Evangelio 18° Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10,17-27)

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:

«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?».

Jesús le contestó:

«Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».

Él replicó:

«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud».

Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme».

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:

«¿Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».

Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:

«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».

Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».

Palabra del Señor

El cristiano es alguien que ha descubierto un tesoro que le ha cambiado la vida y le ha producido una alegría honda, contagiosa: ha descubierto el amor, el amor entero y limpio, auténtico y perdurable. Y ese amor a Dios le llena de tal manera el alma, que cualquier cosa que no sea amor ha dejado de interesarle. Ha encontrado otra sabiduría y entonces, “todo lo estimo pérdida, con tal de ganar a Cristo».

El joven rico del Evangelio de hoy, no había descubierto ese tesoro. Cumplía la ley, si, («todo eso lo he cumplido desde pequeño»), por eso estaba en el camino y Jesús lo miró con amor, con cariño. Pero se había quedado en la pura ley, sin dar el paso al amor, todavía pesaba el oro de su corazón hasta el punto que frunció el ceño y se marchó pesaroso. SE QUEDÓ CON SU DINERO, PERO SE LE ESCAPÓ LA ALEGRÍA.

Y claro está, si no se ha descubierto este tesoro, no tiene sentido dejar el dinero y abrazarse a la pobreza. Quien sigue a Jesús no es que se le pida desprenderse del dinero, es mucho más fácil, es que el dinero ha dejado de interesarle.

Y es que el dinero, con valer poco, puede, sin embargo, redimirse, rescatarse, pasar a ser un valor del Reino, un tesoro en el cielo, cuando con él, somos capaces de cambiar en sonrisa el llanto de un hermano, cuando, con él, contribuimos a restablecer en el mundo, si quiera un poquito, el equilibrio de la justicia, de la honesta distribución de unos bienes que Dios hizo para todos. Entonces, sí, el dinero se convierte en “gracia” porque ha pasado a ser expresión de amor. Por eso es fuente de alegría para el que lo recibe y, más todavía, para el que lo da.

¿Cuál es tu riqueza?

¡Feliz Domingo!

Fallecimiento de N.H.D. Luis Fernández Hernández

Hoy hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de N.H.D. Luis Fernández Hernández a los 87 años, tras padecer una larga enfermedad, que en los últimos tiempos no le ha permitido asistir a los actos de la Cofradía.

Luis entró a formar parte de la nómina de hermanos en la década de los 80 y ha estado siempre al servicio de la Cofradía, no habiendo tornillo que se le resistiera y siempre dispuesto a colaborar y aportar sus amplios años de experiencia de persona de oficio.

Fue miembro de la Junta de Gobierno con Andrés Valverde y acometió multitud de reparaciones estructurales de los enseres de la Cofradía a lo largo de todos estos años.

Gran contador de anécdotas y chascarrillos de sus numerosos viajes por toda la geografía española, era una persona de carácter fuerte, aunque su corazón era más grande que su potente voz.

Era una persona enamorada de su Pepa, su mujer, por la que sentía delirio y de la que heredó el apellido Buzón por el que todo el mundo lo conocía, muy a su pesar. Ahora se vuelven a reunir en la casa de Jesús Nazareno para disfrutar de su Divina presencia.

Siempre lo recordaremos en misa, junto a su «Juanito», como cariñosamente llamaba a la imagen de San Juan Evangelista de nuestra Iglesia Hospital de Jesús Nazareno.

El entierro tendrá lugar mañana día 11 de octubre a las 11:00 h en la Parroquia de San Juan de Ávila. Sus restos se encuentran en el Tanatorio del Granadal, Sala Murillo.

Que nuestro Padre Beato Cristóbal y María Santísima Nazarena intercedan ante Jesús Nazareno para que lo acoja en su Santa Gloria y brille para él la luz perpetua. Descanse en paz.

Celebración de la Festividad de la Virgen del Pilar

El próximo sábado 12 de octubre, todos los hermanos de Jesús Nazareno que lo deseen, celebraremos, junto a las Hermanas Hospitalarias y residentes de Jesús Nazareno, la Festividad de la Virgen de Pilar con una jornada de convivencia.

