Jesús Nazareno, Padre de Bondad

Oración para hoy miércoles 25 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno , nuestro Médico Divino
te pedimos por todas las personas que han fallecido en nuestra Residencia por el coronavirus. Sana a las hermanas hospitalarias, residentes y trabajadores que están enfermos. Fortalece y protege a todos los trabajadores de nuestra Residencia que están ayudando en estos momentos a los enfermos.
Que tu Preciosa Sangre sea nuestra defensa y salvación. Por tu gracia transforma el mal de la enfermedad
en estos momentos de consolación, crecimiento en la fe y esperanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús Nazareno, estás siempre con nosotros

Oración para hoy martes 24 de noviembre

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, Tú estás siempre con nosotros y no nos abandonas,
permítenos no abandonarte a ti en el momento del sufrimiento,
y más bien, saber entenderte y sentirte como Aquel que murió por nosotros
para que resucitemos a una vida nueva.
Te pedimos por todas las personas que están sufriendo el Coronavirus, de manera especial por nuestras hermanas hospitalarias, residentes y trabajadores de todas las residencias de nuestra Congregación que están sufriendo esta enfermedad. Para que, si es posible, puedan salvarse, y si no se salvan de esta vida, por medio de la muerte, participen plenamente del amor glorioso de tu resurrección
y nos reencontremos cuando tú nos levantes a todos de la muerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús Nazareno, Tú eres mi Pastor, nada me falta

Oración para hoy 23 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, te pedimos en estos momentos por todos los trabajadores de nuestra Residencia que se mantienen sirviendo en sus puestos de trabajo y que muchas veces no sabemos valorar. Bendice sus vidas y las de su familias. Renueva sus
fuerzas para que realicen su trabajo de la mejor forma posible. Dales un corazón
generoso para atender con amabilidad a todas las personas y no ser indiferente a sus necesidades. Especialmente, Señor, dales una fe profunda para creer en tu palabra y una voluntad decidida para actuar correctamente y hacer el bien. Cuando estén confundidos, guíales; cuando se sientan débiles, fortaléceles; cuando estén cansados, llénalos con la luz renovadora de tu Espíritu. Al terminar su trabajo de hoy, llévales con seguridad hasta su hogar.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Beato Cristóbal, «Venid, benditos de mi Padre».

Oración para hoy domingo 22 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Beato Cristóbal de Santa Catalina, te pedimos que interceda por los difuntos de nuestra residencia, de manera especial por los que nos han dejado por este virus, y por los que están más graves, que el Jesús Nazareno los reciba en su reino eterno, donde no hay sufrimiento ni enfermedad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Evangelio Festividad de Cristo Rey

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.» Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.» Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?» Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.» Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor

Este relato de Jesús tuvo que chocar enormemente a los judíos que lo escucharon. Ellos estaban acostumbrados a «ganarse» a Dios con sus prácticas religiosas, con el cumplimiento de los mandamientos y normas mil, con sus rezos, estudiando las Escrituras… Conocían de sobra lo que nosotros llamamos «obras de misericordia», pero eran un «plus» de libre opción, un complemento no necesario para estar en regla con Dios. Me atrevo a decir que una mentalidad similar se ha ido extendiendo entre nosotros desde hace bastante tiempo. Esta cultura «narcisista» y «selfie» (según subrayan muchos pensadores y analistas) ha condicionado mucho nuestra espiritualidad, y hemos aprendido a estar muy pendientes de nuestro «yo»: nos revisamos frecuentemente de nuestros fallos y defectos personales, a los que no terminamos de vencer, y que seguramente nos acompañen hasta el final de nuestra vida: el mal genio, la pereza, la envidia, los deseos, el carácter, las manías… En los exámenes de conciencia a menudo nos acusamos del incumplimiento de algunas obligaciones y prácticas religiosas, de nuestros compromisos de oración hechos un poco a medias, de si hicimos o no ayuno o abstinencia… Y con frecuencia nos quedamos en estas cosas. Una espiritualidad individlualista y escasamente comunitaria. El sentido común dice que todo lo que hagamos por ser dueños de nosotros mismos, por mejorarnos como personas, por luchar contra nuestros fallos y debilidades… ¡pues está muy bien! ¡Claro que sí! Pero para la mayoría de estas cosas no es necesario ni ser creyente, ni discípulo de Jesús. Es propio de todo ser humano. Pero el Señor, a sus discípulos, les ha puesto el acento en otras cosas, las que leemos en el Evangelio de hoy: el «otro» necesitado y la voluntad salvadora y liberadora de Dios debieran ser lo principal de nuestra espiritualidad y nuestros exámenes de conciencia. No parece que la vida espiritual, la fe, las prácticas religiosas formen parte del juicio final. No son relevantes para Cristo Rey. Por otra parte, habría que remarcar que todas nuestras prácticas religiosas y compromisos de rezar lo que sea todos los días, o acudir al culto, o a visitar al Santísimo… tienen un criterio de valoración y validación: si me ayudan y empujan a amar más, a ser más misericordioso, a entregarme a los demás… tendrán sentido y agradarán a Dios. Y de paso, los otros saldrán beneficiados. Si el proyecto de Jesús (lo que él llamaba el «Reino»), y si nuestro Padre Dios está especialmente preocupado y pendiente de los que peor lo pasan (por ejemplo lo que dice la Primera Lectura: «Yo mismo buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma…» ) los que nos consideramos suyos… tenemos que ser sus instrumentos, sus principales agentes para que este mundo sea de otra manera, sea suyo, sea de la misericordia y del amor. Lo que «ofende» gravemente a Dios no son esas cosas que a veces decimos y confesamos referidas a nuestro propio «yo», sino antes que nada y sobre todo la falta de atención a «mis hermanos más pequeños». Jesús estaba «cansado» (incluso enfadado, si recordamos aquella escena a la entrada del Templo) de esa religión llena de solemnes liturgias y procesiones, de prácticas, de distinciones sobre lo puro y lo impuro, de normas y prohibiciones, de rezos, sacrificios y ofrendas «por mí y por los míos» … que se dejaban «fuera» -llegándose a veces al extremo de «excluir» y «condenar» en el nombre de Dios- … a los que más necesitaban la cercanía y la ternura de Dios por parte de los que se consideraban «el pueblo de Dios». Para los profetas y para el mismo Jesús esto no era sino una religión «vacía». Y con sus palabras, actitudes y gestos, deja claro lo que sí tiene sentido, lo que vale a los ojos de Dios. Intenta iluminar el presente (que es donde nos jugamos el «más allá»), dándole profundidad humana, contagiando esperanza, aliviando… Y así, hasta los gestos más triviales, como el de dar un vaso de agua, se convierten en semillas de eternidad, en opción decisiva, en algo agradable a Dios. También un no creyente puede obrar a favor o en contra de Jesucristo, aunque no lo conozca, según decida servir o no servir al hombre. Matar a un semejante o ayudarle a vivir; oprimir al hermano o liberarlo; ofender a alguien o mostrarle respeto; pisotear la dignidad de un desgraciado u honrar; explotar al prójimo o compartir el pan con él: rechazar o acoger a un emigrante/forastero; contribuir al hambre o alimentar a los pobres… significa atentar contra el señorío de Cristo o promoverlo. Ser «benditos de mi Padre» o no serlo. – Es significativo que en el texto de Mateo falta el verbo amar. Cristo no dice: «… y me amasteis», sino «me disteis de comer, me disteis de beber, me visitasteis, me hospedasteis, me vinisteis a ver… ». «Amar» es un término que puede quedarse en demasiado vago. Es difícil saber o medir si le amamos sobre todas las cosas. Jesucristo Rey se fijará más bien en si «Hicisteis esto» o «no hicisteis esto». La sentencia del juicio final está más en el verbo «hacer» en favor del hermano. O sea que para Jesús el cumplimiento y valoración del primer mandamiento está en practicar/hacer el segundo. – Resulta asombroso que los «justos» (que no tienen por qué coincidir con los «creyentes») declaren que… no reconocieron a Cristo en el pobre, en el que pasa apuros. Que no se supieron que el necesitado al que atendían era… Otro (con mayúsculas). Admitirán que lo hicieron todo por amor al hombre. Sin embargo, se salvarán igualmente, aunque no hayan logrado descubrir a Cristo en el hermano. Para Dios es suficiente que te hayas encontrado ante un rostro humano (por muy desagradable que sea) y que, sin necesidad de echar mano de motivaciones religiosas, le hayas abierto tus puertas. Lo esencial no es tu fe, sino la caridad. El amor al hombre.

Las seis «obras de misericordia» que ha enumerado Jesús se refieren a cuatro necesidades fundamentales de la condición humana:

La alimentación (hambriento y sediento).

