Exaltación y Presentación del Cartel Cuaresma 2024
Reunida la Junta de Gobierno de nuestra Real e Ilustre Cofradía, el pasado 8 de noviembre, aprobó por unanimidad que el Exaltador de Cuaresma de 2024 será el Rvdo. Padre D. Jesús Linares Torrico y el cartel está ilustrado por una pintura de D. Mario Ramos Rodríguez.
La Exaltación y Presentación del Cartel Cuaresmal se celebrará el próximo 11 de febrero de 2024 en nuestra Iglesia Hospital a las 13 horas.
Mario Ramos Rodríguez
Nace el 22 de Agosto de 1991 en Córdoba y bautizado en la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir de Córdoba.
Mario es Diplomado en Ingeniería Técnica Industrial en la especialidad de Mecánica por la Universidad de Córdoba en 2014, Primer año del ciclo medio de Talla Artística en Madera en la escuela de artes Mateo Inurria de Córdoba en 2016 y Máster de Digitalización de la Agricultura (DIGITAL-AGRI) en la Universidad de Córdoba en 2023.
Actualmente trabaja en IFAPA (Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera de Andalucía).
Èl destaca por la pintura de carteles y por los diseños pictóricos de numerosas piezas para nuestras Cofradías. Entre sus obras destacadas en los últimos años: el Cartel del X aniversario de la banda de Música María Santísima de la Esperanza de Córdoba en 2011, cartel anunciador y portada de la marcha “Esperanzas” de Cristóbal López Gándara con motivo del XX aniversario del hermanamiento de la Esperanza de Triana y la Esperanza de Córdoba en 2016, cartel del XXV aniversario de la bendición de Nuestra Señora de la Palma de la Hermandad de la Borriquita de Córdoba en 2018, diseño de clámide para el Señor de la Salud y Buen Viaje (San Esteban) de Sevilla y diseño de traje para el Milagroso Niño Jesús de Praga de República Checa ambos en 2019.
En 2020 realiza los diseños de la túnica para Jesús de los Afligidos de la parroquia de San Juan de la Palma, del palio para la Virgen de Salud y Esperanza de Sevilla y del paso procesional para Nuestra Señora del Carmen de San Leandro, todos ellos en Sevilla. Además, en 2021, realiza el cartel conmemorativo del centenario del milagro que realizó la Santísima Virgen de la Antigua, patrona de la localidad de Hinojosa del Duque. En 2022 pinta la portada del pasodoble «Gloria de Santa Marina» de Antonio Hurtado Torres, en conmemoración del 75 aniversario de la muerte de Manolete y el cartel del 75 aniversario de la Hermandad de Jesús Nazareno de Motril en Granada. En este año 2023 ha destacado la realización del Cartel de la Romería de la Virgen de Linares de Córdoba.
Rvdo. P. D. Jesús Linares Torrico
Nace en Santa Eufemia, un pueblo del Valle de los Pedroches, el 18 de noviembre de 1983 y es bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación de su pueblo.
El primero de tres hermanos, sus padres Jesús y María Luisa le inculcan, desde muy chiquito, el amor a Jesucristo y a su bendita Madre. Crece en el seno de una familia católica y a la edad de 13 años, el Señor lo llama por su nombre, e ingresa en el Seminario Menor, permaneciendo desde el año 1996 a 2002. Desde allí cursa estudios secundarios en el Colegio Trinidad Sansueña.
En el año 2002 deja el Seminario Menor y cursa los estudios de Magísterio en el Escuela Universitaria «Sagrado Corazón» de Córdoba.
Tras sus estudios universitarios, el Señor lo vuelve a llamar e ingresa en el Seminario Mayor San Pelagio el 23 de septiembre de 2006. Cabe destacar que estos años comparte cursos y años de preparación con nuestro actual Consiliario.
Y tras sus seis años de Seminario es Ordenado Sacerdote el 29 de junio de 2014 en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba por el Obispo de Córdoba D. Demetrio Fernández.
Desde su Ordenación Sacerdotal es Delegado Diocesano de Juventud de nuestra Diócesis y además ha ejercercido, en diferentes etapas, como Vicario Parroquial de Santa Rafaela María y Vicario Parroquial de Santa Teresa y Santa Cecilia.
En la actualidad D. Jesús además del cargo de Delegado de Juventud, antes mencionado, ejerce cómo Cura – Párroco de la Parroquia de San Pelagio de Córdoba y como Vice-Consiliario del Movimientos de Cursillos de Cristiandad en nuestra Diócesis.
D. Jesús ha predicado numerosos cultos en nuestras Cofradías, destacando el Quinario a Nuestro Padre Jesús Nazareno, que predicó en nuestra Cofradía en el año 2019. También ha realizado numerosas exaltaciones y pregones, destacando el Pregón del Corpus Christi de Córdoba en el año 2023.
Con este importante acto para la Cofradía, daremos comienzo a una nueva Cuaresma cargados de ilusión, una Cuaresma de preparación a la Pascua gloriosa de Resurrección.
Seguir al Nazareno
Exaltación de Cuaresma
19 de febrero de 2023
Iglesia Hospital de Jesús Nazareno
Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima Nazarena, San Bartolomé y Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina
Salvador Ruiz Pino
Cuando se pone la tarde
de la traición consumada,
cuando cruzas tu mirada
con mi ingratitud cobarde,
cuando el corazón me arde
ante el semblante sereno
de misericordia lleno
de un Dios que avanza vencido,
sólo es mirarte así herido
ya quiero seguirte, Nazareno.
Rvdo. Sr. Consiliario, Sr. Hermano Mayor y Sres. Miembros de la Junta de Gobierno de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima Nazarena, San Bartolomé y Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina.
Superiora y Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno Franciscanas.
Sra. Directora del Colegio Diocesano Jesús Nazareno.
Queridos amigos y hermanos todos.
Sean mis primeras palabras, como no podía ser de otra forma, para agradecer la invitación que recibí de la Hermandad por medio de Antonio Joaquín Santiago para compartir con todos ustedes este acto de exaltación de la Cuaresma, tras la presentación del magnífico cartel que nos invita, una vez más, a poner los ojos en el Señor que camina hacia el Calvario.
Agradecimiento que debo reiterarle a él por la presentación que acaba realizar de mi persona, que como comprenderán tiene mucho más de aprecio que de verdad, mucha más ponderación que realidad y mucha más generosidad por su parte que mérito por la mía. Gracias, amigo Antonio, por tus palabras.
Es por ello por lo que comparezco ante ustedes, por pura generosidad del Dueño de esta Casa y Hospital, que, como siempre, nos contempla amoroso y paciente, fijos sus ojos en aquellos que se acercan, cada viernes, ante su presencia que consuela, acoge y levanta. A Él, que nos congrega hoy, en un presente eterno, y a su Madre del “sí” de Nazaret, pido la venia, a la vez que suplico por adelantado, también a ustedes, la clemencia necesaria para perdonar las muchas imperfecciones y defectos que, de seguro, podrán escuchar en las palabras que seguirán y que son fruto de mis abundantes limitaciones, de las que soy conocedor y consciente, pero que no me impiden asumir esta tarea con agradecida responsabilidad y no poca temeridad por mi parte.
