Fiesta Fin de Curso del Colegio de Jesús Nazareno

Este año nuestra Cofradía volverá a colaborar en la Fiesta de Fin de Curso del Colegio Jesús Nazareno, como en años anteriores gestionando la barra.
Desde nuestra Cofradía queremos agradecer al Equipo Directivo y Educativo su confianza en nosotros.
La Fiesta será este viernes, 17 de Junio a partir de las 20:30 h. Desde aquí queremos invitar a todos los padres del Colegio y a todos los hermanos de la Cofradía a pasar un rato de Hermandad, y tomarse una cerveza fresquita degustando nuestros exquisitos bocadillos.
¡Os esperamos este viernes en el patio del Colegio Jesús Nazareno!

Evangelio de la Festividad de la Santísima Trinidad

Lectura del santo evangelio según San Juan (16, 12-15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.

Palabra del Señor

Hoy es el día de Dios. El día del «santo más grande del cielo»: la Santísima Trinidad. Decir «Padre eterno» desde esta orilla del tiempo, es no saber muy bien lo que decimos. Es como hablar del mar inmenso a un hombre de tierra dentro: habría que decirle que, quizás, el mar es algo así como una alberca grande que él se hizo para regar sus tierras pero más, mucho más.
¡Que lejos nos quedamos todavía! Dios es más, mucho más, infinitamente más. Habrá que seguirlo buscando, imaginando, soñando. Hasta el día en que, con unos brazos también nuevos, podamos abrazarlo. Mientras tanto su Espíritu nos irá revelando todo.
Es suficiente, Jesús. Por ahora, nos basta y nos sobra con lo que asoma de Dios para irnos valiendo en este mundo nuestro. ¿A qué saber hoy más sobre Dios Padre, Hijo y Espíritu? un día lo sabremos.
Hoy día en el que celebramos a nuestro Dios en este misterio trino de amor, recordamos también a los contemplativos y contemplativas que desde el silencio de sus monasterios nos recuerdan con su sencillez de vida y su profunda vida de oración que «Sólo Dios basta». Son lámparas en este camino sinodal que estamos haciendo toda la Iglesia.

¡Feliz Domingo de la Santísima Trinidad!

Apertura de la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno

A partir del próximo viernes día 10 de Junio la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno abrirá sus puertas todos los viernes de los meses de Junio y Julio en horario de 18:30 h a 20:30 h para que todos los hermanos y devotos que lo deseen puedan visitar y rezar ante Nuestro Padre Jesús Nazareno y su bendita madre, María Santísima Nazarena.

Durante el mes de Agosto permanecerá cerrada y en Septiembre se reanudará la apertura todos los viernes.

Evangelio del Domingo de Pentecostés

Lecturas del santo evangelio según san Juan (20,19-23)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor

Una manera nueva de estar entre los suyos. No ya desde fuera, hablándoles, animándolos, orientándolos; sino desde dentro: llenando su vida y actuando, a través de ellos, en el mundo: “recibid el Espíritu Santo”
Una bonita manera de multiplicar su presencia entre nosotros. «Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra». Estaba naciendo la Iglesia.
Y todo empezó a cambiar. El miedo -puertas cerradas- se apagó con el soplo de aquel «viento recio» que llenó la casa donde se encontraban. Aquellas «lenguas como llamaradas» fueron encendiendo sus corazones adormilados. La paz del Señor fue cambiando la tristeza en alegría, la desunión simbolizada en la torre de Babel, dio paso a la unión:»Quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua».
Y el barco de la Iglesia, con las velas hinchadas, se estaba haciendo a la mar: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Lo nuestro es mantener izadas las velas y el barco a punto. Lo demás -el timón que marca el rumbo y el viento que da el impulso- ya son cosas de Él, del Espíritu Santo, del Señor.

¡Feliz Pentecostés!

Evangelio del 7° Domingo de Pascua

FESTIVIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Lectura del santo evangelio según San Lucas (24,46-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor

La Ascensión es como un broche de oro. Es la plenitud de la resurrección, la rúbrica de la victoria de Cristo sobre la muerte.
Mientras lo vemos partir, subir, triunfar, algo canta dentro de nosotros. Es la esperanza, porque el camino está abierto, ya es posible dejar atrás tanto barro y tanta muerte, y volar, volar hacia una altura de libertad absoluta, de felicidad total. La primicia es Cristo, un día llegará nuestra hora. ¡Aleluya!
Pero hasta que llegue ese día, ¡baja hombre! Pon los pies en el suelo que aun no es la hora de tu victoria. Tú tienes, todavía una tarea que cumplir aquí. Él ya llegó, pero no sin antes haber llenado cada página de su vida, hasta la ultima, con lo que el Padre le fue pidiendo escribir. Tú llegarás también un día, sí. Llegaremos. Pero primero tenemos que seguir construyendo aquí, entre todos, un reino de los cielos, aquel mundo diferente que Él dejó iniciado con su amor.

