Beato Cristóbal de Santa Catalina

Cristóbal Fernández Valladolid nace en Mérida (Badajoz) el 25 de julio de 1638, en el seno de una humilde familia campesina. En 1646 se acerca al convento franciscano de su ciudad pidiendo ser fraile. En ese tiempo trabaja como enfermero en el hospital de San Juan de Dios, así como sacrist´n en el convento de las RR. Franciscanas Concepcionistas de Mérida.

El 10 de marzo de 1663 es ordenado sacerdote en Badajoz.

Durante la guerra de la Restauración portuguesa (1640-1668) estuvo destinado como ayudante del capellán castrense de los Tercios españoles. La experiencia dura de curación y confesión a los soldados heridos y enfermos le marcará su misión el resto de su vida tras experimentar la mano salvadora de Dios. Finalmente cae enfermo gravemente y a punto de fallecer es trasladado de vuelta a su casa paterna.

Es en ese tiempo de convalecencia donde siente la llamada de Dios a una vida de soledad y penitencia. En 1667 se encamina a la sierra de Córdoba donde hay establecida una comunidad de vida eremita. Comienza su vida con toda radicalidad en oración, silencio y pentiencia; en 1670 profesa en la Orden Tercera de San Francisco de Asís imponiéndose el sobrenombre de Santa Catalina. Desde ese día será conocido como el padre Cristóbal de Santa Catalina.

Allí, en el desierto de El Bañuelo, constituye con otros hermanos ermitaños la Congregación de Ermitaños de San Francisco y San Diego según el espíritu de la Orden franciscana.

A partir de sus visitas a la ciudad de Córdoba y viendo la necesidad que tiene la ciudad, el 11 de febrero de 1673 toma la determinación: «Serviré a Dios sustentando pobres«.

Su obra parte de una pequeña ermita con la imagen de Jesús Nazareno y el hospital de seis camas que sustenta la Cofradía de Jesús Nazareno. En esa época la cofradía no está siendo utilizado y el P. Cristóbal encuentra la providencia de Dios para atender a los pobres. La cofradía le cede el hospital, nombrándolo además, hermano y consiliario de la cofradía.

De este modo, da comienzo la Hospitalidad Franciscana de Jesús Nazareno y la relación con la Cofradía de Jesús Nazareno.

La súplica confiada a Jesús Nazareno, la fe inquebrantable a la divina Providencia y la entrega total son la fuente que sustenta su obra: «Mi Providencia y tu fe han de tener esto en pie

En 1690, una epidemia de cólera afecta a la ciudad de Córdoba, el P. Cristóbal no cesa de ayudar a los enfermos y queda finalmente contagiado. El 24 de julio de 1690 abrazado a un Crucifijo, queda descansando en la paz del Señor.

La ciudad le riden homenaje en olor de santidad, teniendo que ser enterrado en secreto y de noche, ante tanta cantidad de personas que querían acercarse para despedirse y tener una hilacha que hubiese tocado.

El 12 de marzo de 1760 se inicia el proceso de canonización, siendo proclamado Siervo de Dios el 27 de junio de 1770 por el papa Clemente XIV. El 28 de junio de 2012 el papa Benedicto XVI lo proclamó Venerable, siendo beatificado el 7 de abril de 2013, en la Catedral de Córdoba presidiendo la ceremonia el Emmo. y Rvdmo Sr. Cardenal Angelo Amato, SDB., en nombre del papa Francisco.

La imagen que se venera en la iglesia-hospital de Jesús Nazareno es una talla realizada por el imaginero Antonio Bernal, bendecida el 23 de julio de 2016 por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Francisco Jesús Orozco Mengíbar, obispo de Guadix, siendo en aquel momento el Vicario General de la diócesis de Córdoba.