Lo hago porque se lo debo, porque hace muchos años prometí no negarle nada a lo que viniera de su parte y de su Nombre, y así vino esto, sin preverlo, como Él hace las cosas, para que creamos ingenuos que el favor lo hacemos nosotros cuando todo lo que tenemos, somos y esperamos viene de su Divina Voluntad y Providencia. Por Él, todo con Él y en Él, el Divino Caminante de la cruz de plata. Porque en mi familia, en mi casa, a Dios también le llamamos, como en la de casi todos los aquí presentes, Jesús Nazareno. O simplemente, Jesús. Sin apellidos ni título. ¡Qué hermoso es tener así a Dios, cercano, amante y caminando con nosotros! Yo, como muchos aquí, así he crecido. Contemplando el rostro de Jesús Nazareno en mi casa y viendo a mis mayores acudir a Él en cada necesidad y cada vez que se podía, compartiendo con Él las angustias y contrariedades de la vida y también las alegrías de cada niño que nacía que, al igual que hicieron conmigo, era puesto a sus pies para pedir la protección del que es nuestra fuerza, nuestra salud y nuestra esperanza. Si cierro los ojos y pienso en Dios siempre surge su rostro, dulce, amable y compasivo, y su figura portentosa con una cruz de plata sobre su hombro izquierdo. No recuerdo una Semana Santa en mi vida, salvo en tiempo de pandemia, que no haya vestido su túnica y alumbrado su camino, desde que nací hasta hoy. Por eso, estar aquí es
obligado, pues es el mismo y único Dios, el mismo y único Hijo de Dios, quien se abre paso por la Vía Dolorosa, ya sea desde esta Iglesia Hospital del Padre Cristóbal o desde la pequeña Iglesia del Espíritu Santo -como se ha dejado dicho en la presentación que se me hacía, donde vive, reina y recibe la gloria de sus hijos de La Rambla mi Nazareno de Juan de Mesa- es Él, como digo, siempre Él, quien nos mira, quien nos protege, quien nos habla al corazón para recordarnos que somos suyos. Por eso… que sin entender sufre el ser humano.
Cuando miro tu rostro, Soberano, abrazando esa cruz que luce erguida
imagen de las cruces de la vida
Al pensar que he salido de tu mano
mi alma se conmueve estremecida,
cuando veo mi herida ante tu herida
porque siendo Dios, te siento hermano.
Oh Jesús Nazareno en luna llena
que en silencio nos ofreces las razones
de un amor que redime la condena.
Médico y Hospital de mil perdones
donde enfermera igual es Nazarena
y se curan los heridos corazones.
Antes de subir a Jerusalén, dijo el Divino Maestro: «Si alguno quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga» (Mt 16, 24). Nadie que quiera aprender en la Escuela Sagrada de este Cordero manso y sin tacha podrá nunca hacerlo si no es desde la imitación de lo que hemos visto y oído. ¿Y qué es lo que hemos podido ver y oír? A un Hombre. Un Hombre en el que se revela la verdad de todo hombre y de todo lo humano que carga con una cruz, que aunque con la apariencia de la hermosa plata, pues en Ella se encierran los tesoros de nuestra redención, es un madero pesado que hasta en tres ocasiones arrastró por tierra al Hijo de Dios. Un Hombre -¡y más que un hombre!- que ha abrazado el dolor ajeno como propio, que ha querido (¡Misterio de la Divina Voluntad!) hacerse uno de nosotros hasta tal punto que ha asumido las mismas consecuencias de nuestras rebeliones: el dolor, el sufrimiento y la muerte. ¡Quién haría esto si no fuese un loco o un enamorado! ¡O ambas cosas! Y todo ello, lo sabemos bien, en la quietud de cada Jueves Santo. Después de que enmudezcan litúrgicamente las campanas para entrar en el silencio de la Pasión salvadora de Cristo Entregado. ¡Qué bien sabe esta Hermandad lo que es el Amor, con mayúscula! Porque sólo necesita mirarle a Él para encontrar el significado más perfecto, la explicación más clara y el sentido más verdadero de estapalabra, tantas veces manida, forzada y desdibujada en nuestro mundo. Sí, nosotros lo sabemos. El Amor es Él, el Amor es un Hombre que avanza con una cruz camino del Calvario seguido de un palio de respeto:
El amor camina custodiado
por cuatro ángeles de plata y cera
en luna de Nisán y primavera
marcha amante, libre y entregado.
Amor por nosotros Encarnado,
en serio nos amó, no en la teoría.
Quién viéndole pasar no le daría
sólo un beso dulce agradecido,
consuelo de un amor tan malherido
que sólo así el amor se pagaría.
¡Qué hondo misterio, este del dolor, que marca la vida de todo ser humano aquí en la Tierra! ¡Cuántas cruces siguen hoy alzándose con el grito, todavía difícil de entender para todos nosotros, «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?», del Salmo 22 que el mismo Cristo recitó desde el madero!
«Que tome su cruz y me siga» (Mt 16, 24). Habla claro este buen Jesús que no quiere que nadie se lleve a engaño. «Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío» (Lc 14, 27). No se trata de sentir simple admiración, atracción o simpatía por este Nazareno al que acudimos, seguro que con sincera devoción, cuando la vida se nos vuelve cuesta arriba, cuando los bancos de esta Iglesia se convierten, como si de piedra fueran, en Muro de Lamentaciones cordobés, esponjada la madera de tantas lágrimas, deseos o peticiones, Calvario donde se clavan las rodillas para implorar salud -salud sobre todo-, trabajo, reconciliación o cualquier cosa que, por necesaria, es justo pedir al Rey de Reyes que siempre nos recibe aquí en su casa. Mal haríamos, sin duda, si ante la necesidad no acudiéramos al Único que tiene Poder para remediarla. Y no sólo Poder, también Voluntad. Porque paciente espera, como lleva haciéndolo más de cuatro siglos, a que sus hijos queridos, en sus dolores y angustias, se acerquen a Él, como lo han hecho siempre los cordobeses, para encomendarse confiados a su Divina Providencia. ¡Cuántas madres han
llorado implorando por sus hijos ante su presencia! ¡Cuánto dolor compartido con el que sabe tanto de dolores! ¡Cuánto amor derramado a los pies del que tanto ama desde su camarín sagrado! ¡Cuánta esperanza perdida volvió a brillar ante su presencia!