¡Buen domingo!

Evangelio del 6° Domingo de Pascua

Evangelio según san Juan (14,23-29)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Palabra del Señor

«El que me ama…» Nadie podrá encerrar en formulas la originalidad de nuestra fe. La fe no es una práctica, un comportamiento o una doctrina.
«El que me ama…» No nos engañemos, nadie conoce a Dios si no experimenta, seducido y asombrado, el sofoco del enamoramiento. Todo es cuestión de amor.
«El que me ama, mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos nuestra morada en él». Dios ha elegido, para siempre, vivir en el corazón que ama. ¡Ahí es donde hay que buscar y encontrar a Dios!
La alegría de su ida se convierte en gozo pleno pues la llegada del Espíritu Santo nos irá recordando todo lo que Él nos ha dicho.

¡Feliz Domingo!

Evangelio del 5° Domingo de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35):

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra de Señor

La Resurrección de Jesús, si la aceptamos, nos hace pasar del plano de la “chapuza y del remiendo en la relaciones” pues solemos amar de manera limitada e interesada, al plano maravilloso de una vida totalmente nueva, hecha toda de una pieza: La vida del amor. Y esa vida nueva tiene que notarse. Porque quiso Él que quedarse como señal de los que lo seguimos: “la señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os améis unos a otros”.
Amar solo a quien te va a corresponder, no sana el tejido de la convivencia humana, tan hecho de intereses: sería “remendar de viejo”, y eso lo hace cualquiera. El amor nuevo del cristiano es un amor limpio, que se olvida de sí para dar vida al otro. ¿Es así nuestro amor?

¡Buen Domingo!

Evangelio del 4° Domingo de Pascua

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

Se celebraba en Jerusalem la fiesta de la dedicación del Templo que conmemoraba la restauración del altar profanado por los paganos, centro del culto judío. Y en este clima de multitudinaria peregrinación los fariseos le pregunta a Jesús sobre su identidad. Jesús se presenta como el verdadero Templo y la auténtica víctima, el Cordero que se alzará de nuevo para conducir al rebaño hacia las aguas de la fuente de vida. Es el Hijo de Dios, el enviado del Padre, el buen pastor que conoce a sus ovejas y llama a cada una por su nombre.
Solo el pastor, hecho cordero pasa a ser una sola cosa con su rebaño y puede así reivindicar la condición de pastor. Solo el que da su vida hasta las últimas consecuencias puede conducirlo a la fuente de la vida. Jesús nos cuida y protege y nos da la vida eterna para que no perezcan ninguno de los que el Padre le ha dado.
¡El Señor es nuestro pastor, nada nos falta! ¿Caminas confiando en su presencia, sintiendo su protección?

Evangelio del 3° Domingo de Pascua

Evangelio según san Juan (21,1-19)

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces.
Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer dice a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

Palabra del Señor

Después del viernes fatídico los discípulos volvieron a su trabajo de siempre. Bregaron toda la noche y sin éxito.
En medio de tanta esterilidad, aparece Jesús y les invita a echar las redes a la derecha y los frutos no se hacen esperar. Cuando obedecemos a Dios, cuando hacemos las cosas no en nombre propio sino en su nombre la cosecha es abundante: «Ciento cincuenta y tres peces» y a pesar de la gran cantidad de peces, las redes no se rompió. Así contra toda esperanza, cuando el trabajo es infructuoso, confiar en el Señor es la clave de la misión: sin Jesús no podemos hacer nada.
De regreso a la orilla, encontraron unas brasas sobre las que Jesús ha puesto pescado y pan. Jesús toma ahora el pan y se lo da, y ninguno le pregunta:»¿Quién eres?, ya saben muy bien que es el Señor. Que no nos deja solos sino que nos alimenta no con los peces pescados sino con su propia vida. En efecto, en el pan compartido han reconocido el Pan de la vida, el Pan venido del cielo, el que da la vida eterna.
Y en este clima el Resucitado le pregunta por tres veces a Pedro: ¿Me amas más que éstos? La alusión es lacerante, pues hurga en la herida sin cicatrizar de la pasión: «antes de que cante el gallo tres veces…», «¡No conozco a ese hombre!».
«Pedro, ¿me amas? No es una palabra de reproche, sino la demanda de un amigo. La fuente del ministerio pastoral está ahí, en el afecto que une a Jesús con sus discípulos. La tarea es exigente. En primer lugar, compromete toda la vida hasta la vejez; además, puede desembocar en la muerte violenta.
Solo el amor salvará al mundo, y solo el amor será el santo y seña de los que aman a Jesús.
Buena pregunta la de Jesús a Pedro y a todos nosotros: ¿me amas? Y la respuesta no se hace esperar en Pedro:»Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo». Solo falta tu respuesta.