Comunicado Oficial
El Hermano Mayor y Junta de Gobierno en nombre de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima Nazarena, San Bartolomé y Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina quieren trasmitir sus condolencias a la Sra. Presidenta de la Agrupación de Cofradías Doña Olga Caballero y a su familia, por el fallecimiento de su madre.
Rogamos a María Santísima Nazarena y al Beato Cristóbal para que intercedan ante Jesús Nazareno para que la acoja en su Gloria y brille para ella la Luz Perpetua.
Descanse en Paz.
Evangelio 1° Domingo de Adviento
Lectura del santo evangelio según san Marcos (13,33-37)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Palabra del Señor
Sin previo aviso, así de rondón, se nos ha metido otro Adviento más. El Adviento es precisamente eso, es espera y esperanza porque Él volverá. Este tiempo nos recuerda que la esperanza cristiana está depositada en una persona: Jesucristo ¿Y quién lo espera realmente? Pues me temo que candidatos no hay muchos porque es complicado encontrarse con el Señor sí eres de los que a fuerza de no mirar hacia dentro de sí ni de las cosas, te limitas a flotar, a deslizarte por la superficie de la vida sin vivirla. O si eres de los que no piensas en el futuro y el presente ni siquiera lo vives pues solo te mueves en la lógica del usar y tirar, del consumir y disfrutar. No te engañes eso no es vivir, es vegetar, es en definitiva, ir de pasota por la vida.
En cambio para el creyente, el tiempo de adviento es un tiempo para estar más en sintonía con uno mismo, en recogimiento interior para preparar el corazón. ¡Velad! Es el grito de adviento, es decir, estar atentos, no paséis por la vida como el pasota, de puntillas. ¡Velad! suena a reconstruir la esperanza, a preparar la “casa” para cuando el Señor vuelva. Que la lumbre esté encendida y puesta la mesa. Que no haya malas caras ni zancadillas al que destaca, ni codazos para abrirse paso, ni grandullones abusando de los peques, ni ruido de contiendas, ni silencios de miedo. ¡Velad! para que cada uno esté en su puesto, con las lámparas encendidas, atento a lo que realmente cuenta, porque al final vendrá el Señor a pedirnos cuentas sobre los dones que no confió.
Que este tiempo de adviento, crezcas hacia dentro, en profundidad, crezca hacia lo alto, en esperanza y crezca hacia los demás en misericordia. Para que la luz de la Navidad te inunde y transforme tu vida, necesitas vivir este tiempo de adviento de puertas para adentro. ¿Serás capaz de arrancarle a nuestros días, a la dictadura del tiempo, tiempo para ti y para Dios?
¡Feliz Domingo de Adviento!
Convivencia y Misa de Hermandad
Este sábado, 2 de Diciembre, daremos inicio al tiempo de Adviento.
Comenzaremos con una convivencia en el local de la Cofradía a partir de las 13 horas, donde haremos un potaje y compartiremos buenos momentos todos juntos.
Para finalizar el día, a las 19.30 horas, celebraremos Misa de Hermandad en nuestra Iglesia Hospital de Jesús Nazareno y presidida por nuestro Consiliario Rvdo. P. D. José Luis Moreno Modelo
¡NOS VEMOS EL SÁBADO!!
Evangelio 34° Domingo del Tiempo Ordinario. Solemnidad de Cristo Rey.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.» Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.» Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?» Y él replicará: «Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.» Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
Palabra del Señor
Al final de este año litúrgico, con la fiesta de Cristo Rey, el Señor Jesús acaba de descorrer el velo que nos ocultaba a Dios y nos da una última clave, definitiva, para saber cómo piensa, por qué hace lo que hace, y qué es lo que espera de nosotros.
Cristo se presenta como Rey, pero que no nos confunda el término, es un rey muy desconcertante, pues reina sirviendo. Solo hay que mirar su vida: un rey de manos atadas frente a Pilato; un rey que rechaza como una tentación el camino del triunfo y del dominio; un rey que se esconde cuando una multitud enardecida quiere aclamarlo y, sin embargo, sale al encuentro de los que vienen aprenderle; un rey que, cuando quiere dejar a los que le siguen una imagen que resuma su vida entera y su doctrina, no encuentra otra que la de echarse al suelo para lavarle los pies; un rey-crucificado que, en el umbral mismo de la muerte, no se le ocurre más que prometer la Vida al ladrón que está muriendo junto a Él…
Se trata, ciertamente de un rey desconcertante.