El misterio del dolor y del sufrimiento hasta la muerte, que interroga la vida de todo hombre y mujer en este mundo, sólo tiene respuesta en Aquel que lo atravesó, en silencio, como lo sigue haciendo cada Jueves Santo, con pisada firme, libremente y con el corazón inflamado en el Divino Amor que nos redimió. Ya nos decía San León Magno que “Passio enim Domini usque ad finem producitur mundi” (la Pasión del Señor se prolonga hasta el fin del mundo). Y concreta este Sumo Pontífice que ésta (la Pasión del Señor) “se prolonga en su cuerpo místico que es la Iglesia, especialmente en los pobres, en los enfermos y en los perseguidos”. Por eso, ante la pregunta, ¿dónde sufre, agoniza y muere hoy Jesús?, podemos responder sin equívoco que, de una forma particularmente dolorosa, Cristo sigue agonizando en los pobres, en cada hombre y mujer que sufre por cualquier causa en este mundo. Hasta el final de los tiempos, mientras sufran los pobres, el Señor estará clavado en la cruz de sus sufrimientos con los clavos del amor infinito de todo un Dios encarnado por nosotros y, especialmente, por ellos. Éstos fueron los destinatarios privilegiados del Evangelio, los bienaventurados por excelencia, porque Dios se hizo uno de ellos. Acabamos de ver hace escasos días a todo un Dios desahuciado, naciendo en un pobre portal, y no podemos olvidar que pesebre y Calvario están íntimamente relacionados; si el pesebre es humildad, la cruz es humillación, consumación de la voluntad del Padre, aceptada por el Verbo en su Encarnación, al vestir y asumir en su naturaleza divina la pobreza de la corrupción de nuestra carne. Nunca debemos olvidar que Cristo, este Jesús que nos preside, Jesús Nazareno, es el pobre de Yavhé, pobre entre los pobres, el hijo de la humilde esclava de Nazaret, nuestra Madre Nazarena Nuestro Rey reina desde el trono de la cruz, y ese reinado es un reinado perpetuo. En tiempos, como los que vivimos, de guerras y terremotos, donde siempre los inocentes y los más vulnerables sufren con mayor intensidad las consecuencias dramáticas de la condición precaria de todo ser humano, donde hasta el creyente de fe más firme se interroga con un ‘por qué’ que no obtiene respuesta, sólo nos queda mirar a la Cruz. Mirar a la Cruz y a las manos que la abrazan… Mirarle para seguirle.
Seguir al Nazareno es haberme encontrado con Él en el camino, en los caminos, tantos caminos, de la vida, de mi vida. Saberme encontrado, elegido, mirado y amado por Jesús, que no es una idea, sino una persona viva; no es un recuerdo, sino un presente; no es un qué, sino un quién. El Eterno coetáneo, el perpetuo Compañero, el Amigo que no falla, el Esposo fiel, el Salvador que me busca y me encuentra,
Él siempre Presente,
siempre Amante,
siempre Paciente,
siempre Actuante,
siempre Doliente,
siempre Triunfante…
Seguir al Nazareno es agarrar el cirio encendido de mi bautismo cada día como lo hacemos cada Jueves Santo. Reconocer la Dignidad que mereció de este Divino Caminante una entrega sin reserva de su propia vida hasta la muerte en la Cruz, a la que todavía se nos muestra aquí abrazando como si gritara desde su bendito camarín a quienes nos sentamos tantas veces en estos bancos o lo contemplamos avanzando sobre su paso de caoba y plata: ¡Mira! ¡Así te quiero! ¡Hasta el extremo!
Seguir al Nazareno es reconocerse pequeño, niño casi, con la inocencia de los ojos de ese remolino de esclavinas y monaguillos que sólo saben, quizá, que están acompañando al Señor y a la Virgen mientras se pasean por las calles de esta vieja y adormecida Ciudad y eso les basta para estar alegres, porque han deseado este momento durante todo el año y saben que con eso Jesús y su Madre están contentos. Los niños no son el futuro de nuestra Hermandad, son un presente puro, ilusionante y motivador. Por eso, nuestro Colegio de Jesús Nazareno es, sin duda, uno de los pulmones desde los que debe respirar la Cofradía si queremos que la cadena no se rompa y la devoción a Jesús Nazareno atraviese, como lo ha hecho siempre, los umbrales de los tiempos y los siglos, aún cuando éstos se vuelven oscuros e inciertos. ¡Qué será de las cofradías que no aprendan a transmitir esta fe que nosotros vivimos a las generaciones que vienen! ¡Cuánto nos jugamos en esto! ¡Y cuánto bien estamos haciendo a estos hombres y mujeres de mañana cuando les mostramos desde niños dónde está el consuelo para cuando lleguen las amarguras, dónde está la fuerza para cuando se acumulen las derrotas, dónde está la luz para cuando todo se apague alrededor…!
Seguir al Nazareno es descubrir, como lo hizo el Padre Cristóbal, que Él no quiere ser servido en un culto vacío que busca sólo ostentación, sino que este Soberano Señor y su Madre Amantísima quieren ser servidos en los más pobres entre los pobres, los que nadie quiere, los que no cuentan y son descartados, los ancianos y los pequeños, los enfermos y los sufrientes, los abandonados, los desesperados, tantos crucificados de nuestro tiempo. Los trescientos cincuenta años que estamos cumpliendo desde que el más notable hermano de nuestra corporación ingresara en el censo de la Cofradía y se fundaran, de seguido, este inmenso regalo del Espíritu Santo a Córdoba y a toda la Iglesia que son las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, deben hacernos recapacitar siempre sobre esta primera, primerísima obligación de nuestra Hermandad, que no debe nunca olvidar sus orígenes, aquellas seis camas del Hospitalillo de San Bartolomé que, en acorde evolución con los tiempos actuales, derivan hoy en la bolsa de caridad de la Hermandad, pilar fundamental que nos define y nos hace creíbles como cristianos y como cofrades. ¡Si no servimos a Cristo Pobre en los pobres no podemos ser discípulos suyos, bien lo sabemos!
Seguir al Nazareno es llevar en nuestra carne el amoroso abrazo de la Hermana Pobreza, como nos recuerda el cíngulo que ciñe la cintura del hermano nazareno cada vez que la Cofradía se pone en la calle en esa gran catequesis y pública protestación de fe que es la Estación de Penitencia del Jueves Santo. Cíngulo Franciscano como franciscanas son las Hermanas Hospitalarias, que con la confianza en la Providencia que el mismo Jesús le inspiró al Padre Cristóbal, nos impulsa a una vida cada vez más austera y confiada, más alegre y más libre, como la del Poverello de Asís, que se enamoró loca y perdidamente de su Señor al abrazarlo y besarlo en la carne, ya putrefacta, del leproso y se despojó de todo para hacerse como Él, pobre como Cristo pobre. Seguir al Nazareno es saberse eslabón de una cadena de más de cuatro siglos, aún con sus interrupciones históricas, de Cofradía, y de más de dos mil años de Iglesia. Es experimentar que nadie es discípulo en solitario, sino que le seguimos en la comunidad del Pueblo Santo de Dios, subidos y remando en la barca de Pedro, que hoy se llama Francisco, en comunión efectiva y afectiva con el Vicario de Jesús Nazareno en la Tierra, a quien Él ha puesto para pastorear a sus corderos, y de su obispo en esta Iglesia particular de Córdoba, que nos actualiza y garantiza la sucesión apostólica hasta nuestros días. Jesús Nazareno sí, Iglesia también. Nunca uno sin la otra.
Seguir al Nazareno es, en definitiva, buscarle y encontrarse con Él, siempre, siempre, en el pan blanco, en su carne entregada y en su sangre derramada, en su presencia real, ¡no figurada!, que espera -¡te espera!- vivo en el divino tabernáculo, sagrarios custodios de su Majestad callada, humilde y amante.
Nazareno del pan blanco
que por nosotros te entregas.
Nazareno del Sagrario
que el sufrimiento consuelas,
que en el silencio me hablas
y mi visita deseas.
Con mi nombre entre los labios
me llamas y me sondeas
y me abrazas desde adentro
con una voz que resuena.
Nazareno del pan blanco,
misterio de luna llena
de la tarde de la Pascua
de tan Sagrada Cena,
cuando el Jueves se hace Viernes
de devoción nazarena.