El reconocimiento social (ser extranjero, estar desnudo).

La salud (enfermo).

La libertad (la cárcel).

Y podríamos añadir otras en esa misma línea. Por ejemplo: Una palabra amable o un oído atento pueden redimir a una persona desesperada. ¡Y hay tantas!.

Ofrecer un poco de gasolina al que se quedó tirado en la carretera, o ayudarle con un pinchazo, u ofrecer un bocadillo y acompañar mientras se lo toma…

Visitar al que estaba viejo, enfermo y solo en su casa, y hacerle la compra, limpiar un poco…

«Me vieron accidentado y me llevaron al hospital».

«Era inmigrante y me enseñaron el idioma, me ayudaron con los papeles, me facilitaron un trabajo o una vivienda, o unos libros para los críos, me acogieron bien…»

«Estaba ingresado en una residencia, con la cabeza un poco perdida, y me acompañasteis o me sacasteis de paseo».

«Había una pandemia mundial… y me ofrecí/arriesgué a probar una posible vacuna…»

Precisamente, con la que está cayendo en todas las esquinas del planeta muchas voces, eclesiales o no, incluido el Papa, llaman continuamente a la solidaridad, a la proximidad, a la atención a los más desfavorecidos… Con confinamientos y sin ellos. Una ocasión urgente para ejercitar la misericordia. O nos salvamos todos juntos… o no se salva nadie. El individualismo y el «sálvese quien pueda»… cuentan a favor de la difusión del virus. Ojalá que los seguidores de Jesús destaquemos y se nos reconozca principalmente por hacer de nuestra vida una entrega, un servicio, un compromiso por cambiar lo que sea necesario de modo que no haya tantos descartados, para que no haya tanta soledad, para que no haya tantos «prisioneros» de sus circunstancias. Y desterremos el individualismo/narcisismo de nuestra vida cristiana, así como todo lo que pueda ser sospechoso de «espiritualismo», de religión vacía. Nuestra vida entonces merecerá la pena, y el Señor podrá decirnos: «Venid, benditos de mi Padre».

Jesús Nazareno, Reconforta al Enfermo

Oración para hoy sábado 21 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, te pedimos por las hermanas hospitalarias, residentes y trabajadores enfermos que sufren esta epidemia; por los moribundos que en estas horas soportan la angustia de la muerte y están a punto de encontrarse con el Señor; para que los reconfortes en todo momento.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ha fallecido el padre de nuestro Hermano Mayor

Lamentamos comunicar que a primera hora de esta tarde ha fallecido D. Victoriano Molina Dominguez, padre de nuestro Hermano Mayor Victor Molina.

La Junta de Gobierno quiere transmitir en nombre de todos los cofrades de Jesús Nazareno su más sentido pésame a la familia y amigos, teniendo un recuerdo muy especial para Victor y su familia.

Rogamos al Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina y a María Santísima Nazarena para que intercedan ante Jesús Nazareno, para que el Señor lo acoja en su Gloria y le de el descanso eterno.

Madre Nazarena, Madre Amorosa

Oración para hoy viernes 20 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Madre Nazarena, acudimos a ti como hijos tuyos que somos.
Te pedimos que intercedas por nosotros ante Jesús Nazareno, como lo hiciste en las bodas de Caná. Ruega por nosotros, Madre amorosa, y obtén para nuestra Congregación hospitalaria y nuestra Residencia y por aquellos que están afectados de esta enfermedad, te pedimos que les concedas la gracia de la sanación y la liberación. Escucha los gritos de aquellos que son vulnerables y temerosos, seca sus lágrimas y ayúdalos a confiar, Madre.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús Nazareno, Divino Protector

Oración para hoy jueves 19 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, hoy te queremos pedir de manera concreta y hacer una oración especial por todos los trabajadores de nuestra Residencia que están entregándose de manera incondicional al cuidado de la salud de todos los residentes. Te agradecemos por su llamado a una vocación que busca el servicio a los demás.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Beato Cristóbal, Padre Espiritual de Muchos Corazones

Oración para hoy miércoles 18 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Beato Cristóbal de Santa Catalina, intercede ante Jesús Nazareno y te pedimos por los enfermos e infectados de nuestra Residencia. Te rogamos que los ayudes, y que sostengas sus cuerpos y espíritus. Te pedimos que se acerquen a ti y busquen tu rostro. Te suplicamos que, conforme a tu infinita bondad y misericordia, detengas la propagación de la infección.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.