Nos llena de alegría comunicar, que el Sr. Obispo de la Diócesis, D. Demetrio Fernández, ha nombrado como nuevo Consiliario de Nuestra Cofradía a nuestro hermano D. José Luis Moreno Modelo.
José Luis es una persona muy querida en nuestra Cofradía,es hermano de Jesús desde su infancia, ha pertenecido a diferentes Juntas de Gobierno y actualmente es Vicario Parroquial de San Andrés y Capellán del Colegio Jesús Nazareno. Por lo que significa que José Luis «vuelve a casa» a dónde él se ha criado y dónde se enamoró de Jesús Nazareno.
Y valgan estas líneas para mostrar nuestro más profundo agradecimiento por su labor pastoral durante más de 10 años al frente de la dirección espiritual de nuestra Cofradía a D. José Luis Risquez Zurita. Que Jesús Nazareno y María Nazarena lo acompañen siempre.
Pedimos a nuestros sagrados titulares que guarden y protejan siempre a todos aquellos sacerdotes que a lo largo de nuestra historia, han ostentado el cargo de Consiliario de esta Cofradía.
Evangelio 31° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (19,1-10)
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra del Señor
En contra de lo que nos imaginamos, no somos nosotros los que buscamos a Dios; Él es el primero en buscarnos. No hemos sido hechos para amar a Dios, aunque también, sino para que Dios pueda amarnos. ¡Somos buscados por Alguien! Ése es el secreto de nuestra fe y de nuestra felicidad: «Zaqueo baja, hoy me quedo yo en tu casa».
Zaqueo quería ver y lo que se le reveló fue la herida de Dios: su amor a los hombres. Zaqueo no había pedido nada y fue Dios mismo el que le suplicó: «quiero hospedarme en tu casa» ¿Estaremos a la altura de tan singular huésped?
Si es así, este encuentro te cambiará totalmente la vida, como cambió la vida de Zaqueo.
Hoy la Iglesia celebra el día de los sin techo. Que dura se tiene que hacer la vida cuando se te privan de los derechos principales como es una vivienda o trabajo digno. Pongámonos hoy en la piel de lo sin techo, seamos solidarios con su causa, y por qué no, atrévete a acoger a alguno en tu casa, es lo que Jesús ha hecho con Zaqueo y con nosotros.
¡Feliz Domingo!
Solemne Triduo en honor a Nuestra Señora de la Soledad
El próximo miércoles 2 de noviembre, Festividad de los Fieles Difuntos, comenzará el Solemne Triduo en Honor a Nuestra Señora de la Soledad.
A las 20 Horas en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno se desarrollará durante los días 2, 3 y 4 de noviembre este acto piadoso iniciando con el ejercicio del Triduo y a continuación celebraremos la Santa Misa que estará presidida por nuestro hermano D. Rafael Sánchez Cazorla SDB.
La Eucaristía del día 2 de Noviembre, festividad de todos los Santos, será ofrecida por todos los hermanos difuntos de la Cofradía.
El Sábado 5 de noviembre, tendrá lugar la Solemne Función Principal en Honor a Nuestra Señora de la Soledad, dando comienzo a las 20:45 h. en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno y que estará presidida por nuestro hermano el Rvdo. P. D. Juan José Romero Coleto.
Solemnes Cultos a Nuestra Señora de la Soledad
Evangelio 30° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor
La parábola que acabamos de escuchar en el evangelio de hoy es como un espejo para verse y preguntarse: ¿A cuál de esas oraciones se parece la mía?
La primera es bonita, y larga. Un himno de acción de gracias. El fariseo, toma su vida, la pone delante de Dios le da gracias por ella.¿Habrá cosa más linda? Pero la calificación que da Jesús es fulminante: ¡suspenso! ¿Qué será lo que ha echado a perder esta oración que parecía tan bonita?
En cambio, la oración del públicano es pequeña y torpe. Salta a la vista que es un pecador: míralo, no se atreve a levantar los ojos, se queda atrás, se golpea el pecho. Ni una palabra se lo curre en su defensa. Ahora la calificación de Jesús es: ¡justificado! Algo grande ha debido de ocurrir, lo cierto es que el publicano ha bajado el templo con el alma recién nacida.
¿Que le pasa a la oración del fariseo? Muy sencillo: está podrida. Es bonita por fuera, pero está muerta por dentro. El fariseo no está dando gracias a Dios, está haciendo valer ante Él sus pretendidos méritos. No ama a Dios, solamente se ama así mismo.
El Publicano, en cambio, sí se sabe que es pecador. Se sabe pobre: es consciente de que esas monedas que llenan su vida no tienen valor ante el Señor. Entra en el templo sabiendo que necesita que le perdonen. No hace falta más, ni se le ocurre mirar aquel fariseo y menos aún juzgarlo, bastante preocupación lleva con él con la carga que le oprime. Se cree el último.