Y así lo encontraremos tras la espera. Una nueva Cuaresma, tan sólo una Cuaresma, nos separa de este encuentro nazareno que nuestro corazón tiene agendado de año en año en el calendario vital de nuestro corazón cofrade. Cinco domingos, a contar desde el próximo, para conmemorar el núcleo fundamental de nuestra fe, para buscarle en cada esquina como cuando éramos jóvenes y verle pasar, entre el trasminar del azahar de los naranjos en flor y la nube humeante del incienso que eleva las oraciones de los que le contemplan, el olor del azúcar y la miel de los dulces caseros y la cera color tiniebla que se consume, chispeante, para alumbrarle el camino; con el sol reflejado en las paredes recién blanqueadas de las casas o las estrellas tintineando a lo lejos, tras el palio de la Madre Dolorosa. Preparemos no sólo lo exterior, que es tanto en estos días de limpieza de enseres y conversaciones entre amigos y hermanos, sino también lo profundo, avivando el deseo de renovar, una vez más, la respuesta que un día dimos a este Nazareno del Padre Cristóbal con el compromiso de seguirle, con nuestra propia cruz, que Él mismo lleva, como Cireneos agradecidos, adonde quiera que su Voluntad nos ponga o nos lleve. Descubrir que el sentido de la vida está en encontrarme con Él, vivir de Él, fiarme de Él, convertirme a Él, hacerme como Él, despojarme en Él, abrazarme a Él, entregarme a Él… Como lo hizo Ella:
Estando la Nazarena
la de los ojos abiertos
y la mirada serena,
porque mira con ternura
donde los vencejos vuelan,
donde la luna se asoma
desde su cielo de estrellas,
donde vive el Padre Eterno
que la eligió por Doncella.
Estando en el mismo instante
en que pasaba a su vera
el Hijo de sus entrañas
camino a “La Calavera”,
cargado con el madero
que plata en caoba refleja,
pisando la vía sacra
peana de plata bella,
mirando suave esos ojos
que también le buscan a Ella,
mientras derrama su llanto
con que nuestras almas riega,
recuerda el mensaje aquél
que el Ángel Gabriel le lleva,
y la espada, que son siete,
que el corazón le atraviesa
que Simeón el Anciano
le anunció en una escalera.
Mirando a este muchacho
que arrastra la cruel madera,
que en su vientre se formó
desde aquella primavera
sólo puede repetirle,
Señor de Alianza Nueva,
mira de nuevo a tu sierva,
a tu esclava Nazarena.
El cumplir de la promesa,
el final de nuestra espera,
de nuestra raza el orgullo
y de la humanidad la perla.
Mírame, te dice, hermano,
mira mi llanto y mi pena,
mira el dolor de tu Madre,
que con sufrimiento reina,
y no olvides que es Amor
el Amor de un alma llena
de un “sí” que todo inunda,
que todavía aquí resuena,
y te invita a que la mires,
a contemplar su belleza
y no pase un solo día
de esta próxima Cuaresma
sin saludar a María,
a la Virgen Nazarena.
Muchas gracias.
Exaltación y Presentación del Cartel de Cuaresma 2023
El próximo domingo 19 de febrero, en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno a las 13:00 h. tendrá lugar la Exaltación y Presentación del Cartel anunciador de la Cuaresma 2023 de nuestra Cofradía.
El Cartel está basado en una fotografía de Nuestro Padre Jesús Nazareno obra de Dña. Miriam Moyano Montávez que nos ofrece una visión distinta de nuestro Sagrado Titular.
Miriam Moyano nació en el año 2005 en Córdoba y en la actualidad cursa 2º de Bachillerato en el Colegio Sagrada Familia de Córdoba. Sus principales aficiones son la pintura, la fotografía y el mundo cofrade.
Es miembro de la asociación FOCOCOR (Fotógrafos Cofrades de Córdoba), y desde muy pequeña ha estado formándose en las disciplinas artísticas de pintura y fotografía.
Gracias a su formación y a su especial sensibilidad para captar instantáneas únicas, sus obras han sido merecedores de multitud de reconocimientos. Cabe reseñar que ha sido finalista en las ediciones de 2019 y 2022 del Concurso de Fotografía de Semana Santa y colaboradora de la revista Córdoba Cofrade que edita la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba. Así mismo ha participado en multitud de exposiciones y muestras como «Estampas de Pasión» en Fundación Cajasol en 2022 ó «30 años/30 fotos» en el Palacio de la Merced, sede de la Diputación de Córdoba, en diciembre de 2021.
El encargado de realizar la Exaltación de Cuaresma de la Cofradía en este año 2023 será D. Salvador Ruiz Pino, Delegado Diocesano de Apostolado Seglar y Director de Cáritas Diocesana de Córdoba.
Salvador Ruiz Pino nació el 27 de diciembre de 1982 en Córdoba, aunque creció en la localidad de Montilla y se siente montillano de pleno derecho. Es licenciado y Doctor en Derecho por la Universidad de Córdoba, con la calificación de Cum Laude y Premio Extraordinario de Doctorado.
Además de ser Director de Cáritas Diocesana de Córdoba, también es Delegado Diocesano de Apostolado Seglar, Secretario Académico y Profesor del Centro de Magisterio «Sagrado Corazón» adscrito a la Universidad de Córdoba, profesor de Derecho Romano en la Universidad Pontificia Comillas-ICADE y Director académico del Máster Universitario en Neuropedagogía en la Universidad de Córdoba.
Salvador es de padres rambleños, lleva muy a gala sus raíces rambleñas y el sentir nazareno.
Lógicamente es Hermano del Nazareno de La Rambla, y es hermano en diversas corporaciones en Córdoba, Montilla, y Montoro. Además de numerosas exaltaciones y conferencias de formación, nuestro exaltador ha sido pregonero de la Semana Santa de La Rambla en 2015 y Pregonero del IV Centenario de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Rambla en el Año Jubilar Nazareno de 2022.
Actualmente Salvador también es Vocal de Cultos de la Agrupación de Cofradías de Montilla.
Su máximo referente es la Madre Teresa de Calcuta y las Misioneras de la Caridad.
Con este importante acto para la Cofradía, damos comienzo a una nueva Cuaresma cargados de ilusión, una Cuaresma de preparación a la Pascua gloriosa de Resurrección.
Reportaje Fotográfico Exaltación Cuaresma 2022
Exaltación y Presentación del Cartel Cuaresma 2022
El próximo domingo 27 de febrero, en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno a las 13:00 h. tendrá lugar la Exaltación y Presentación del Cartel anunciador de la Cuaresma 2022 de nuestra Cofradía.
El Cartel está basado en una fotografía antigua de María Santísima Nazarena del archivo fotográfico privado de nuestro Hermano D. Francisco Román Morales, que desinteresadamente ha cedido para la ocasión, además de realizar todo el trabajo de edición de la misma.
La fotografía original es obra del fotógrafo cordobés FAGA, que tenía su estudio en la calle San Pablo esquina con la plaza de Orive en las décadas de los 40 a los 70 del pasado siglo.
Francisco Román Morales nació el 20 de Junio del año 1956 en Córdoba, en la plaza del D. Arias, aneja a la plaza del Juramento, siendo bautizado en San Rafael por encontrarse San Lorenzo de obras. De niño recuerda que cuando iba con su madre a la plaza, en San Agustín, nunca faltaba la visita a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cursó sus estudios en el colegio de los Salesianos. Posteriormente se Licenció en Geografía e Historia por la Universidad de Córdoba. Experto en fotografía antigua de Córdoba y cofrade, como historiador amante de la cultura cordobesa, ha colaborado en varias promociones como: Córdoba Capital, el Libro de Oro de Córdoba, la ilustración de la Historia de Córdoba, los grabados de la ciudad y Las Calles de Córdoba.