A las 11:00 h, en la Capilla de la Residencia de Jesús Nazareno, compartiremos la Solemne Eucaristía, presidida por la Venerada imagen de la Virgen del Pilar.

Una vez finalizada la Santa Misa, continuaremos con la jornada de convivencia festiva junto a los residentes de Jesús Nazareno.

Como colofón, la Cofradía invitará a los residentes, Hermanas Hospitalarias, hermanos y devotos que asistan a un gran perol de arroz.

Aprovechamos estas líneas para invitar a todos los hermanos y devotos a disfrutar de este día festivo, de marcado carácter asistencial y hospitalario, donde la verdadera esencia de ser cofrade de Jesús Nazareno se hace más visible.

Evangelio 27° Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,2-16)

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»

Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»

Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»

Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios «los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.» De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»

Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»

Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

Palabra del Señor

El amor, tal como manó del corazón inmenso de Dios, era un bloque de oro puro: sin ganga de egoísmo, sin fisuras de incomprensión, hecho para crecer y hacer crecer, para dar felicidad, para sembrar vida. No es que el hombre pudiera así, de pronto, conseguir y poseer ese amor perfecto, pero estaba llamado a tender hacia él, a intentar cada día subir un poco, si quiera un palmo, hacia esa meta utópica de parecerse al puro y fiel amor del Padre Dios. Se contaba con la posibilidad de caídas, de cansancios, de traiciones, pero para eso estaban las lágrimas del arrepentimiento y el bálsamo del perdón, la alegría del abrazo redescubierto.

Pero ocurrió que el hombre, muchos hombres, cansado de intentarlo una y otra vez, se fueron sentando al borde del camino y dieron en pensar que por qué tanto esfuerzo para alcanzar lo inalcanzable, y a santo de qué había que pensar en el otro, estando yo más cerca. Y que por qué razón aguantar, disculpar, tolerar, comprender, perdonar, siendo más fácil dar el portazo e irse. Y por qué someterse a que alguien, aunque sea el mismísimo Dios, me diga lo que he de hacer, siendo como soy libre…Y así, paso a paso, lentamente al principio y desmadradamente después, se produjo el desastre.

Por eso Jesús en el Evangelio hace dos afirmaciones relevantes. La primera de todas es que no es voluntad de Dios que el hombre esté por encima de la mujer, porque fueron creados iguales para formar juntos una nueva realidad, «una sola carne», con la expresión bíblica. De modo que los dos juntos, entregándose, amándose, uniéndose y siendo fecundos… son la imagen de Dios.
En segundo lugar: la Ley de Moisés había buscado un «cauce» legal para los casos en que el matrimonio no funcionaba, por culpa de la «estrechez de corazón», la terquedad de los hombres. Esa Ley mosaica intentaba defender a la mujer, concediendo al varón el «derecho» a dejarla «libre» de su matrimonio, sin que se la pudiera acusar de adulterio. De ahí se pasó a una mentalidad divorcista donde el varón podía hacer casi lo que le diera la gana con ellas. Pues bien: Jesús no entra al trapo de las discusiones rabínicas sobre los motivos para poder romper el vínculo matrimonial, ni tampoco descalifica directamente la Ley de Moisés, como esperaban los fariseos. Sino que se remonta y «recuerda» cuál era el proyecto primero de Dios: El amor para siempre.

Ese amor que han vivido ¿Todos? No, ciertamente. Pero si un grupo, un grupo pequeño de fieles, de soñadores, de hombres y mujeres que siguen diciendo, y lo demuestran con sus vidas, que sí, que el amor, el único amor de verdad, es aquel que salió de las manos y del corazón de Dios, y que es posible, con su gracia, y que da la felicidad: tanto, que, para conseguirlo, vale la pena todo el esfuerzo que cuesta. Pocos, sí, pero ¿acaso se necesita mucha levadura para que toda la masa fermente?

Habrá quien quiera seguir otros caminos, ¡bueno! él verá lo que hace. Pero que no quiera decirnos que el camino es ése. Y menos aún pretenda que Dios -la Iglesia-baje listón, que rebaje al amor hasta ponerlo en la medida de nuestra mediocridad.

¡Feliz Domingo!