En esta fiesta de Cristo Rey el evangelio nos dan la clave definitiva: al final de los tiempos el criterio último que decidirá si caemos a su izquierda o a su derecha, si hemos acertado o errado en el camino, si podemos respirar tranquilos o empieza el “castigo eterno”, no es otro que el amor. Jesús nos va a medir a todos por el mismo rasero: el amor que le hayamos tenido. Y si alguien, todavía desorientado, le pregunta: ¿dónde estás, Señor, para que te ame?¿cómo te puedo expresar mi amor? Jesus va y se identifica con los más necesitados de amor, con los que nadie quiere, con los que todo el mundo pisotea y nos dice: ama a éstos y, en ellos, me estarás amando a Mi.
Hoy despedimos el año litúrgico con esta luz tan clara y con un programa de vida tan concreto: si queremos llegar a la vida, no hay más camino que el amor a Dios, hecho carne en el hermano.
¡Feliz fiesta de Cristo Rey!
¡Feliz Domingo!
Evangelio 33° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: «Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.» Su señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.» Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.» Su señor le dijo: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.» Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.» El señor le respondió: «Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»»
Palabra del Señor
La Palabra de hoy tiene un triste protagonista. Parece clara la intención de Jesús de subrayar, en ella, la figura más opaca: la del último empleado, de corazón pequeño, que no acertó a dar en la tecla. “A ese empleado inútil, ¡echarlo fuera!“. En él está hoy la clave de la enseñanza de Jesús.¿Qué hizo aquel empleado?¿Perdió acaso el talento recibido?
Pues eso es lo extraño, que no. Tuvo buen cuidado de guardarlo: “hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor” Entonces ¿a qué viene tanto teatro: el enfado, la reprimenda, el castigo? “Sabía que eres exigente. Tuve miedo.“ ¡Pobre hombre¡ ¡Qué mal conocías el Señor¡ “Aquí tienes lo tuyo“, le dijo. Con tal idea de su señor, ¿qué otra cosa cabía hacer?
El miedo nunca fue un buen consejero. Es que a fuerza de no pensar llegamos a creernos que lo que tenemos es nuestro, se nos olvida que todo lo que tenemos viene de Dios, único dueño absoluto, al que un día tendremos que rendirle cuentas. Y viene ahora el núcleo central de la parábola: ¿Qué hemos de hacer con los talentos recibidos? ¿Conservarlos simplemente? ¿Ponerlos quizá en el banco para que obtenga unos intereses seguros? Nada de eso. Quien actúe así, es que no conoce ni de lejos al Señor.
Es preciso poner en juego los talentos, “negociar “ con ellos, arriesgar. Quien se deja frenar por el miedo, -miedo a Dios, miedo a perder lo que se tiene- no ha entrado en el pensamiento de Jesús. Dios no nos da los talentos -vida, salud, educación, el regalo de ser hijo…- para que los disfrutemos cada uno, para que nos salvemos cada uno. Dios nos da sus talentos para que, con ellos, ayudemos en la construcción de su Reino, para que los empleemos en hacer, junto con otros hombres de buena voluntad, un mundo nuevo, diferente, mejor. No para darnos con ellos la felicidad y la tranquila seguridad, sino la alegría de sentirnos parte activa de la gloriosa aventura humana-¡tan divina¡- de cambiar la faz de la tierra. El que no arriesga, el que se limita a conservar lo que tiene, corre el peligro de perder hasta lo que cree tener. “Al que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene“. O crecer, o morir. No hay alternativa.
¡Feliz jornada mundial del pobre!
¡Feliz Domingo!
Misa de Hermanos
Esta tarde a las 19:30 h. celebraremos en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno Misa de Hermandad que estará presidido por nuestro Consiliario, el Rvdo. P. D. José Luis Moreno Modelo.
Evangelio 32° Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Palabra del Señor
En la vida hay que contar con la muerte. Bien que nos gustaría poder olvidarla, impedirle la entrada, echarla de nuestro lado, pero es inevitable y esto da un tinte de provisionalidad a todo lo que hacemos. La muerte nos marca. Lo queramos o no. Unos, ya se sabe, se agarran con las dos manos a la vida, para sacarle todo su jugo, para disfrutarla a tope. En cambio, la enseñanza de Jesús, ante lo inevitable e inesperado de la muerte, “no sabéis el día ni la hora“, nos dice una palabra clave: “¡velad!” La parábola de las diez doncellas, es una invitación a mantener encendida nuestras lámparas para tener acceso, cuando llegue la hora, al banquete del Reino.
