Simbólica para que todos los hermanos que lo deseen, puedan colaborar económicamente al mantenimiento de la Cofradía.

Se ha establecido que la Papeleta tendrá un valor mínimo de 10€ y carácter voluntario para todos los hermanos y devotos que deseen colaborar.

La Papeleta de Sitio Simbólica se podrá obtener:

Realizando un BIZUM al número 00593

Mediante Transferencia Bancaria

Titular: COFRADÍA DEL NAZARENO

CAJASUR ES59 0237 0210 3091 5547 5308

Indicando en el concepto PAPELETA + Nombre y Apellidos.

Tanto por Bizum como por Transferencia Bancaria se podrá obtener la Papeleta de Sitio Simbólica en formato PDF o si lo prefiere recoger durante los días de Reparto.

Reparto de Papeletas y Abono de Cuotas de Hermano

Horario de Secretaría y Tesorería:

  • Viernes 12 de marzo en horario de 17:30 h a 20:00 h
  • Sábado 13 de marzo en horario de 10:30 h a 13:30 h
  • Viernes 19 de marzo en horario de 18:00 h a 20:30 h
  • Sábado 20 de marzo en horario de 10:30 h a 13:30 h

1° Día de Quinario a Jesús Nazareno

Jesús Nazareno, Padre Nuestro:

Tú quieres que todos los que te adoramos nos salvemos por medio de la fe en Tí.
Te pedimos que los hermanos de nuestra Cofradía no se dejen llevar del egoísmo espiritual y personal que está sociedad invita a vivir, sino que su fe signifique tanto para ellos que quieran compartirla espontáneamente con otros para que Tú seas conocido, amado y seguido en todo el mundo, ya que eres el Señor de todos
ahora y por los siglos de los siglos.

El primer día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos:

Familia Ruiz Hidalgo

Familia Ruiz García

Familia Salas Muriel

Familia Santiago Moreno

Familia Santos Dueñas

Familia Sanz Cano

Familia Tavera Rodriguez

Familia Tirado Pérez

Familia Valeriano Sanchez

Familia Valverde Serrano

Familia Velasco Valdivia

Solemne Quinario a Jesús Nazareno

Mañana lunes día 8 de marzo en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno dará comienzo el Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Durante los próximos cinco días celebraremos, como preceptuan nuestros Estatutos Cofrades, los cultos a nuestro Sagrado Titular que nos preparan para la celebración del día grande de nuestra Cofradía, la Fiesta de Regla.

En este año que se cumplen 50 años de la Reorganización de la Cofradía, hemos querido contar con la presencia y predicación de cinco sacerdotes que están muy ligados a nuestra Cofradía.

El lunes día 8 presidirá la Santa Misa del primer día el Rvdo. P. D. Pablo Calvo del Pozo, Párroco de San Andrés y antiguo Consiliario de la Cofradía.

El martes día 9 presidirá la Santa Misa del segundo día el Rvdo. P. D. José Luis Moreno Modelo, Párroco in solidum de Ntra. Sra. Del Castillo de Fuente Ovejuna y hermano de la Cofradía.

El miércoles día 10 presidirá la Santa Misa del tercer día el Rvdo. P. D. Juan José Romero Coleto, Párroco de Ntra. Sra. De Belén y hermano de la Cofradía.

El jueves día 11 presidirá la Santa Misa del cuarto día el Muy Iltre. Sr. D. Agustín Paulo Moreno Bravo, Canónigo de la S.I.C. y Párroco de Santa María Madre de la Iglesia, que nos ha acompañado y dirigido el rezo en todos los Vía Crucis presididos por Nuestro Padre Jesús Nazareno el Viernes de Dolores.

El viernes día 12 presidirá la Santa Misa del quinto día el Rvdo. P. D. Rafael Sánchez Cazorla SDB, coordinador de Pastoral del colegio Salesiano San Ignacio de Cádiz y hermano de la Cofradía.

El rezo del ejercicio del Quinario tendrá lugar todos los días a las 20:20 h, dando comienzo la Eucaristía a las 20:30 h., y serán retransmitidos en directo por el canal de Youtube de la Cofradía.

Como en todos los actos que hemos celebrado a lo largo de las últimas fechas se velará por el extricto cumplimiento de las medidas Sanitarias de control de aforo, distanciamiento social e higiene, siendo obligatorio el uso de mascarilla, toma de temperatura e higiene de manos para todos los asistentes.

Diariamente se publicarán las intenciones de las familias y hermanos de la Cofradía por las que se aplica la Santa Misa.

Evangelio 3° Domingo de Cuaresma

Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-25):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor

EL CULTO NUEVO QUE PREFIERE JESÚS

La escena de hoy resulta incómoda para aquellos que tienen una idea de Jesús dulzona, blandita y siempre sonriente y condescendiente. Pero también para otros muchos que no saben explicar que Jesús haga un látigo y actúe con esa violencia. Pero hay que decir que Jesús se enfada unas veces en los evangelios; en este caso de modo muy llamativo, volcando mesas, rompiendo jaulas, desparramando monedas por el suelo…

A primera vista esta reacción sería contra esa especie de mercado a la entrada del Sagrado Templo de Jerusalem, similar al que encontramos a las puertas de muchos santuarios, catedrales o lugares de peregrinación. Si esto fuera así, resultaría que Jesús la emprende con gente sencilla y más bien pobre, que se ganaba la vida de ese modo, sin tener la más mínima conciencia de que aquello pudiera estar mal. No hay nada similar en el resto de los evangelios. Y por otra parte quienes se sienten molestos y reaccionan contra aquel revuelo no son los vendedores… sino las autoridades religiosas, que deciden darle muerte por eso. Esto quiere decir que la cosa tiene mucho más calado, y que hay que tener en cuenta la historia de Israel y el significado de su Templo (construido y reconstruido con tantos esfuerzos), así como el mensaje de varios profetas anteriores a Jesús referidos al culto y al Templo para poder entenderlo.

La decisión de construir aquel edificio Templo se debió al rey David, que, con su mejor buena voluntad, quiso seguir el ejemplo de los pueblos y religiones de alrededor. El Templo reflejaba el poderío y la riqueza de una nación y de sus reyes. En la práctica, su construcción suponía un plus de impuestos y de trabajadores dedicados a ello. Así que la decisión de David no recibió la aprobación de Dios por medio de sus profetas. Ocurre tantas veces: el hombre hace cosas «por» Dios, y «para» dar gloria a Dios, pero sin contar con Dios. Y también eso de «hacer lo que hace todo el mundo» (los otros pueblos, los demás), como si fuera un criterio suficiente y aceptable.

Hasta que comenzó su construcción, y mientras Israel peregrinaba hacia la Tierra Prometida, Israel llevaba con su campamento una «tienda de campaña» llamada «Tienda del Encuentro» que simbolizaba la casa/presencia de Dios en medio de ellos. Dios, con aquella Tienda, experimentaba el calor, las tormentas, el viento, los ataques de enemigos… A la Tienda se acercaba Moisés para orar y buscar continuamente la voluntad de Dios. La Tienda del Encuentro expresaba que Dios estaba con ellos en medio de su vida cotidiana, en sus luchas, necesidades, fiestas y decisiones. Y todos tenían libre acceso a aquel lugar. Era, pues, un DIOS EN MEDIO DE LA VIDA. No había riquezas, ni adornos, ni condiciones especiales (la pureza) para estar en la presencia de Dios. Sí que estaban los levitas que se encargaban de ordenar y organizar las celebraciones comunitarias.

