Reflexión Sábado Santo

Hoy, Sábado Santo, es el día más vacío, más silencioso porque el amor ha sido enterrado y si calla el amor, todas nuestras voces no son más que ruidos.

Menos mal que la muerte no es la última palabra, porque si el amor no hubiese muerto del todo, no habría música que sonara bien, no habría discurso que tuviese sentido.

Es el día del gran desierto, de la gran esperanza porque la última palabra de la Palabra aún no está dicha. El grito de la muerte, el silencio del sepulcro se convertirán en risas y cantos, la muerte derrotada, se confesará servidora de la vida, del amor.

¿Por qué no te escapas hoy de tu rutina del confinamiento , te quedas solo en tu habitación y te adentras por unas horas en el silencio de tu corazón?

Quédate junto a la tumba fría de Cristo muerto e imagínate que Cristo desciende a la tumba de tus miserias y pecados, a las profundidades de tu yo que no te gustan e inquieta, a la fealdad que habita en ti.

Quédate ahí callado y presiente el estallido de vida que se acerca.

¡Paz y Bien!

El Papa invita a los fieles a unirse en oración este viernes

El Santo Padre rezará en directo desde la Basílica de San Pedro, a partir de las 18:00 horas.

El Papa Francisco invita a los fieles a unirse a la oración que realizará el viernes, 27 de marzo, a través de una carta de Nunciatura Apostólica. El Sumo Pontífice hará la oración desde el lugar conocido como “Sagrato” de la Basílica de San Pedro. El Papa concederá a todos los participantes la Indulgencia Plenaria y será impartida la Bendición Urbi et Orbi.

La retransmisión podrá seguirse en directo por TRECE y Cope.es, a partir de las 18:00 horas (hora local Roma)

Oración del Santo Padre Francisco por los afectados por el Covid-19

«Oh María, tu resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.

Confiamos en ti, Salud de los enfermos, que junto a la cruz te asociaste al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.

Tú, salvación del pueblo romano sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que nos diga Jesús que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y se ha cargado con nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz a la alegría de la resurrección. Amén.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien
líbranos de todo peligro,

¡oh Virgen gloriosa y bendita!

¡Amén!»

Reflexión para la Función Principal

Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de «no juzgar», te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos nosotros con las nuestras.

Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.

Haznos sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.

Tú, que nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro. Amen.

Quinto día de Quinario

A menudo, aferrase a la ley, limitarse a cumplir lo establecido, llevaba al pueblo judío a vivir la fe en unos mínimos que no genera vida. Contentarse con la «justicia de los fariseos» termina impidiendo descubrir la novedad que trae Jesús.
Lo que urge no es tanto cumplir la ley cuanto reconciliarse con el hermano, con tal urgencia que la reconciliación esté antes que el culto; es decir: la liberación del hombre es lo primero en el designio de Dios.
Jesús se pone al nivel del amor, que es el único camino del futuro humano. Prohíbe nutrir la cólera, insultar o maldecir al otro, para no aumentar el peso de la ley, sino para abrir en nuestras vidas un espacio de amor suficiente que permita avanzar con libertad. Dios sabe que el pecado puede matar al hombre no sólo a causa de la falta, sino mucho más por el peso del remordimiento, de la culpabilidad y del reproche que gravita sobre las espaldas del pecador, por eso, Dios quiere que el hombre viva: quiere que seamos, los unos para los otros, fuente de vida y de futuro.

¡Paz y Bien!

Cuarto día de Quinario

Dios y Padre nuestro, fuente de todo bien,
es necesario pedirte con confianza cuanto precisamos;
es justo darte gracias por todo lo que recibimos;
es bueno rezar, siempre, en la alegría y la tristeza,
y en todo lugar: en la calle y en el monte,  en casa y en la iglesia…

Aunque conoces nuestros deseos antes de contártelos,
aunque no precisas nuestra oración para bendecirnos,
nosotros necesitamos rezar
para abrir el corazón y acoger tus dones,
para sentir tu cercanía, tu ternura, tu amor, tu fuerza…

Gracias, Padre, porque tú inspiras nuestra oración.
porque tus oídos nunca están cerrados a nuestras súplicas
y nos ofreces el regalo, siempre nuevo, de tu Palabra.

Gracias, porque acoges con alegría nuestra oración,
para que nos sirva de salvación,
porque rezar nos ayuda a vivir más felices,
al sentirnos hijos tuyos, hijos amados,
y hermanos de todas las personas. Amén.

Tercer día de Quinario

¿Qué más queremos? El que sin cesar pide signos para creer ya está demostrando su incredulidad. La fe es un impulso del corazón, una iluminación del espíritu ante la presencia de Dios, revelada sin otra garantía que una llamada, una gracia. Jonás grita y proclama, y Ninive, la gran ciudad, se convierte. Los cercanos, los acostumbrados a los profetas y a la Palabra, en vez de creer, lo quieren razonar todo y piden signos. Y los de lejos, con su sabiduría y todo, son capaces, como la reina de Saba, de cambiar de vida y acoger el mensaje de salvación.
¿Cuándo entenderemos que la fe que discute no es fe? ¿Que Dios no se somete a nuestros análisis?
Dios pasa, y mañana es demasiado tarde. Hoy en otras partes, en este mismo momento, habrán hombres que descubrirán el Evangelio y se entregan a él sin discusión. Y ¿nosotros? los cercanos, los que decimos conocer a Dios, los que estamos acostumbrado a leer todo tipo de comentario, de reflexiones sobre la Palabra, ¿se nos nota? ¿La sabiduría de la Palabra, el signo de la Cruz, nos está dando vida?
Ninive y la reina del Sur se levantaron contra esa generación incrédula y fueron sus testigos de cargo. ¿De verdad que vives de la fe? Aprovecha este tiempo de cuaresma para purificar tu fe y descubrir que solo quien confía, quien vive la vida con la plena seguridad de que está protegida por las manos amorosa de Dios, CREE.

¡Paz y Bien!

Segundo día de Quinario

¡Padre nuestro! Estoy tan acostumbrado a decirte “Padre”, que casi lo hago sin darme cuenta.
Sin embargo… cuando lo pienso más en serio, tiemblo un poco.
Porque si eres mi Padre, yo soy tu hijo… Y el hijo tiene la carne y la sangre del padre.
Hoy te pido, Padre mío (y Padre de tantos otros hijos, de tantos hermanos míos),
que jamás deje de llamarte así, que jamás deje de ser el que engendraste para que te ame y para ser amado por Ti.
¡Padre nuestro! ¡Padre de Cristo! Que nunca deje de recordar la misericordia que nos mostraste en Jesús.
No permitas que abandone nunca tu casa.
Si estoy lejos de ella (por tantas locuras, por tantas maldades, por tantas tonterías),
dame fuerzas para volver ahora mismo:
¡Tú me amas y eres más grande que todos mis pecados juntos!
Y si me das la gracia de vivir siempre en tu casa, disfrutando de todo lo tuyo,
dame generosidad para compartir todo lo mío;
dame humildad para comprender a mis hermanos y recibirlos en nuestra casa siempre, como Tú los recibes. ¡Así sea!
(Héctor Muñoz)

Primer día de Quinario

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

Madre Teresa de Calcuta