Fue hermano fundador de la Hermandad de la Borriquita cuando se refundó en el Colegio Salesiano, y también ha pertenecido a la Hermandad del Prendimiento, de la que su padre fue hermano fundador.
En al actualidad pertenece a la nómina de hermanos de la Hermandad de la Sagrada Cena y del Nazareno. En el año 2012 fue el encargado realizar la Exaltación y la Presentación del Cartel de Cuaresma de la Cofradía del Nazareno.
Como ya publicamos en pasadas fechas el encargado este año de realizar la Exaltación será nuestro Hermano D. Jesús Daniel Carmona Gutiérrez, auxiliar del equipo de Capataces de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Daniel Jesús Carmona Gutiérrez nace el 19 de Agosto del año 1976 en la localidad de Puente Genil. Cursa sus estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos Mateo Inurria de Córdoba en la especialidad de restauración, obtiene la FPO de Administración Comercial, Creación y Gestión de empresas así como la titulación de Comunity Management por la UNED. Actualmente ejerce como CEO de Costales Er tío der saco y Comunity Manager.
Desde niño ya denotaba especial predilección por todo lo relacionado con la Semana Santa, y solía acompañar en las filas de nazarenos durante su discurrir penitencial a imágenes como “La Amargura”, “El Preso” o “El Terrible”. Su inquietud por el mundo cofrade motiva que en 1991 entre a formar parte de la cuadrilla de hermanos costaleros del Señor de los Afligidos, donde finalmente asienta y afianza su fe, siempre bajo la atenta mirada del Señor de sus amores. Es bajo este paso donde Daniel “echa los dientes” y tiene su primer contacto con el mundo del costal y la trabajadera, realizando su primera Estación de Penitencia. Desde entonces hasta la actualidad han sido numerosas las cuadrillas donde ha desarrollado el oficio del costal, tanto en su ciudad natal, Córdoba capital y múltiples lugares de la geografía andaluza, y que ha compaginado a lo largo de los años con su labor al frente del paso del Señor de los Afligidos (1994-2016) o de Nuestro Padre Jesús de las Penas (2001-2010) también de la localidad de Puente Genil entre otros, o actualmente formando parte del equipo de capataces de Nuestro Padre Jesús Nazareno desde el año 2019.
En el año 2002 pronuncia el V Pregón del Costalero en el Ex-Convento de Ntra. Sra. de la Victoria de Puente y en 2007 el Pregón de la Semana Santa de Puente Genil en Madrid. En el último Salón Cofrade de Córdoba expuso la Conferencia “La Purísima Concepción: Dogma, Iconografía e historia de 361 años de devoción en Puente Genil”. Ha participado en numerosas mesas redondas de capataces y costaleros y en 2014 ofrece la charla “Origen, Historia y herramientas del costalero” en la Casa Hdad. de Ntro. P. Jesús Nazareno de la localidad cordobesa de Santaella.
En 2015 exalta el Sábado de Pasión de la Agrupación Parroquial de Ntro. P. Jesús del Amor en su Prendimiento y María Stma. de la Concepción. Será este mismo año cuando pronuncié el pregón de la Hdad. del Rocío de Cabra, en 2018 pregona la gloria de Ntra. Sra. del Rocío y realiza la obra que anunciará la Navidad en su hermandad de Écija.
Como buen andaluz y persona de costumbres arraigadas, fue componente del Coro de la Hdad. del Rocío de Puente Genil, ha acompañado a cuadros flamencos y participado en Romerías por la geografía andaluza. Su devoción a la imagen mariana del Rocío, propicia que Daniel acompañe en su peregrinar al Simpecado de la Hdad. de Puente Genil hasta tierras almonteñas como tamborilero durante diez años. Actualmente acompaña al Simpecado de su Hdad. de Écija y desde 1991 no ha faltado un Lunes de Pentecostés ante la Stma. Virgen.
Designación del Exaltador y Presentador del Cartel para la Cuaresma 2022
La Junta de Gobierno sigue trabajando intensamente para dar forma a todos los actos que la Cofradía va a organizar en la próxima Cuaresma 2022.
El primero de estos actos que tradicionalmente ha servido como antesala y anuncio de la Cuaresma Nazarena, es la Exaltación y Presentación del Cartel anunciador de la Cuaresma. Este año 2022 tendrá lugar D.m. el próximo día 27 de febrero a las 13:00 h. en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno.
La Junta de Gobierno de la Cofradía ha decidido que la persona encargada de exaltar a nuestros Sagrados Titulares sea nuestro Hermano D. Jesús Daniel Carmona Gutiérrez, auxiliar del equipo de Capataces de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Daniel Jesús Carmona Gutiérrez nace el 19 de Agosto del año 1976 en la localidad de Puente Genil. Cursa sus estudios en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos Mateo Inurria de Córdoba en la especialidad de restauración, obtiene la FPO de Administración Comercial, Creación y Gestión de empresas así como la titulación de Comunity Management por la UNED. Actualmente ejerce como CEO de Costales Er tío der saco y Comunity Manager.
Desde niño ya denotaba especial predilección por todo lo relacionado con la Semana Santa, y solía acompañar en las filas de nazarenos durante su discurrir penitencial a imágenes como “La Amargura”, “El Preso” o “El Terrible”. Su inquietud por el mundo cofrade motiva que en 1991 entre a formar parte de la cuadrilla de hermanos costaleros del Señor de los Afligidos, donde finalmente asienta y afianza su fe, siempre bajo la atenta mirada del Señor de sus amores. Es bajo este paso donde Daniel “echa los dientes” y tiene su primer contacto con el mundo del costal y la trabajadera, realizando su primera Estación de Penitencia. Desde entonces hasta la actualidad han sido numerosas las cuadrillas donde ha desarrollado el oficio del costal, tanto en su ciudad natal, Córdoba capital y múltiples lugares de la geografía andaluza, y que ha compaginado a lo largo de los años con su labor al frente del paso del Señor de los Afligidos (1994-2016) o de Nuestro Padre Jesús de las Penas (2001-2010) también de la localidad de Puente Genil entre otros, o actualmente formando parte del equipo de capataces de Nuestro Padre Jesús Nazareno desde el año 2019.
En el año 2002 pronuncia el V Pregón del Costalero en el Ex-Convento de Ntra. Sra. de la Victoria de Puente y en 2007 el Pregón de la Semana Santa de Puente Genil en Madrid. En el último Salón Cofrade de Córdoba expuso la Conferencia “La Purísima Concepción: Dogma, Iconografía e historia de 361 años de devoción en Puente Genil”. Ha participado en numerosas mesas redondas de capataces y costaleros y en 2014 ofrece la charla “Origen, Historia y herramientas del costalero” en la Casa Hdad. de Ntro. P. Jesús Nazareno de la localidad cordobesa de Santaella.
En 2015 exalta el Sábado de Pasión de la Agrupación Parroquial de Ntro. P. Jesús del Amor en su Prendimiento y María Stma. de la Concepción. Será este mismo año cuando pronuncié el pregón de la Hdad. del Rocío de Cabra, en 2018 pregona la gloria de Ntra. Sra. del Rocío y realiza la obra que anunciará la Navidad en su hermandad de Écija.