Una vez construido, poco a poco el Templo se fue convirtiendo en un lugar lleno de riquezas, con su Banco incluido, y centro de la actividad económica del Pueblo. Fue surgiendo también un grupo dirigente de sacerdotes, como intermediarios absolutos de cualquier oración, ofrenda, ceremonia que se quisiera dirigir a Dios. Y así, según la aportación económica de cada uno, tenían lugar ceremonias más o menos lujosas, y derechos a la protección y bendiciones de Dios, etc. Los pobres, por su parte, empezaron a ser arrinconados y a quedarse bastante al margen (fuera) de ese Dios del Templo. Para«acceder» a Dios era necesario haber estudiado y aprendido bien sus mandamientos (el Decálogo que hemos escuchado en la 1º lectura), junto con otros muchos preceptos y prohibiciones complementarias que se fueron añadiendo con el paso del tiempo (¡¡¡613!!!). Ciertas personas y grupos quedaban excluidos de la relación con Dios: los que no aprendían tantas leyes y prohibiciones, los pecadores que no las cumplían, los enfermos y los pobres (eran considerados maldiciones de Dios), las mujeres, que pintaban menos que los varones…

Quizá lo más serio fue que para encontrarse con Dios había que acudir a su «casa»… y Dios se alejaba de la vida cotidiana. Había «días» religiosos, un lugar «religioso», «personas religiosas», «objetos religiosos»… Y sobre todo se separaba en la práctica algo que había quedado unido en la Alianza y en el Decálogo: que la relación con Dios (los tres primeros mandamientos) era inseparable de la justicia y de las relaciones con los otros hombres (resto de mandamientos). Las autoridades religiosas fueron regulando cómo hacer una ofrenda, una limosna, cuál y en qué cantidad, los rezos oficiales, cómo estar «purificados» etc., con toda una serie de «rituales establecidos»… Y Dios pareció convertirse en una especie de «dispensario de favores». Se «ganaba» el perdón, o el favor o las bendiciones de Dios… ofreciéndole lo que fuera necesario: dinero, rezos, ofrendas, peregrinando, haciendo ayunos y sacrificios… Un «mercado», vamos.

Así que es comprensible que Jesús se sintiera profundamente enfadado. Aquello era una auténtica manipulación de Dios y de su voluntad. Su gesto profético cuestiona, rechaza, anula… todo lo que se había construido en torno al culto: el modo de entender la religión, la casta sacerdotal, la relación con Dios, la idea de Dios, el propio Templo… En definitiva: ¡Todo! Su «gesto» no iba tanto contra los vendedores y cambistas, sino contra lo que ellos significaban (consentido por las autoridades, que recibían su parte de ese comercio). Lo que debiera ser «casa de Dios», lugar de acogida y encuentro de los hermanos y transformación de la vida, se ha convertido en un mercado, una cueva de ladrones.

La propuesta de Jesús, parte de un «Dios de la vida», un Dios en medio de la vida (Dios con nosotros), un Dios que quiere otra vida para todos, especialmente para los que están peor. Y quiere un culto «en espíritu y verdad», como le dijo a la samaritana. Es decir:

Jesús quiere que convirtamos en sagrados todos los momentos de la vida, como hizo él (lo cual no quita que tengamos días especiales de fiesta). Porque si no me encuentro con Dios en mi vida ordinaria, en las cosas que me ocupan y preocupan, y en el modo de hacerlas… tampoco me encontraré realmente con él en este templo ni en ningún otro. Esto apunta un estilo de oración bien determinado, en el que ahora no entramos.

Jesús quiere que culto y estilo de vida vayan de la mano. Que lo que vivo (lo que hago, y lo que me pasa) me lleve al culto/oración, y al revés.

Para Jesús «el hombre» es el verdadero templo de Dios. La casa de Dios está en los hombres. Cada uno de nosotros está habitado: en el interior (allí donde se toman las decisiones importantes, donde están escritos nuestros valores, donde habla nuestra conciencia), es EL LUGAR DE ENCONTRAR A DIOS. O sea: que no es un sitio donde hay que «ir», sino un espacio donde hay que recogerse.

Que la mejor y más necesaria ofrenda que podemos presentar al Padre es nuestra «entrega por vosotros». Así nos lo recuerda Jesús en cada Eucaristía, es lo que hacemos «en memoria suya». El encuentro con Dios, por tanto, pasa por el entrega/cuidado de los hermanos y la comunión con ellos.

Elimina, suprime, borra todas las barreras y diferencias para acercarse a Dios. No hay unas personas más sagradas que otras, ni «personas excluidas», ni más condiciones para encontrarnos con él… que nuestra pobreza, nuestra humildad y nuestro deseo de hacer en todo su voluntad.

A Dios no se le manipula, ni se le compra, ni se le sacan favores con ofrendas, sacrificios, rituales, rezos… Dios es Dios, y Dios no se vende tan barato, ni el Amor tiene condiciones: «te doy… y tú a cambio»… Realmente yo no tengo nada que ofrecer a Dios, porque todo me lo ha dado él, es suyo. Aunque sí puedo expresarle mi cariño y mi confianza poniendo a su disposición algunas (o muchas) de las cosas que de él he recibido. A su disposición o a la de los hermanos.

Nos quedamos, pues, con la invitación a revisar nuestra espiritualidad, nuestro modo de relacionarnos con Dios, según todos estos criterios de Jesús.

Exaltación a Jesús Nazareno, Padre y Señor de Nuestros Mayores

Aún con los ojos rojos de la emoción por las sentidas palabras que Rafael Fernández pronunciara en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno el pasado día 28 de febrero, con motivo de la Exaltación y presentación del Cartel de Cuaresma de la Cofradía, queremos compartir con todos vosotros el texto integro de su brillante intervención

Así es. Lo más bonito de Córdoba, gritaban los reyes de esta Casa, a Jesús Nazareno, el día que se celebraba en Córdoba, la beatificación del creador de esta misión hospitalaria: El Padre Cristóbal. Y he querido comenzar esta exaltación a ti, Padre Jesús, con un sonido del archivo de Paso a Paso, con la voz de tu querida y entrañable familia. Porque exaltarte a ti, Jesús Nazareno, es exaltar también a los que viven y han vivido durante generaciones, en esta, tú Casa-Hospital. Exaltar, por todo el respeto que merecen, a nuestros queridos y benditos mayores. Es de justicia que yo intente recoger hoy, en unas cuantas líneas, todos esos besos y abrazos que una inesperada y cruel pandemia, les ha robado para siempre, a los que han demostrado ser auténticos héroes del silencio.

Quiero alabar hoy, a los que se han arrugado un poquito más, por el miedo a lo incierto. Vitorear con fuerza, a los que han luchado como verdaderos gladiadores, contra un enemigo invisible, que los iba arrinconando poco a poco, entre las cuatro paredes de su dormitorio. Estamos todos obligados hoy, hermanos del Nazareno, a exaltar a los que han soñado noche y día, con ese achuchón inocente de un nieto, mientras gran parte de nosotros, ajenos a este drama, solo hemos pensado en lo incómodo que resulta, el simple roce de una mascarilla.

