Lectura del santo Evangelio según san Marcos (16,15-20)
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor
La fiesta de hoy es, fundamentalmente, la culminación de la Resurrección de Jesús, su vuelta el Padre donde ya está el Señor, ‘por encima de todo principado… por encima de todo nombre’. Pero en esta fiesta hay también una vertiente que mira hacia nosotros. Jesús -acabada la tarea que el Padre le encomendó- nos mira y nos dice: ¡ahora os toca a vosotros! ‘Id por todo el mundo’.“Id”, es decir: ¡Poneos en marcha!
Se acabó el tiempo de apoyaros visiblemente en mí, de contar con mi Palabra recién hecha y a la medida. Salid a campo abierto. Que el frío y la lluvia, el sol y el viento vayan curtiendo vuestra piel: al tiempo que la persecución, la soledad, y la duda van robusteciendo vuestro frágil corazón. “Yo estoy con vosotros”, ciertamente, pero de otra manera. A veces, muchas quizá, no me sentiréis, y os vendrá la tentación de pensar que me he desentendido de vosotros como dejados de la mano de Dios.
Poneos, pues, en marcha, sin deteneros. El mundo os necesita. Y no temáis. Yo iré delante de vosotros. Alentadora despedida de Jesús. Para nosotros, para su Iglesia, porque ha llegado la hora de la verdad.
¡Buen Domingo de la Ascensión!