Lo importante para un cristiano no es aprender a morir sino a saber vivir. Es cuidar que nunca nos falte el aceite de la fe, para que nuestra lámpara se mantenga siempre encendida. Es aprender a vivir a la manera de Jesús: amando, o sea, quemándose para dar luz. Y el que lucha y pide cada día su ración de fuerza para vivir así, no tienen por qué temer que la muerte “le coja“ con la luz apagada. Sabes muy bien que esa luz no se apaga por culpa de un golpe fortuito del viento, esa luz solo acaba apagándose cuando, a largo de nuestra vida, hemos ido dejando que el amor se nos muera poco a poco a fuerza de no alimentarlo. Esta es la “sabiduría” de la muerte. Os lo decimos de parte del Señor, para que, ante ella“ No nos aflijamos como los hombres sin esperanza.
Feliz día De la Iglesia Diocesana
¡Feliz Domingo!
Mesa Redonda «Evolución del Costalero Hasta Nuestros Días»
En el inicio de este nuevo curso Cofrade, y dentro de las actividades de formación de nuestra Cofradía, informamos que el próximo 18 de noviembre, Sábado, a las 13:00 horas en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno, tendrá lugar una Mesa Redonda titulada «Evolución del costalero hasta nuestros días».
Participarán, D. Juan Manuel Martín Núñez, más conocido como Juanma Martín hijo, capataz de las Hermandades de los Panaderos, los Gitanos y la Trinidad de Sevilla, D. Rafael Díaz Talaverón, más conocido como Fali Palacios, capataz de las Hermandades de la Cena, San Pablo, los Javieres y el Baratillo de Sevilla, D. Juan Berrocal Peligros, capataz de Córdoba y D. Francisco Luís Castaño Romero, capataz General de la Cofradía de Jesús Nazareno.
Con sus intervenciones podremos aprender de las experiencias vividas, a través del tiempo, en la evolución de la preciosa labor sacrificada del costalero.
El tertulia estará moderada y dirigida por nuestra hermana Irene Gallardo Flores.
La asistencia a este acto es abierta, hasta completar aforo, a cualquier hermano o persona interesada en el tema a tratar.
Posteriormente, a la celebración de dicho acto, compartiremos un rato de convivencia en el Local de la Cofradía (calle Jesús Nazareno).
Evangelio 31° Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio según san Mateo (23,1-12)
«En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor
Hay palabras que suenan a hueco: detrás de ella no alienta la vida. Son palabras vacías con las que es imposible construir nada que perdure, sería como edificar una casa sobre arena. Son palabras sin hondura, palabras al aire, sin hechos que la soporte: “No hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen”. Son los fariseos y letrado de todos los tiempos los que se sirven de la Palabra. En cambio hay quienes van con la vida por delante. No están hechos a piezas, sino de un solo bloque. Hay una perfecta coherencia entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen. En ellos es la vida la que habla. O no necesitan palabras, o sus palabras hunden sus raíces en una vida entera que las respalda. Son éstos los hombres que dejan huellas, que están al servicio de la Palabra. Éste es el mensaje de vida que nos deja hoy el Señor Jesús en el Evangelio de este Domingo.
Las mejores palabras-paz, amor paz justicia, padre, maestro, fraternidad…- pueden llegar a significar hasta traición y condena en la boca del poderoso de turno o de un predicador que no crea en ellas. Pero en los labios y en la vida del que se ponen al servicio de ellas, o mejor aún del que se pone al servicio del único que las hace absolutas -el Padre Dios, el Maestro y hermano Jesús, entonces esas palabras adquieren fuerza redentora, plenamente liberadoras.
Que no nos extrañe ni nos sorprenda que, tantas veces el anuncio del Evangelio que hacen los “padres/jefes”( los curas) en la Iglesia no tenga fuerza transformadora. Y que tantos buenos consejos de un “padre de familia” no acaben de hacer mella en el corazón de sus hijos. Y que escaseen tanto los “maestros” que sean capaces de transmitir a sus alumnos no ya tales o cuáles conocimientos de la disciplina que sea, sino un estilo de vida, unas convicciones profundas, unos caminos de madurez humana y cristiana. Hay que pensárselo muy bien antes de dejarse llamar “jefe“, o “padre“, o “maestro” ¿Es o no es subversivo el Evangelio?
¡Feliz Domingo!