Toca si o si, honrar a quienes han convertido su cuarto en capilla, y que buscando consuelo, han acariciado una a una, las cuentas de su viejo rosario. Entre rezo y rezo… anhelando su regalo más preciado… la tierna y dulce caricia de un ser querido. Debemos todos alzar la voz hoy, en defensa de los que han sido víctimas, de la manifiesta incompetencia de nuestros gobernantes. Y nos toca aplaudir, con toda la fuerza que nos dé nuestro corazón, a los que lo han dado todo por ellos, cuando nosotros no podíamos, ni siquiera, acariciarles su mano fría y temblorosa.

Debemos ponernos de pie, ante aquellos que han convertido su traje de protección Epi, en un verdadero hábito hospitalario. Les damos las gracias hoy, a las que han sido mujeres Verónica, enjugándoles a ellos el sudor frío, provocado por una fiebre amenazadora. Ellas, Jesús Nazareno, son las que han curado, durante todos estos meses, esa corona punzante que ha hecho sangrar de nuevo tus heridas, con un dolor para ti, mayor sí cabe.

Debemos todos exaltar hoy a nuestros mayores, porque siguen dispuestos a sonreír, a pesar de que sus dolores se empeñen en lo contrario. Debemos piropear hoy, a los que hasta para caerse tienen arte. A los que saben llevar las arrugas con una dignidad envidiable. A los que tienen ya la voz ronca, de haberle dicho a su hijo, una y otra vez, cuanto lo quieren. Exaltemos a los que gruñen, porque tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Y también hoy debemos denunciar que hay abuelos víctimas, de otro virus mucho más mortal que el coronarivus… el del olvido incomprensible de una hija o la indiferencia de un hermano. Ese virus, mata muy lentamente y por desgracia, no existe vacuna que lo remedie.

A todos nuestros mayores, con tu permiso Padre Jesús Nazareno, he querido dedicarle mi primer sentimiento un día como hoy y mostrarles ante ti, mi respeto y admiración. A todos los que han sufrido en esta casa, su particular Camino del Calvario, al otro lado de este bendito muro. A los que han sido también flagelados por un maldito virus, que los ha golpeado sin piedad. Pero… tú siempre has estado muy cerca de ellos. Has sido ese confesor, que se ha sentado al borde de sus camas enfermas y ha sabido calmar su inquietud en una noche oscura, cuando buscaban refugio entre sus sábanas. Has sido su psicólogo, dándole a cada uno la terapia precisa, como remedio a un alma perturbada. Y has sido ese médico de familia, que cada noche les ha recetado esa pastilla, con la que han podido mantener sano su espíritu. Porque, hermanos, y eso lo sabéis vosotros mejor yo, Jesús Nazareno… cura. Ya lo creo que cura. Mientras curabas a nuestros abuelos, tus dedos ensangrentados, iban secando las lágrimas que escapaban de sus ojos asustados. Y has sido tú, el que ha velado las veinticuatro horas del día, para que ese bicho traicionero, no los dejara sin aire. Tú has sido para ellos, Jesús Nazareno, sin duda, su auténtico oxígeno… aunque por desgracia, algunos dejaran de respirar…

Todos hicieron en esta casa hospitalaria, que nuestra querida Lola, fuese muy, muy feliz. Y así sigue. Porque ella en su último sueño, se quedó sin respiración cuando le anunciaba el mismísimo Padre Cristóbal, que sería ella la encargada de regar para siempre, uno a uno, los girasoles que tiene nuestro querido Beato de Mérida, en su jardín del paraíso. Por eso estamos convencidos, hermanos del Nazareno, que ella… sigue siendo feliz.

Sirva la voz de nuestra querida Lola, como recuerdo a esos ángeles arrugados, que desde alguna cama de esta casa, volvieron a convertirse en niños, para jugar eternamente contigo… ya Resucitado. A ellos siempre los recordaremos. Y un Jueves Santo no muy lejano, los volveremos a ver, como angelitos de marfil, queriéndonos saludar desde el frontal de tu palio… Nazarena. Fíjaos en sus caritas. Son ellos. Angelitos, ya sin arrugas. A ellos, mientras alguien les recuerde… siempre permanecerán vivos.  

Hermano Mayor y Junta de Gobierno de esta querida Hermandad de Jesús Nazareno. Hermana Mari Carmen, como responsable de la Comunidad de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno en la Casa Madre, hermanos y hermanas de esta cofradía hospitalaria… cofrades, amigos…

Quiero agradecer a esta Junta de Gobierno Nazarena, el haberme invitado a presentar un precioso cartel que aún está por descubrir de un auténtico servidor del Nazareno como Manuel Velasco y poder exaltarte a ti, Padre Jesús, en un momento como este, tan especial como dramático. Muchas veces en la vida, ocurren cosas a las que no le encontramos explicación y que llegan como un regalo inesperado. Y este es uno de ellos. Cuando recibí la llamada de José Antonio y mi cerebro ni siquiera se había puesto a pensar que si sí o que si no, ya me había comprometido. Era evidente, que mi corazón se había anticipado a la respuesta. Porque sentimentalmente me siento muy unido a ti, Jesús Nazareno y a ti no puedo decirte que no. Porque sé que tú, a través del personal hospitalario de esta bendita casa, te has preocupado de cuidar a mi madre, cuando yo no podía hacerlo. Porque un uno de noviembre, cuando la ingresaron por Covid, yo sé que tú estabas allí, cerca de ella, siendo el aguaor que hidrató su garganta reseca. Cuando sus pulmones flaquearon, yo sé que tú le diste aliento. La cogiste de la mano. Que fuiste su mejor auxiliar. Incluso el médico que me llamaba cada día, dándome el informe de su estado, sé que hablaba en tu nombre. Lo sé. Y sé también que una de esas espinas de tu corona de dolores por nuestros mayores, una es por ella. También lo sé. Ese dolor que a ella estuvo a punto de vencerla, tú decidiste hacerlo tuyo. Otro más. Tú has hecho posible, con tu inmensa bondad, que hoy pueda seguir diciéndole a mi madre… cuánto la quiero.

Por todo ello, Jesús Nazareno, hoy tenía que estar aquí, dándote las gracias. Te estaré eternamente agradecido.  

Y tenía que estar aquí hoy presentando un cartel, que refleja perfectamente el sufrimiento vivido en esta casa de Jesús, durante los meses que ha durado esta pesadilla. Un cartel, en el que ha conseguido representar Manuel, el silencio de una petición de auxilio o la intimidad de una plegaria, a los pies hospitalarios de Jesús Nazareno. Es otro cartel que va a ser expuesto, en esa sala de exposiciones permanente, en que se han convertido los pasillos de este Hogar Nazareno. Pasillos que son también una Carrera Oficial, en la que la madera de sus bancos, son el mejor palco y gratis, desde donde poder contemplar los momentos de gloria que reflejan, cada uno de esos carteles colgados de sus paredes, rememorando esos benditos Jueves de Sol. Ellos andurrean por esos pasillos como si estuvieran callejeando en Semana Santa. Ver a nuestro querido Antonio Gracia, paseando por esta, su segunda casa con su andador, es recordar ese paso racheao con el que un costalero de faja hospitalaria, carga con la cruz del Nazareno. Y cuando hemos visto a un residente como Manuel, paseando por el salón de esta Casa, trajeado y muy derecho con su bastón, era imaginar a un fiscal de paso elegante escoltándote a ti, Nazarena. Y es que vivir en esta casa, hermanos del Nazareno, es como vivir siempre en Jueves Santo. Los abuelos van de un lado a otro, como si fueran por la estrecha Judería. Ellos se sientan a charlar en uno de sus bancos, como hacen los cofrades en las sillas de la Carrera oficial. Los abuelos critican… como hacemos los cofrades en Semana Santa. Y rezan. Rezar… rezan bastante más que nosotros. Y ríen… y se emocionan e incluso lloran… Lo que les decía. Vivir en esta Casa de Jesús, es vivir la Semana Santa en estado puro.

