Felicitación de Nuestro Consiliario

“Pues este Niño tan amante y perdonador, no quiere de nosotros más que nuestro amor y voluntad” (Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina)

A todos los hermanos y hermanas de nuestra cofradía, les deseo una feliz y santa Navidad rodeada de sus seres queridos y que el Niño Dios os colme de sus bendiciones para el próximo año.

Rvdo. P. José Luis Moreno Modelo

Evangelio 4° Domingo de Adviento

Lectura del santo Evangelio según San Lucas (1,39-45)

En aquellos días, María se puso de camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

Palabra de Dios

Lo de que el Mesías venía para salvar, estaba bien claro; habría que estar sordo y ciego para no saberlo. La gente lo esperaba, con música y banderitas a la entrada principal; y Él se coló, tranquilamente, por la puerta de servicio.

Por una puerta pequeña: Belén. Una puerta tan pequeña que nunca la tomaron en serio los pastores de Israel; por eso se instalaron en la puerta principal donde los reyes y los grandes de la tierra, donde el dinero y el poder. Y allí se pusieron a esperar, inútilmente,al Salvador.

Por una puerta pequeña: María. Por la puerta de la fe de María que, libremente, le cedió un lugar en su seno inmaculado: «¡Dichosa tú que has creído!»

María estaba haciendo posible el milagro de un Dios que se mete dentro de nuestro tiempo, de nuestros espacio. Y lo hace tan calladamente, tan a lo sencillo, que la gente sigue, tan campante, en la puerta principal, comiendo y bebiendo, en sus negocios y sus pleitos, con la guardia baja, desprevenidos.
Pon una puerta pequeña: la del servicio. Por eso cuando María, llevando a Jesús dentro, se echa al camino y se va a servir a Isabel, está poniéndose en las coordenadas exactas para que el fruto de su vientre empiece su misión de salvar: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…. y en cuanto tu saludo llego a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre» Sirviendo. Llevando alegría.

Estamos finalizando el Adviento. Estamos esperando a Jesús, pero tengamos cuidado no sea que nos quedemos esperándolo en la puerta que no es: la del derroche y las cenas importante, la del disfrute altruista y la alegría vacía. Y Él, mientras tanto, se nos cuele por la puerta que es, la única verdaderamente importante: la puerta del servicio.

¡Feliz Domingo!