Como buen andaluz y persona de costumbres arraigadas, fue componente del Coro de la Hdad. del Rocío de Puente Genil, ha acompañado a cuadros flamencos y participado en Romerías por la geografía andaluza. Su devoción a la imagen mariana del Rocío, propicia que Daniel acompañe en su peregrinar al Simpecado de la Hdad. de Puente Genil hasta tierras almonteñas como tamborilero durante diez años. Actualmente acompaña al Simpecado de su Hdad. de Écija y desde 1991 no ha faltado un Lunes de Pentecostés ante la Stma. Virgen.
Exaltación a Jesús Nazareno, Padre y Señor de Nuestros Mayores
Aún con los ojos rojos de la emoción por las sentidas palabras que Rafael Fernández pronunciara en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno el pasado día 28 de febrero, con motivo de la Exaltación y presentación del Cartel de Cuaresma de la Cofradía, queremos compartir con todos vosotros el texto integro de su brillante intervención
Así es. Lo más bonito de Córdoba, gritaban los reyes de esta Casa, a Jesús Nazareno, el día que se celebraba en Córdoba, la beatificación del creador de esta misión hospitalaria: El Padre Cristóbal. Y he querido comenzar esta exaltación a ti, Padre Jesús, con un sonido del archivo de Paso a Paso, con la voz de tu querida y entrañable familia. Porque exaltarte a ti, Jesús Nazareno, es exaltar también a los que viven y han vivido durante generaciones, en esta, tú Casa-Hospital. Exaltar, por todo el respeto que merecen, a nuestros queridos y benditos mayores. Es de justicia que yo intente recoger hoy, en unas cuantas líneas, todos esos besos y abrazos que una inesperada y cruel pandemia, les ha robado para siempre, a los que han demostrado ser auténticos héroes del silencio.
Quiero alabar hoy, a los que se han arrugado un poquito más, por el miedo a lo incierto. Vitorear con fuerza, a los que han luchado como verdaderos gladiadores, contra un enemigo invisible, que los iba arrinconando poco a poco, entre las cuatro paredes de su dormitorio. Estamos todos obligados hoy, hermanos del Nazareno, a exaltar a los que han soñado noche y día, con ese achuchón inocente de un nieto, mientras gran parte de nosotros, ajenos a este drama, solo hemos pensado en lo incómodo que resulta, el simple roce de una mascarilla.
Toca si o si, honrar a quienes han convertido su cuarto en capilla, y que buscando consuelo, han acariciado una a una, las cuentas de su viejo rosario. Entre rezo y rezo… anhelando su regalo más preciado… la tierna y dulce caricia de un ser querido. Debemos todos alzar la voz hoy, en defensa de los que han sido víctimas, de la manifiesta incompetencia de nuestros gobernantes. Y nos toca aplaudir, con toda la fuerza que nos dé nuestro corazón, a los que lo han dado todo por ellos, cuando nosotros no podíamos, ni siquiera, acariciarles su mano fría y temblorosa.
Debemos ponernos de pie, ante aquellos que han convertido su traje de protección Epi, en un verdadero hábito hospitalario. Les damos las gracias hoy, a las que han sido mujeres Verónica, enjugándoles a ellos el sudor frío, provocado por una fiebre amenazadora. Ellas, Jesús Nazareno, son las que han curado, durante todos estos meses, esa corona punzante que ha hecho sangrar de nuevo tus heridas, con un dolor para ti, mayor sí cabe.
Debemos todos exaltar hoy a nuestros mayores, porque siguen dispuestos a sonreír, a pesar de que sus dolores se empeñen en lo contrario. Debemos piropear hoy, a los que hasta para caerse tienen arte. A los que saben llevar las arrugas con una dignidad envidiable. A los que tienen ya la voz ronca, de haberle dicho a su hijo, una y otra vez, cuanto lo quieren. Exaltemos a los que gruñen, porque tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Y también hoy debemos denunciar que hay abuelos víctimas, de otro virus mucho más mortal que el coronarivus… el del olvido incomprensible de una hija o la indiferencia de un hermano. Ese virus, mata muy lentamente y por desgracia, no existe vacuna que lo remedie.
A todos nuestros mayores, con tu permiso Padre Jesús Nazareno, he querido dedicarle mi primer sentimiento un día como hoy y mostrarles ante ti, mi respeto y admiración. A todos los que han sufrido en esta casa, su particular Camino del Calvario, al otro lado de este bendito muro. A los que han sido también flagelados por un maldito virus, que los ha golpeado sin piedad. Pero… tú siempre has estado muy cerca de ellos. Has sido ese confesor, que se ha sentado al borde de sus camas enfermas y ha sabido calmar su inquietud en una noche oscura, cuando buscaban refugio entre sus sábanas. Has sido su psicólogo, dándole a cada uno la terapia precisa, como remedio a un alma perturbada. Y has sido ese médico de familia, que cada noche les ha recetado esa pastilla, con la que han podido mantener sano su espíritu. Porque, hermanos, y eso lo sabéis vosotros mejor yo, Jesús Nazareno… cura. Ya lo creo que cura. Mientras curabas a nuestros abuelos, tus dedos ensangrentados, iban secando las lágrimas que escapaban de sus ojos asustados. Y has sido tú, el que ha velado las veinticuatro horas del día, para que ese bicho traicionero, no los dejara sin aire. Tú has sido para ellos, Jesús Nazareno, sin duda, su auténtico oxígeno… aunque por desgracia, algunos dejaran de respirar…
Todos hicieron en esta casa hospitalaria, que nuestra querida Lola, fuese muy, muy feliz. Y así sigue. Porque ella en su último sueño, se quedó sin respiración cuando le anunciaba el mismísimo Padre Cristóbal, que sería ella la encargada de regar para siempre, uno a uno, los girasoles que tiene nuestro querido Beato de Mérida, en su jardín del paraíso. Por eso estamos convencidos, hermanos del Nazareno, que ella… sigue siendo feliz.
Sirva la voz de nuestra querida Lola, como recuerdo a esos ángeles arrugados, que desde alguna cama de esta casa, volvieron a convertirse en niños, para jugar eternamente contigo… ya Resucitado. A ellos siempre los recordaremos. Y un Jueves Santo no muy lejano, los volveremos a ver, como angelitos de marfil, queriéndonos saludar desde el frontal de tu palio… Nazarena. Fíjaos en sus caritas. Son ellos. Angelitos, ya sin arrugas. A ellos, mientras alguien les recuerde… siempre permanecerán vivos.