Ellos, nuestros benditos mayores, son realmente afortunados de tenerte a ti como guardián. Eres para ellos, Caballero, de cada uno de sus silencios. Contigo, todo es más fácil. Ellos tienen a Dios en su Casa. Cuando vienen a visitarte a esta capilla… tu habitación, salen siempre contagiados de tu amor. Salen vacunados contra el desánimo. Cuando te rezan charlando, desde la dureza de estos bancos y ven tu rostro inflamado, entran en pánico pensando, que pudieras haberte contagiado tú también. Te ven ahí, encorvado, con los pies tan juntos, con una pesada cruz sobre tu hombro maltrecho, que temen que acabes dando con tus huesos en el suelo. Pero ellos saben que el no caerte es un milagro. Y lo saben, porque en Mérida nació ese primer costalero, que decidió llevar para siempre sobre una cerviz hospitalaria, la cruz de Jesús Nazareno. Él, nació dispuesto a soportar la cruz de los más pobres. Y esa es tu fortaleza, Señor. El amor hospitalario que te ofrece a diario, otro Padre de nombre Cristóbal. Fortaleza que a través de los siglos, han mantenido a esta Congregación en pie, con tu providencia y con su fe. Dos Padres, Jesús y Cristóbal, hacen más liviana la pesada carga que supone para cada uno de nuestros abuelos ya cansados, caer enfermo. Porque el sufrimiento de cada uno de ellos, lo haces tuyo, Señor. Y a ti sus dolores no te pesan. Portas a diario la cruz de sus achaques y tu preciosa cruz, es para ellos ese espejo, donde ven reflejados cada día sus dudas y sus miedos. Salen nuestros abuelos, de este, tú dormitorio sagrado, con esa felicidad única que da el estar enamorado de Jesús. Salen ellos, con sus bastones, andadores o sillas de ruedas, anestesiados en sus dolores, incluso hasta con la piel más tersa y suave. Y es que contemplarte a ti, Jesús Nazareno… rejuvenece.

 Vuelven a pasear por el laberinto de pasillos de esta casa, con ganas… hasta de cantar como hace Maruja a la entrada del comedor o deseosos de que la abracen como a una niña, como hace Merceditas. Y todo eso ocurre, hermanos, simplemente traspasando esa pequeña puertecita Nazarena.

Y hablando de puertas… ahora quiero fijar mi atención en ese portón. Y al mirarlo, no puedo evitar acordarme de una voz…

Es una voz para el recuerdo de esta cofradía del Nazareno: la de Andrés Valverde. El, con el pico y la pala de su empeño y constancia, consiguió abrir esa puerta y otras muchas más. Su tenacidad con innumerables visitas, llegó incluso a aburrir al Ayuntamiento, que no tuvo más remedio que dar el permiso para colocar al Padre Cristóbal, donde tenía que estar. En un monumento presidiendo su plaza. Trabajó sin descanso, hasta ver a sus Titulares sobre costal de hermanos hospitalarios. Ha sido Andrés, ese capataz que ha guiado a esta cofradía, durante gran parte de su historia reciente. Se nos fue una persona muy querida para esta Casa Hospitalaria. Se fue “el niño” para madre Teresa. El de las charlas interminables como madre Asunción. En definitiva, se marchó un enamorado ejemplar del Nazareno, que el destino quiso que acabase sus días en esta, su casa. A buen seguro, el bueno de Andrés, estará hoy tallando o restaurando en ese taller que le haya instalado Dios, en la calle que lleva el nombre de Jesús Nazareno, allá arriba. En la Gloria.  

Y hablando de Gloria, esa que disfrutáis los hermanos del Nazareno al abrirse esa puerta a las primeras horas del primer día del triduo sacro, esa Gloria, hermanos, este año… tampoco va a poder ser. Haréis penitencia en el templo. En vuestro riguroso silencio, no sonará esa música sublime que interpreta la palma de una mano del Diputado Mayor, golpeando tres veces esa bendita puerta. Su apertura permitiría de nuevo al sol, entrar un año más, en esta su Capilla. Tampoco volverá a arder la cera amarillo tiniebla, de cada uno de sus nazarenos de negro hospitalario, porque no habrá celador que pueda con su pabilo encenderla. Ni estará Juanito, el Cerrillo chico, con su canastilla o naveta, cual angelote de Jesús Nazareno, para darle al incienso la oportunidad de volver a ratificar, un año más, su amor eterno por el carbón. Solo habrá, como la Semana Santa pasada, recuerdos de crespones negros colgados de demasiados balcones, ondeando al viento en San Agustín o San Andrés. Volverá este año el silencio a cantar esa saeta, que sonará como un auténtico quejío en vuestro corazón Nazareno. Será este año de nuevo, para todos, la penitencia más dura. La terrible penitencia de lo ausente. Penitencia que supera con creces, sin duda, la de ir descalzo por calles mal asfaltadas o arrastrar el peso de unas cadenas. En el corazón de cada hermano del Nazareno, habrá de nuevo un vacío… como ese vacío que deja Jesús Nazareno cada Jueves Santo, en un Sagrario muerto… abierto de par en par.

Pero el virus, hermanos, nos podrá atemorizar, quitarnos la libertad, incluso matarnos, pero jamás podrá robarnos la ilusión de poder soñar. Eso nunca…