Sabe que tiene que cambiar, precisamente por eso la oración le cambia: “este bajó a su casa justificado”.
Miremos nuestra oración, ¿Verdad que a veces no es la voluntad de Dios lo que buscamos si no que él se amolde a nuestros planes? ¿Que no es luz lo que queremos, sino que Dios confirme en lo que ya traemos decidido? ¿Que no partimos de cero, sino que nos gusta hacer valer nuestros méritos, pasarle recibo de las horas que llevamos trabajando en sus viñas? ¿Verdad, que en el fondo nos creemos mejores, mucho mejor que todos esos pobrecitos infieles, alejados, pecadores?
Y luego ¿queremos que una oración así nos cambie, que sea decisiva en la construcción del reino De Dios?
A la oración hay que acudir con el alma abierta, con una sola pregunta en los labios: ¿qué quieres de mí, Señor? . Desde la certeza de que nada es nuestro, -solo el pecado-, de que todos esperamos de Él: la luz, la fuerza, seguros de que él nos ama. Totalmente Confiados. Plenamente disponibles.
Feliz domingo del Domund! Oremos y démosle gracias a Dios de todo corazón por tantos hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos, padres de familias y jóvenes, que lo han dejado todo y se han ido a otras tierras a anunciar la alegría del evangelio dignificando a la persona y ofreciéndoles todo lo necesario para su pleno desarrollo.
Evangelio 29° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (18,1-8)
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario.» Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.»»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor
¡Qué fructífero es el “trabajo” de la oración! Porque Dios acabará dándole la razón al que ora a tiempo y a destiempo, en todo momento y ocasión.
La oración cristiana no es otra que la oración misma de Cristo, pues su Espíritu ora en nosotros como nosotros mismos no sabemos hacerlo.
La oración aparece como la respiración honda que eleva al mundo hasta el destino prometido: Dios justifica el esfuerzo de los hombres.
Echar puentes entre el mundo y Dios, entre nuestro hoy laborioso y los cumplimientos inesperados: tal es la grandeza de la oración.
Vivamos la oración como si fuera nuestro mejor oficio, nuestra mejor vocación: hacer vivir al mundo rezando a Dios.
¡Feliz domingo!
Festividad de la Virgen del Pilar
La tradición de la Virgen del Pilar, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles predicaban el Evangelio. Se dice que Santiago el Mayor había desembarcado en la Península por el puerto de Cartagena, lugar donde fundó la primera diócesis española, predicando desde entonces por diversos territorios del país. Los documentos dicen textualmente que Santiago, «llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso».
En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave María, Gratia Plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio». Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, antes de que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.
La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como «una antigua y piadosa creencia». En 1438 se escribió un «Libro de Milagros» atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el Católico dijo: «creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Santa y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros».
El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región cuando todavía vivía en carne mortal.
Tres rasgos peculiares que caracterizan a Ntra. Sra. del Pilar y la distinguen de otras advocaciones marianas. El primero es que se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. La segunda la constituye la Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer templo mariano de toda la Cristiandad. Y la tercera es la vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (Santiago de Compostela); por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido los ejes fundamentales en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de España.
La Basílica del Pilar, en Zaragoza, constituye en la actualidad uno de los santuarios marianos más importantes del mundo y recibe contínuas peregrinaciones. Ante la Virgen han orado gentes de todas las razas, desde las más humildes, hasta los reyes y gobernantes más poderosos, e incluso pontífices. El grandioso templo neoclásico se levanta sobre el lugar de la aparición, conservándose la Columna de piedra que la Virgen dejó como testimonio, un Pilar que simboliza la idea de solidez del edificio-iglesia, el conducto que une el Cielo y la Tierra, a María como puerta de la salvación.
El día 12 de octubre de 1492 fue precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colón avistaban las desconocidas tierras de América, lo que ha motivado que la Virgen del Pilar haya sido proclamada como patrona de la Hispanidad, constituyendo el mejor símbolo de unión entre los pueblos del viejo y nuevo continente. Su fiesta se celebra con gran fasto en todas las naciones de habla hispana y especialmente en la ciudad de Zaragoza, donde miles de personas venidas de todo el mundo realizan una multitudinaria ofrenda floral a la Virgen.
En Córdoba, y en nuestra Cofradía existe una homónima de la imagen que se venera en Zaragoza, y que pasa desapercibida para la Córdoba Cofrade. Se trata de una pequeña imagen, atribuida al escultor granadino Pedro de Mena o su círculo, y que se venera en nuestra Iglesia Hospital de Jesús Nazareno.
Cuentan que la imagen llegó hasta la hermandad del Nazareno en el siglo XVII, siendo donada por un marqués. La Virgen, en un pequeño espacio de tiempo, tuvo una acogida devocional muy grande, llegándose a realizar un retablo en su honor.