Hermano Mayor y Junta de Gobierno de esta querida Hermandad de Jesús Nazareno. Hermana Mari Carmen, como responsable de la Comunidad de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno en la Casa Madre, hermanos y hermanas de esta cofradía hospitalaria… cofrades, amigos…
Quiero agradecer a esta Junta de Gobierno Nazarena, el haberme invitado a presentar un precioso cartel que aún está por descubrir de un auténtico servidor del Nazareno como Manuel Velasco y poder exaltarte a ti, Padre Jesús, en un momento como este, tan especial como dramático. Muchas veces en la vida, ocurren cosas a las que no le encontramos explicación y que llegan como un regalo inesperado. Y este es uno de ellos. Cuando recibí la llamada de José Antonio y mi cerebro ni siquiera se había puesto a pensar que si sí o que si no, ya me había comprometido. Era evidente, que mi corazón se había anticipado a la respuesta. Porque sentimentalmente me siento muy unido a ti, Jesús Nazareno y a ti no puedo decirte que no. Porque sé que tú, a través del personal hospitalario de esta bendita casa, te has preocupado de cuidar a mi madre, cuando yo no podía hacerlo. Porque un uno de noviembre, cuando la ingresaron por Covid, yo sé que tú estabas allí, cerca de ella, siendo el aguaor que hidrató su garganta reseca. Cuando sus pulmones flaquearon, yo sé que tú le diste aliento. La cogiste de la mano. Que fuiste su mejor auxiliar. Incluso el médico que me llamaba cada día, dándome el informe de su estado, sé que hablaba en tu nombre. Lo sé. Y sé también que una de esas espinas de tu corona de dolores por nuestros mayores, una es por ella. También lo sé. Ese dolor que a ella estuvo a punto de vencerla, tú decidiste hacerlo tuyo. Otro más. Tú has hecho posible, con tu inmensa bondad, que hoy pueda seguir diciéndole a mi madre… cuánto la quiero.
Por todo ello, Jesús Nazareno, hoy tenía que estar aquí, dándote las gracias. Te estaré eternamente agradecido.
Y tenía que estar aquí hoy presentando un cartel, que refleja perfectamente el sufrimiento vivido en esta casa de Jesús, durante los meses que ha durado esta pesadilla. Un cartel, en el que ha conseguido representar Manuel, el silencio de una petición de auxilio o la intimidad de una plegaria, a los pies hospitalarios de Jesús Nazareno. Es otro cartel que va a ser expuesto, en esa sala de exposiciones permanente, en que se han convertido los pasillos de este Hogar Nazareno. Pasillos que son también una Carrera Oficial, en la que la madera de sus bancos, son el mejor palco y gratis, desde donde poder contemplar los momentos de gloria que reflejan, cada uno de esos carteles colgados de sus paredes, rememorando esos benditos Jueves de Sol. Ellos andurrean por esos pasillos como si estuvieran callejeando en Semana Santa. Ver a nuestro querido Antonio Gracia, paseando por esta, su segunda casa con su andador, es recordar ese paso racheao con el que un costalero de faja hospitalaria, carga con la cruz del Nazareno. Y cuando hemos visto a un residente como Manuel, paseando por el salón de esta Casa, trajeado y muy derecho con su bastón, era imaginar a un fiscal de paso elegante escoltándote a ti, Nazarena. Y es que vivir en esta casa, hermanos del Nazareno, es como vivir siempre en Jueves Santo. Los abuelos van de un lado a otro, como si fueran por la estrecha Judería. Ellos se sientan a charlar en uno de sus bancos, como hacen los cofrades en las sillas de la Carrera oficial. Los abuelos critican… como hacemos los cofrades en Semana Santa. Y rezan. Rezar… rezan bastante más que nosotros. Y ríen… y se emocionan e incluso lloran… Lo que les decía. Vivir en esta Casa de Jesús, es vivir la Semana Santa en estado puro.
Ellos, nuestros benditos mayores, son realmente afortunados de tenerte a ti como guardián. Eres para ellos, Caballero, de cada uno de sus silencios. Contigo, todo es más fácil. Ellos tienen a Dios en su Casa. Cuando vienen a visitarte a esta capilla… tu habitación, salen siempre contagiados de tu amor. Salen vacunados contra el desánimo. Cuando te rezan charlando, desde la dureza de estos bancos y ven tu rostro inflamado, entran en pánico pensando, que pudieras haberte contagiado tú también. Te ven ahí, encorvado, con los pies tan juntos, con una pesada cruz sobre tu hombro maltrecho, que temen que acabes dando con tus huesos en el suelo. Pero ellos saben que el no caerte es un milagro. Y lo saben, porque en Mérida nació ese primer costalero, que decidió llevar para siempre sobre una cerviz hospitalaria, la cruz de Jesús Nazareno. Él, nació dispuesto a soportar la cruz de los más pobres. Y esa es tu fortaleza, Señor. El amor hospitalario que te ofrece a diario, otro Padre de nombre Cristóbal. Fortaleza que a través de los siglos, han mantenido a esta Congregación en pie, con tu providencia y con su fe. Dos Padres, Jesús y Cristóbal, hacen más liviana la pesada carga que supone para cada uno de nuestros abuelos ya cansados, caer enfermo. Porque el sufrimiento de cada uno de ellos, lo haces tuyo, Señor. Y a ti sus dolores no te pesan. Portas a diario la cruz de sus achaques y tu preciosa cruz, es para ellos ese espejo, donde ven reflejados cada día sus dudas y sus miedos. Salen nuestros abuelos, de este, tú dormitorio sagrado, con esa felicidad única que da el estar enamorado de Jesús. Salen ellos, con sus bastones, andadores o sillas de ruedas, anestesiados en sus dolores, incluso hasta con la piel más tersa y suave. Y es que contemplarte a ti, Jesús Nazareno… rejuvenece.
Vuelven a pasear por el laberinto de pasillos de esta casa, con ganas… hasta de cantar como hace Maruja a la entrada del comedor o deseosos de que la abracen como a una niña, como hace Merceditas. Y todo eso ocurre, hermanos, simplemente traspasando esa pequeña puertecita Nazarena.
Y hablando de puertas… ahora quiero fijar mi atención en ese portón. Y al mirarlo, no puedo evitar acordarme de una voz…
Es una voz para el recuerdo de esta cofradía del Nazareno: la de Andrés Valverde. El, con el pico y la pala de su empeño y constancia, consiguió abrir esa puerta y otras muchas más. Su tenacidad con innumerables visitas, llegó incluso a aburrir al Ayuntamiento, que no tuvo más remedio que dar el permiso para colocar al Padre Cristóbal, donde tenía que estar. En un monumento presidiendo su plaza. Trabajó sin descanso, hasta ver a sus Titulares sobre costal de hermanos hospitalarios. Ha sido Andrés, ese capataz que ha guiado a esta cofradía, durante gran parte de su historia reciente. Se nos fue una persona muy querida para esta Casa Hospitalaria. Se fue “el niño” para madre Teresa. El de las charlas interminables como madre Asunción. En definitiva, se marchó un enamorado ejemplar del Nazareno, que el destino quiso que acabase sus días en esta, su casa. A buen seguro, el bueno de Andrés, estará hoy tallando o restaurando en ese taller que le haya instalado Dios, en la calle que lleva el nombre de Jesús Nazareno, allá arriba. En la Gloria.
Y hablando de Gloria, esa que disfrutáis los hermanos del Nazareno al abrirse esa puerta a las primeras horas del primer día del triduo sacro, esa Gloria, hermanos, este año… tampoco va a poder ser. Haréis penitencia en el templo. En vuestro riguroso silencio, no sonará esa música sublime que interpreta la palma de una mano del Diputado Mayor, golpeando tres veces esa bendita puerta. Su apertura permitiría de nuevo al sol, entrar un año más, en esta su Capilla. Tampoco volverá a arder la cera amarillo tiniebla, de cada uno de sus nazarenos de negro hospitalario, porque no habrá celador que pueda con su pabilo encenderla. Ni estará Juanito, el Cerrillo chico, con su canastilla o naveta, cual angelote de Jesús Nazareno, para darle al incienso la oportunidad de volver a ratificar, un año más, su amor eterno por el carbón. Solo habrá, como la Semana Santa pasada, recuerdos de crespones negros colgados de demasiados balcones, ondeando al viento en San Agustín o San Andrés. Volverá este año el silencio a cantar esa saeta, que sonará como un auténtico quejío en vuestro corazón Nazareno. Será este año de nuevo, para todos, la penitencia más dura. La terrible penitencia de lo ausente. Penitencia que supera con creces, sin duda, la de ir descalzo por calles mal asfaltadas o arrastrar el peso de unas cadenas. En el corazón de cada hermano del Nazareno, habrá de nuevo un vacío… como ese vacío que deja Jesús Nazareno cada Jueves Santo, en un Sagrario muerto… abierto de par en par.