Soñemos con volver a vivir un Jueves Santo de manga corta y gafas de sol. De ver a niños felices, mostrando su sonrisa, libre de mascarilla, jugueteando con su querida amiga la bola de cera. De ver desfilar a pequeños acólitos del colegio Jesús Nazareno, bien repeinados, más limpios que un jaspe y con su sonrisa siempre puesta. Quiero ver a gente que anda con prisa, para poder cumplir con lo que marca su librito de itinerarios. Queremos volver a ver mochilas repletas de ilusión y bocadillos. De ver a costaleros que se besuquean y abrazan antes de colocarse bajo las trabajaderas de sus Titulares Nazarenos. De escuchar saetas con más voluntad que acierto. De que nos duelan los pies de tantos pisotones. De ver las calles repletas de cascaras de pipas, por mucho que nos moleste y nos duela. Queremos volver a sentir como caen pétalos sobre nuestras cabezas, al rebosar de tu palio, después de una levantá al tirón. Quiero volver a ver, aunque no llegue a entenderlo, a capillitas que se santiguan cuando pasa delante de ellos, una Agrupación Musical de campanillas. Quiero que mis oídos lleguen a irritarse de escuchar tantos vivas y piropos. De escuchar aplausos en levantás mediocres. Quiero volver a ver una bulla a la puerta de un templo como este, mandando a paseo la dichosa distancia social. Quiero volver a ver a nazarenos elegantes que salen de su casa, orgullosos de llevar de la mano, a su cofrade más pequeño. Sé qué queréis volver a ver al de la radio como microferario delante de vuestra Nazarena, escuchando como le cuenta a la audiencia… que un dolor, no se puede tallar más bello. Quiero que mi corazón vuelva a tocar en silencio la marcha real, cuando pueda volver a rezarle a Jesús Nazareno en su plaza. Quiero volver a ver como se asoman las gitanillas de los balcones, ofreciéndose voluntarias a exornar tu palio, Nazarena. Sé qué queréis que vuestras manos dejen de estar pegajosas por el gel y vuelvan a estar pringosas por una torrija empalagosa. Queremos que el incienso vuelva a purificarnos por dentro. Queremos, necesitamos volver a ser felices en una Semana Santa repleta de sol. Sé que tú quieres lo mismo. Y que tú. Que todos queremos lo mismo, pero… para eso toca esperar…

Pero mientras ese momento llega, hermanos del Nazareno, cierra los ojos y sueña…

Sueña con los que están en primera fila, en la puerta de esta Residencia el día más esperado. Sueña con calor, poniendo coloradas esas caritas ilusionadas de nuestros abuelos, cuando se sitúan en un palco de honor, para volver a encontrarse en plena calle, con su Jesús Nazareno. Porque… aunque tú vayas cargado con la cruz de los que ya no tienen memoria, ellos de ti nunca se olvidan. Y te seguirán hablando de tú, porque eres parte de su familia: “Yo quejándome de mi cintura y llevas tu corona de espinas…”-te dice una abuela desde su silla de ruedas. Caminas en nuestra imaginación sobre tu trono de rocalla y plata, con tus severos hachones temblando a cada levantá por el parkinson. Y cruje la madera de tu canasto a cada suave mecida, como si también tuviera artrosis. “Si me respondieran las piernas, no me soltaría de tu manigueta…” -dice un abuelo vestido con su traje de gala. “Padre mío, ayer me enfadé contigo, pero ya se me ha pasado…” –te dice una abuela, lanzando un puñados de besos al aire. A Jesús Nazareno se le ve algo torpe al andar, pero poco para ser un abuelo con 2000 años a cuestas. Tras El, en este hermoso sueño Nazareno, pasa un palio de negro respeto. El palio del respeto inmenso… por nuestros queridos y benditos mayores.

Un cortejo de nazarenos de luto riguroso, del que destaca un hábito morado recuerdo de tu pasado, sigue soñando hacia la Catedral. La Catedral… ese Gólgota, donde acaban en Córdoba todos los Vía Crucis penitenciales. Allí, cuando se abra la Puerta de las Palmas, en un calvario de piedra y mármol, acabará tu penitencia, Nazareno. Darás tus últimos pasos, entre hileras de columnas, que traen a tu memoria, una a una, el cruel y brutal azote. Entre párpados inflamados, a tus ojos aún le quedan fuerzas para atisbar de reojo a tu libertador: al Santísimo. Te quedan pocos pasos que dar sobre una alfombra de mármol. La Mezquita-Catedral permite a sus columnas que se hagan varales, para soportar el peso de una techumbre, que se transforma para ti en palio de respeto. Aparecen los arcos de herradura y medio punto que te escoltan, salpicados de rojo de la poca sangre que te va quedando. Plata bajo tus pies, y oro en el mihrab compitiendo con el brillo dorado de tu cruz. Verte en tu canasto en la Capilla de Villaviciosa, es como si la sillería de la Catedral te hubiera prestado su caoba para ser tu trono. La estación de penitencia de tu calvario va tocando a su fin. Los últimos metros de la Calle de tu Amargura…

 Se detienen tus cuatro zancos ante el Altísimo y le entregas a Dios tu cruz como si imaginásemos un ceremonial teatral origen de nuestra Semana Santa. Dios se hace orfebre, para que quede grabado para siempre en el Inri de tu cruz… Jesús Nazareno, Rey de sus Mayores.

La luz se vuelve cegadora. Tus cuatro hachones amarillo tiniebla encendidos, se transforman en cera blanca de cirios pascuales. Entraste en la Catedral como un hombre maltratado y humillado y sales hecho Dios mismo… Entraba Jesús Nazareno por el Arco de Bendiciones y sale al Patio de los Naranjos, Jesús… ya resucitado.

En este sueño, hermanos del Nazareno, es la hora de iniciar la vuelta a casa una vez cumplido el objetivo penitencial. En lo alto de la torre de la Catedral la luna se hace protagonista y, tú, Madre, con tu belleza intacta a pesar del inmenso dolor, vuelves a casa, con la cera de tu candelería, ya bastante vieja, cansada, gastada… Llegas aquí de nuevo, cargada con todas las  lágrimas de cada uno de tus mayores. Entras en esta Capilla en el ocaso del Jueves Santo, siendo la Reina del Dolor. La cera de tu Palio, va a seguir encendida toda la madrugada, porque cada uno de esos cirios encendidos, son los ruegos, peticiones e incluso temores de tus hijos más mayores. Cuando se depositan los cuatro zancos de tu palio, en esta pequeña Catedral hospitalaria, todo llega a su fin. A Jesús Nazareno, una vez cerrado ese portón, aún le queda tiempo para entrar en cada habitación de esta casa y dar un último beso de buenas noches. Porque hay alguien que te espera, charlando con sus retratos en blanco y negro de su mesilla de noche… Ella conversa con su familia enmarcada en vieja plata gastada. Y ella sigue anhelando un nuevo día con esa llamada de teléfono esperada o esa visita que nunca llega. Pero antes de que quede dormida en medio de su tertulia con sus queridos retratos, llegas tú, Padre… porque tú siempre llegas:

– Gracias, Señor por venir. Estaba impaciente. Ya puedo dormir tranquila. ¿Me dejas que te quite esa espina? -dice la abuela.

– Deja, deja. A mi esas espinas no me duelen. –dice el Señor.

– Que manos más frías tienes, Señor. Déjame que te las caliente…

– Duerme. Duerme y no olvides soñar con ser feliz.

Queda dormida la abuela, con una sonrisa de labios gastados. La misma sonrisa interior que duerme cada noche, en cada una de las camas de esta Casa de Jesús Nazareno. Cierto es, que en los comienzos de la rica historia de vuestra cofradía, por la devoción de la nobleza cordobesa, a ti Jesús Nazareno, te nombró la historia, Señor de los Señores y con justicia. No seré yo quien lo ponga en duda. Pero… no debe haber nada nada más Real, ni más Ilustre para esta cofradía del Nazareno que sus benditos mayores. Por eso hoy, en este antiguo hospital de San Bartolomé, cuando se cumplen 50 de la reorganización de esta cofradía, este humilde pregonero, ha querido exaltar un día como el de hoy, día de Andalucía, a Jesús Nazareno, como… Padre y Señor… de nuestros mayores.

Pregón pronunciado por Rafael Fernández Criado en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno el 28 de febrero de 2021.