Tanto fue la devoción que, hasta mediados del siglo XX, se realizaba una novena en su honor. Actualmente la imagen se conserva en un antiguo retablo dedicado a San José, desde la remodelación de la iglesia en la segunda mitad del siglo XIX. Dicho retablo, de una bella factura, está atribuido al retablista cordobés Marcos Sánchez de Rueda, de principios del siglo XVIII.
Desde los años 80, la Virgen del Pilar ha presidido el Rosario de la Aurora, que nuestra Cofradía organizaba, hasta hace unos años, que se decidió que la imagen mariana que realizara el rezo del Santo Rosario por las calles de la feligresía fuera María Stma. Nazarena.
Pero el culto no cesó. La Cofradía desde entonces, viene celebrando una Eucaristía en honor a la Virgen del Pilar, en el día de su onomástica., como marcan sus estatutos. Y que será hoy a partir de las 11 horas en nuestra Iglesia Hospital y presidida por nuestro hermano D. Juan José Romero Coleto.
Suspendida la Convivencia con los Residentes
Debido a las recomendaciones sanitarias en relación a la prevención de la pandemia, nos vemos en la obligación de suspender la convivencia con los residentes de Jesús Nazareno que iba a tener lugar el próximo día 12 de octubre.
Se mantiene la celebración de la Festividad de la Virgen del Pilar a las 11:00 h en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno y posterior convivencia de todos los hermanos que lo deseen en la Casa de Hermandad.
Festividad de la Virgen del Pilar
Como preceptúan nuestros Estatutos Cofrades, el próximo miércoles, día 12 de Octubre celebraremos la Festividad de la Virgen del Pilar junto a las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno y los ancianos de la Residencia de Jesús Nazareno en Nuestra Iglesia Hospital a las 11:00 h. con una Eucaristía presidida por nuestro hermano D. Juan José Romero Coleto.
Para dar mayor esplendor a la celebración el Coro de la Cofradía participará de la Eucaristía.
A continuación la Cofradía, recuperaremos la tradición y se realizará y servirá una comida para todos los residentes y compartiremos con ellos un buen rato de convivencia.
Por lo que animamos a todos los hermanos y amigos que lo deseen para que acudan a vivir junto a nosotros momentos divertidos, emotivos y que dan sentido a todo el trabajo de la Cofradía.
Evangelio 28° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (17,11-19).
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
Este pasaje evangélico podía ser no más que un relato de curación. Unos leprosos condenados por la ley a vivir apartados de todos, gritan en la distancia a Jesús porque le «duele su lepra» y Jesús los ve y les dice: «Iros a presentaros a los sacerdotes» y mientras lo hacen quedan curados. Pero el genio del evangelista Lucas hace de este texto un himno a la fe. Y solo uno se da cuenta que la fe comienza cuando un hombre se echa a los pies de Jesús para glorificar a Dios.
El relato podría haberse quedado en un mero relato de curación: Dios salva, Dios libera, Dios sana… pero el Evangelista lo convierte en un relato de revelación: !No hay ningún otro nombre por el que podamos salvarnos! Y así tenemos que aprender todos los que formamos esta Iglesia nuestra que tenemos que ser un pueblo de adoradores que glorifican a Dios en Jesucristo: «por Él, con Él y en Él».
Este relato podía ser una hermosa exhortación a saber dar gracias a Dios por los beneficios que recibimos, pero solo uno de entre los diez se vuelve para dar gracias a Jesús; pero el escándalo de este pasaje evangélico radica precisamente en que Jesus alaba a un samaritano, doblemente excluido de la sociedad y religión judía por ser leproso y además samaritano, porque acude a Él para bendecir a Dios. En adelante, el verdadero encuentro entre el hombre y Dios no se dará en ningún templo ni monte sino en la persona de Jesús.
A Él es a quien hay que seguir en adelante, en la vida y en la muerte. En medio de tantas normas, costumbres folklores y ritos ¿seremos capaces de comprender que la fe cristiana consiste SÓLO en seguir a Jesus? Si es así, no te canses de vivir bajo el signo de la gratuidad y de la acción de gracias.
Pero no es suficiente un «te doy gracias por todo, Señor», dicho así en general». Es mucho mejor y nos hace mayor bien, un agradecimiento sorprendido, concreto (con rostros, momentos y lugares), sintiéndonos en deuda de corresponder, -aunque sea torpemente- a sus dones. Al menos reconocerlos. Esto nos ayudará también a ser agradecidos con las personas: valorando sus detalles y esfuerzos, aprendiendo de ellos, y multiplicándolos también nosotros. Un corazón agradecido abre las puertas de la salvación. Un corazón agradecido tiende puentes y reafirma las relaciones. Un corazón agradecido nos hace mucho mejores. Y yo tengo tanto que agradecer a Dios. Y tengo tantos con los que estar agradecido y expresarlo…
¡Feliz Domingo!