Presentación del Cartel de Cuaresma

En la mañana de hoy ha tenido lugar la presentación del Cartel de Cuaresma de la Cofradía para este año.

Brillante y emotiva la exaltación realizada por Rafael Fernández, que en primera persona ha recordado multitud de momentos y experiencias vividas en la Casa de Jesús Nazareno.

Finalmente, junto al Hermano Mayor de la Cofradía, han descubierto el Cartel de Cuaresma de la Cofradía para este año 2021, y en el que Manuel Velasco, basándose en una imagen de Jesús Nazareno, ha reflejado magistralmente la figura del Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina, las Hermanas Hospitalarias y la Casa Madre.

Queremos desde estas líneas felicitar y agradecer a Rafael Fernández y a Manuel Velasco por el compromiso que han tenido con nuestra Cofradía y por ofrecernos un gran acto que será difícil de olvidar.

Evangelio 2° Domingo de Cuaresma

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,2-10):

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Palabra del Señor

EL DIOS QUE NOS FORTALECE Y PURIFICA

En este tiempo de Cuaresma recibimos una insistente llamada a «volver a Dios», a reencontrarnos vitalmente con él. Pero es esencial que nos preguntemos a «qué Dios» debemos volver, cuál es el rostro de ese Dios al que queremos mirar cara a cara y vivir para él. Las lecturas de este día son una gran ayuda para purificar ideas, vivencias, sentimientos que podrían no coincidir con el auténtico rostro de Dios manifestado en Cristo Jesús.

Cuando he tenido ocasión de leer y comentar la primera lectura con grupos de adultos y jóvenes, invitándoles a que expresaran libremente sus reacciones… se amontonaban las preguntas: Por ejemplo: ¿Dios pone a prueba? Resulta contradictorio que Dios «violente» a sus seguidores y se arriesgue a perderlos si tropiezan con sus «pruebas». Pero además: ¿No lo sabe todo Dios? ¿Para qué necesita hacer esas «comprobaciones»? Este Dios que pide el sacrificio de Isaac, ¿no parece un poco sádico, aunque al final interviniese para que Abraham no lo llevase a cabo? ¿Es aceptable un dios que pide semejantes cosas? Y con respecto a Abraham: ¿Se nos está proponiendo como modelo una «obediencia ciega»? No parece muy modélico que alguien pretenda poner en práctica semejante barbaridad. Y es cierto que «en el nombre de Dios» se han cometido y se cometen auténticas atrocidades, o exigencias absurdas… que ocurre cuando se conoce poco o mal el rostro de Dios (es el caso de Abraham, que apenas comenzaba a conocer a Dios) y cuando falta un «discernimiento» adecuado para valorar lo que creemos que nos pide.

Digamos por tanto algunas claves para situar el texto y aplicarlo a nuestra vida:

Lo primero es que la revelación de Dios en la Biblia es progresiva, a lo largo de muchos siglos. Su rostro se va clarificando y purificando con el paso del tiempo. No encontramos en la Biblia un «único» rostro de Dios, ni es posible hacerlos compatibles entre sí, porque no lo son. Y, como ha dicho repetidamente la Iglesia, no se puede interpretar un texto, prescindiendo del resto de la Biblia. Y particularmente los cristianos tenemos que contar con Jesús de Nazareth y su definitiva revelación del rostro de Dios (Evangelio de hoy).

En segundo lugar: ¿De dónde sacó Abraham esa petición de Dios? Porque es claro que Dios «no da voces», ni conversa como lo hacemos nosotros. El hombre aprende a escuchar su voz en el fondo del corazón, es una intuición profunda, una inquietud… que se mezcla a menudo con otras voces. El hombre de Dios tiene que aprender a discernir. Eran frecuentes en las religiones del entorno de Abraham los sacrificios humanos. Y Abraham «siente» que Dios le pide algo similar. No conocía suficientemente a Dios. Y aunque le cuesta, aunque no entiende, aunque se revuelve por dentro… decide hacer caso a aquella voz: es un hombre obediente, y se pondrá en camino con Isaac, pero… sin renunciar a seguir discerniendo. Dios mismo acudirá en su ayuda… para hacerle ver que él no es como los otros dioses que reclaman sacrificios humanos, y para agradecerle su capacidad de sacrificio y renuncia. Abraham, aunque fuera por error, ha mostrado que Dios está por encima de comprender, por encima de sus intereses, por encima de sus deseos de futuro, por encima de su idea de Dios. Y confía en la Promesa que Dios le había hecho. En esto sí que es «padre de los creyentes».

Y nos plantea un reto para nuestra Cuaresma: Isaac era un regalo de Dios, era como la recompensa recibida por haberle obedecido, dejando atrás su tierra y poniéndose en camino sin saber siquiera a dónde: «a la tierra que yo te mostraré». Era, por tanto, algo bueno, ese hijo era un don de Dios. Aprendemos, por tanto, que Dios nunca nos pedirá que renunciemos a lo bueno, a sus dones, y que siempre estará de parte de la vida, protegiéndola. Pero siempre queda el peligro, la tentación, de «adueñarnos», sentirnos propietarios de sus dones, hacer de ellos nuestra seguridad, hasta el punto de olvidar de quién nos vienen, a quién pertenecen realmente, y qué sentido o significado tienen. Nuestro punto de apoyo no deben ser nunca los bienes recibido de Dios… sino Dios mismo, y por tanto, tendremos que estar siempre dispuestos a renunciar incluso a lo que nos parece imprescindible, sin dudar de que «Dios proveerá», como le va explicando Abraham a su hijo por el camino hacia el monte Moriah. Es el Dios que provee y que bendice. Es el «Dios de los dones».

Por último hay que renunciar de una vez de hacer responsable a Dios de nuestras tentaciones, o de decir que «nos pone a prueba». Nos dice la Carta de Santiago: «¡Feliz el hombre que soporta la tentación! Superada la tentación, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman. Ninguno, cuando sea tentado, diga: ‘Es Dios quien me tienta’; porque Dios no es tentado por el mal ni tienta a nadie. Cada uno es tentado por el propio deseo que lo arrastra y seduce». (Santiago, 1,12-13)

Mirando ya hacia el Evangelio:

Jesús ve llegar momentos difíciles, se «huele» el fracaso y la muerte a la vuelta de la esquina. Más pronto que tarde, su vida se verá envuelta en la oscuridad y será tronchada. Y necesite encontrarse con el Padre, buscando un poco de luz y de fortaleza. La cercanía, la confianza y el encuentro con el Padre son indispensables para superar los momentos difíciles, para no venirse abajo, ante la soledad de tomar decisiones difíciles… y ante el desconcertante silencio de Dios. Nos advertirá más adelante: «Orad para no caer en tentación».

Por otro lado, los tres discípulos que le acompañan andan también «confundidos», como Abraham, sobre los caminos de Dios. No aceptan un Mesías fracasado, sufriente, entregado, sacrificado, sin poder ni gloria. Y Jesús tiene que ayudarles a discernir los caminos de Dios, su «voluntad». Esto vale mucho hoy para la Iglesia: la entrega silenciosa, el silencio, la humildad, el sacrificio, el huir de la gloria, prescindir de todo tipo de ostentaciones…

En la escena que contemplan aparecen tres «personajes». En primer lugar Elías, que representa a los profetas: Ellos hablaban en nombre de Dios -«oráculo del Señor»- anunciadores de la novedad de Dios, del futuro que Dios siempre abre para su pueblo, anunciadores del Mesías. Por su parte, Moisés fue el fundador del Pueblo, el redactor de la Ley, el guía hacia la Tierra Prometida, que mana leche y miel. Y en tercer lugar, el propio Dios, representado -como en el Éxodo- por la nube y una voz que pide: «escuchadle». Los tres rodean a Jesús… y «desaparecen», quedando Jesús como único protagonista. Es decir: Jesús es el Nuevo Moisés, fundador de un nuevo pueblo, de una nueva alianza, de una nueva ley, un nuevo guía hacia la plenitud. Jesús es el nuevo «profeta» que anuncia y abre el futuro de Dios, ya no harán falta más portavoces de Dios: Jesús es el único, es la Palabra de Dios. Por eso también «desaparece» Dios de la escena porque ahora será Jesús, el Hijo Amado, la nueva presencia de Dios entre los hombres (Hebreos, 1, 1-2)

Algunas conclusiones para nuestro camino cuaresmal:

Invitación urgente al encuentro calmado con Dios, para que él nos ayude a discernir sus caminos, purificar su rostro, y para ser fortalecidos ante la tentación y las pruebas que llegarán en algún momento. En esa oración no puede faltar la Palabra que es Jesús, escuchándole. Y dejándonos acompañar por él cuando toque «bajar del monte» a la dura realidad de la vida.

El dolor, el fracaso, la oscuridad, el sinsentido, el silencio de Dios… se abrirán a la luz de la Pascua, son camino para la gloria… si los vivimos confiando en Dios. No se esfumarán las dificultades que puedan presentarse, como no desapareció la Cruz del horizonte de Jesús, a pesar de ser su Hijo Amado. Pero la esperanza en el Dios de la vida y de la Luz… nos ayudarán a superarlas. Como hizo Jesús. Contemplarle, escucharle, seguirle… es el único camino para el triunfo.

El Cartel más Solidario

Mañana a las 13:00 h. en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno tendrá lugar la presentación del Cartel que ha elaborado para este año tan particular D. Manuel Velasco basado en un montaje fotográfico cargado de simbolismo con la imagen de Jesús Nazareno como protagonista.

Tras la exaltación de Cuaresma que realizará Rafael Fernández y que se podrá seguir en directo a través del Canal de Youtube de la Cofradía, se mostrará a todos los presentes el diseño de la obra, que se podrá adquirir a la finalización del acto a cambio de un donativo de 1€.

En esta ocasión, la Junta de Gobierno de la Cofradía ha decido que tenga un carácter benéfico, ya que todos los beneficios se destinarán a la bolsa de Caridad de la Cofradía. De esta forma se quiere continuar con la labor asistencial y de ayuda a los más necesitados en estos momentos tan complicados.

En breve se informará de los lugares donde se podrán obtener los mismos para colaborar con la Vocalía de Caridad de la Cofradía.

Recordamos a todas las personas que deseen acudir al acto, que el aforo estará limitado a las dimensiones de la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno y que se han de respetar todas las medidas de distanciamiento social e higiene impuestas por las Autoridades Sanitarias. Se recuerda la obligatoriedad del uso de la mascarilla y se tomará la temperatura a todas las personas que accedan al interior del templo.

Comienzo de una Nueva Andadura

No es fácil emprender  nuevos caminos. Pero la  Cuaresma es una convocatoria especial de Gracia, en la que el Señor nos brinda la oportunidad para emprender una vida nueva en todo lo que somos y hacemos, en nuestros proyectos y relaciones con Dios, con los demás y en nuestro posicionamiento ante las cosas y acontecimientos.

No es mi palabra, sino la del Nazareno que nos repite en su Evangelio: “Para una nueva andadura hay que nacer de nuevo”  y no podemos poner remiendos en tela vieja. Rejuvenecer en el espíritu y carisma de vuestra Cofradía, conlleva una verdadera conversión a Jesús Nazareno y su Evangelio, a su Santísima Madre María Nazarena que nos lleve a vivir como ellos a cada paso la Voluntad de Dios y las actitudes de sus bienaventuranzas. Asumir este camino con alegría nos conducirá con seguridad al monte de la felicidad en la realización plena de nuestra vocación humana, cristiana y cofrade.

Para recorrerlo nos ponemos en las mejores manos, las del Nazareno y su Santísima Madre, cargando cada uno con su propia cruz y ayudando a llevar la de los demás, como hizo vuestro fiel cofrade y Consiliario, refundador del Hospital de Jesús Nazareno y fundador de nuestra familia Hospitalaria de Jesús Nazareno, Beato P. Cristóbal de Santa Catalina.

En el monte del Calvario, donde entrega el Nazareno su vida como gesto definitivo de Amor obediente al Padre y de su amor a la humanidad donde entrega su vida para redimirla y donde también nos dio a María por Madre, puso el P. Cristóbal su mirada de fe y esperanza, como meta de Santidad, porque captó que solo allí, se da la plena liberación de la humanidad oprimida. Allí todos fuimos lavados, purificados y redimidos con la sangre del Nazareno derramada en la Cruz. Esa es la dinámica esencial de la Historia de salvación: Alcanzar por el misterio de la cruz, la gloria de la Resurrección. Ese es el principio y fin de la Buena Noticia del Evangelio que hemos de anunciar con la alegría de la FE y de la Esperanza en la Palabra del Nazareno que nos dice: “ El que de su vida por Amor a Mi y a sus prójimos necesitados, la encontrará glorificada” . Dar la vida unos por otros nos lleva a la Vida, en cambio los egoísmos y el desamor engendran muerte.

 Lo entendió muy bien El Bto. P. Cristóbal cuando olvidado de sí mismo, vino a Córdoba para ser el remedio de tanto pobre, convirtiéndose en alegría y Buena noticia para tanto hambriento, enfermo y marginado. Él nos enseñó con su ejemplo a ser libros vivos y abiertos del Evangelio. La Buena noticia del Nazareno antes de proclamarla con la boca o escribirla en bellos libros, hay que escribirla e imprimirla en el corazón, orarla en las entrañas, no tanto con la verborrea de rezos rutinarios normativos, cuanto con la sangre del corazón, con la vida hecha oración en la intimidad del ser, donde debe ser leída, oída, meditada, gustada, amada, acariciada y convertida en aliento vital del espíritu. Todo esto solo ocurre si nos abrimos a la dinámica del Espíritu Santo, a su gracia que obra en nosotros. Entonces podremos cantar: “El Espíritu de Dios está sobre mi y me ha enviado a anunciar la alegría a los más pobres…” La docilidad y fidelidad al Espíritu nos convertirán en Evangelios vivos, libros abiertos donde se pueda leer el mensaje del Evangelio, escrito en la carne del corazón, donde a cada paso se pueda borrar la vida equivocada anterior y escribir la nueva vida que nos pide el Nazareno, en virtud y coherencia. Con ese mensaje se abre la Cuaresma: ¡C O N V E R T I O S!

 Entonces seremos Comunidad y Cofradía mensajera de la Alegría del Evangelio, como hoy nos pide el Papa Francisco y como nuestro hermano Cofrade, consiliario y Fundador, Padre Cristóbal de Santa Catalina, nos dejó escrito con su propia vida sintetizada en su testamento. Hoy como ayer y siempre nos lo seguirá repitiendo desde su ser ya beatificado por la Iglesia:

“BUSCAD POR ENCIMA DE TODO LA GLORIA DE DIOS Y SU REINO, GUARDAD VUESTRA INSTITUCIÓN ( COMUNIDAD , COFRADÍA ) CUYA ESENCIA ES LA CARIDAD, CON GRAN HUMILDAD DE SI MISMOS, CON GRAN CARIDAD DE LOS POBRES, AMANDOSE UNIDOS EN EL SEÑOR”

Este es nuestro proyecto común, de carácter universal, válido para todo Cristiano, para todo tipo de Comunidad: familiar, eclesial, religiosa, cofrade, voluntariado…). Es el Evangelio concentrado. Los mandamientos de Dios resumidos, para que todos lo apliquemos a nuestro estado, trabajo o misión. Coincide con el mandamiento Nuevo del Nazareno: AMAOS, Y NO HAY MAYOR AMOR QUE EL QUE DA LA VIDA POR LOS QUE AMA”

 La trayectoria de la Historia de vuestra Cofradía gira en torno a este rescoldo de “Amor – Caridad”. Allá por el Siglo XIV los cofrades tejedores hicieron hermandad con el fin de encender el fuego de la caridad cristiana en su pequeña ermita de San Bartolomé, presidida por Jesús atado a la columna. Luego con ciertos arreglos de imagen se convertiría en el Jesús Nazareno actual. Bella imagen que nos habla del camino de “Amor crucificado” que llevamos dicho. En 1579 el gobierno de la Cofradía pasa a la aristocracia cordobesa, El Sr. Obispo Martín de Córdoba y Mendoza, aprueba las nuevas reglas e incorpora como título principal la advocación de Jesús Nazareno, que presidía su ermita, para que animase el espíritu de la misericordia en los cofrades. El Nazareno les recordaría que frente a la limpieza de sangre que exigían como requisito de pertenencia, cuidasen de exigirse a sí mismos, con mayor ardor, la limpieza de corazón que EL pide en su Evangelio. D. José Baldecañas y Herrera Hno. Mayor en 1626-1639 así lo debió entender cuando promocionó el refugio de pobres, y estableció cuadrillas de cofrades para recoger a los enfermos abandonados, ejercicio organizado para vivir la caridad con el prójimo necesitado que se comprometió a vivir la Cofradía en su primitivo origen.

 De 1664-1673 cayó en crisis la cofradía. Careció de Hno. Mayor por nueve años, había flaqueado la Caridad que antes les mantenía vivos. El hospitalillo estaba en paro. Pero la Providencia del Nazareno, vino a despertarla inspirando al eremita Padre Cristóbal, que dejara la vida del desierto y bajase a Córdoba para que le ayudara a llevar la cruz, cargando sobre sus hombros la misión de socorrer a los pobres de aquella época: Ancianas, mujeres tullidas, niñas abandonadas, y una larga lista de otros necesitados. El gobierno de la cofradía, le cedió generosamente el hospitalito para que comenzase en él, esta misión que el Nazareno le había dado, con la garantía de su promesa: “Mi Providencia y tu fe, tendrán esto en pie”.

 El candidato a Hno Mayor fue en 1673 Andrés Fdez. De Córdoba, Conde de Torres Cabrera, quien vió, que el Padre Cristóbal era el Hombre promovido por la Providencia que necesitaba la Cofradía, para reavivar el fuego de la Caridad, esencial en su Identidad, pues era: “ Humilde, sencillo, pobre, despojado de sí mismo, alegre, bondadoso, compasivo, misericordioso, discreto, de relaciones cordiales y pacífica, abierto, respetuoso; de una fe firme, de una esperanza recia y de una caridad fuera de lo común, capaz de realizar las mas sacrificadas obras por servir a Dios, a los pobres y a las necesidades espirituales de la Cofradía. Hombre penitente en continuo camino de conversión, cuya sabiduría interior y magisterio espiritual, sería capaz de animar y renovar la vida cristiana de los cofrades. Hombre de grandes valores Humanos, capacidad de organización y administrativa, ideal para gobernar el hospital; Actitud orante lleno de la experiencia de Dios que daría esplendor a los cultos cofrades, como Capellán y Consiliario de la Cofradía” Todo un regalo del Nazareno a su Cofradía.

 A la luz de su Magisterio y ejemplo de su Caridad ardiente, anduvimos 238 años juntos: Cofradía y Congregación Hospitalaria de Jesús Nazareno, hasta 1911 en que la Hermandad se extingue. Con ocasión del III Centenario del Nacimiento del Padre Cristóbal, renace de las cenizas por un tiempo fugaz de dos años: 1938-1939. Mas tarde en 1972 se reorganiza por segunda vez tras ser aprobados sus estatutos el 24 de Marzo 1972 con el título de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena, que cogió la antorcha abandonada, con el fin que marcan vuestras reglas, y que ahora os toca a vosotros conducirla por buen camino manteniendo la llama del espíritu y carisma encendida, Como queda dicho.

  • Reanimando y potenciando el Espíritu de caridad (que animó la vida de los hermanos anteriores) con la ancianidad desvalida acogida en la casa Hospital de Jesús Nazareno y su entorno.
  • Fomentando y difundiendo la devoción a los titulares Jesús Nazareno y María Nazarena, mediante la practica de las virtudes cristianas, y el seguimiento en espíritu y verdad de Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena, camino hacia la santidad que os marcó vuestro Cofrade y Consiliario Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina.
  • Tributarles con mucho amor el culto debido tanto en las funciones religiosas litúrgicas, como en los desfiles procesionales y demás obras realizadas en su Honor.

En 1990 celebramos el III Centenario de la muerte del Padre Cristóbal y fue notable vuestra participación. Lo mismo ocurrió en el año 2007; codo a codo trabajamos cofradía y Congregación Religiosa de Hermanas Hospitalarias en la apertura y clausura del proceso del milagro que posibilitó la Beatificación de Nuestro Padre Cristóbal, el día 7 de abril del 2013. Juntos la preparamos, la celebramos, la gozamos y dimos gracias por tanta gracia y maravilla. Ahora tras la beatificación, el Nuevo gobierno de la Cofradía, comienza su andadura y se le abre un nuevo horizonte, sobre la base de la humildad y el fuego de la Caridad y el reto es seguir activando con énfasis nueva, los valores humanos y espirituales heredados y continuar en fraternidad unidos en el Señor la gran tarea de esta Hermandad recogida en vuestras reglas. Y en honor de vuestro Cofrade y Consiliario, Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina, activar juntos el paso definitivo de su glorificación plena por la canonización en Roma. Esta Gracia será más segura, si nosotros avanzamos en santidad de vida viviendo el espíritu y carisma que él nos dejó, como familia de Jesús Nazareno que sigue las huellas y voluntad de, vuestros titulares JESUS NAZARENO Y SU SANTISIMA MADRE NAZARENA. Fuentes de amor, de servicio, de verdad y de luz en las que bebió, nuestro Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina.

Artículo realizado por la Hermana María del Carmen Fernández Villar para el Boletín de Cuaresma del año 2014.