Pero el virus, hermanos, nos podrá atemorizar, quitarnos la libertad, incluso matarnos, pero jamás podrá robarnos la ilusión de poder soñar. Eso nunca…
Soñemos con volver a vivir un Jueves Santo de manga corta y gafas de sol. De ver a niños felices, mostrando su sonrisa, libre de mascarilla, jugueteando con su querida amiga la bola de cera. De ver desfilar a pequeños acólitos del colegio Jesús Nazareno, bien repeinados, más limpios que un jaspe y con su sonrisa siempre puesta. Quiero ver a gente que anda con prisa, para poder cumplir con lo que marca su librito de itinerarios. Queremos volver a ver mochilas repletas de ilusión y bocadillos. De ver a costaleros que se besuquean y abrazan antes de colocarse bajo las trabajaderas de sus Titulares Nazarenos. De escuchar saetas con más voluntad que acierto. De que nos duelan los pies de tantos pisotones. De ver las calles repletas de cascaras de pipas, por mucho que nos moleste y nos duela. Queremos volver a sentir como caen pétalos sobre nuestras cabezas, al rebosar de tu palio, después de una levantá al tirón. Quiero volver a ver, aunque no llegue a entenderlo, a capillitas que se santiguan cuando pasa delante de ellos, una Agrupación Musical de campanillas. Quiero que mis oídos lleguen a irritarse de escuchar tantos vivas y piropos. De escuchar aplausos en levantás mediocres. Quiero volver a ver una bulla a la puerta de un templo como este, mandando a paseo la dichosa distancia social. Quiero volver a ver a nazarenos elegantes que salen de su casa, orgullosos de llevar de la mano, a su cofrade más pequeño. Sé qué queréis volver a ver al de la radio como microferario delante de vuestra Nazarena, escuchando como le cuenta a la audiencia… que un dolor, no se puede tallar más bello. Quiero que mi corazón vuelva a tocar en silencio la marcha real, cuando pueda volver a rezarle a Jesús Nazareno en su plaza. Quiero volver a ver como se asoman las gitanillas de los balcones, ofreciéndose voluntarias a exornar tu palio, Nazarena. Sé qué queréis que vuestras manos dejen de estar pegajosas por el gel y vuelvan a estar pringosas por una torrija empalagosa. Queremos que el incienso vuelva a purificarnos por dentro. Queremos, necesitamos volver a ser felices en una Semana Santa repleta de sol. Sé que tú quieres lo mismo. Y que tú. Que todos queremos lo mismo, pero… para eso toca esperar…
Pero mientras ese momento llega, hermanos del Nazareno, cierra los ojos y sueña…
Sueña con los que están en primera fila, en la puerta de esta Residencia el día más esperado. Sueña con calor, poniendo coloradas esas caritas ilusionadas de nuestros abuelos, cuando se sitúan en un palco de honor, para volver a encontrarse en plena calle, con su Jesús Nazareno. Porque… aunque tú vayas cargado con la cruz de los que ya no tienen memoria, ellos de ti nunca se olvidan. Y te seguirán hablando de tú, porque eres parte de su familia: “Yo quejándome de mi cintura y llevas tu corona de espinas…”-te dice una abuela desde su silla de ruedas. Caminas en nuestra imaginación sobre tu trono de rocalla y plata, con tus severos hachones temblando a cada levantá por el parkinson. Y cruje la madera de tu canasto a cada suave mecida, como si también tuviera artrosis. “Si me respondieran las piernas, no me soltaría de tu manigueta…” -dice un abuelo vestido con su traje de gala. “Padre mío, ayer me enfadé contigo, pero ya se me ha pasado…” –te dice una abuela, lanzando un puñados de besos al aire. A Jesús Nazareno se le ve algo torpe al andar, pero poco para ser un abuelo con 2000 años a cuestas. Tras El, en este hermoso sueño Nazareno, pasa un palio de negro respeto. El palio del respeto inmenso… por nuestros queridos y benditos mayores.
Un cortejo de nazarenos de luto riguroso, del que destaca un hábito morado recuerdo de tu pasado, sigue soñando hacia la Catedral. La Catedral… ese Gólgota, donde acaban en Córdoba todos los Vía Crucis penitenciales. Allí, cuando se abra la Puerta de las Palmas, en un calvario de piedra y mármol, acabará tu penitencia, Nazareno. Darás tus últimos pasos, entre hileras de columnas, que traen a tu memoria, una a una, el cruel y brutal azote. Entre párpados inflamados, a tus ojos aún le quedan fuerzas para atisbar de reojo a tu libertador: al Santísimo. Te quedan pocos pasos que dar sobre una alfombra de mármol. La Mezquita-Catedral permite a sus columnas que se hagan varales, para soportar el peso de una techumbre, que se transforma para ti en palio de respeto. Aparecen los arcos de herradura y medio punto que te escoltan, salpicados de rojo de la poca sangre que te va quedando. Plata bajo tus pies, y oro en el mihrab compitiendo con el brillo dorado de tu cruz. Verte en tu canasto en la Capilla de Villaviciosa, es como si la sillería de la Catedral te hubiera prestado su caoba para ser tu trono. La estación de penitencia de tu calvario va tocando a su fin. Los últimos metros de la Calle de tu Amargura…
Se detienen tus cuatro zancos ante el Altísimo y le entregas a Dios tu cruz como si imaginásemos un ceremonial teatral origen de nuestra Semana Santa. Dios se hace orfebre, para que quede grabado para siempre en el Inri de tu cruz… Jesús Nazareno, Rey de sus Mayores.
La luz se vuelve cegadora. Tus cuatro hachones amarillo tiniebla encendidos, se transforman en cera blanca de cirios pascuales. Entraste en la Catedral como un hombre maltratado y humillado y sales hecho Dios mismo… Entraba Jesús Nazareno por el Arco de Bendiciones y sale al Patio de los Naranjos, Jesús… ya resucitado.
En este sueño, hermanos del Nazareno, es la hora de iniciar la vuelta a casa una vez cumplido el objetivo penitencial. En lo alto de la torre de la Catedral la luna se hace protagonista y, tú, Madre, con tu belleza intacta a pesar del inmenso dolor, vuelves a casa, con la cera de tu candelería, ya bastante vieja, cansada, gastada… Llegas aquí de nuevo, cargada con todas las lágrimas de cada uno de tus mayores. Entras en esta Capilla en el ocaso del Jueves Santo, siendo la Reina del Dolor. La cera de tu Palio, va a seguir encendida toda la madrugada, porque cada uno de esos cirios encendidos, son los ruegos, peticiones e incluso temores de tus hijos más mayores. Cuando se depositan los cuatro zancos de tu palio, en esta pequeña Catedral hospitalaria, todo llega a su fin. A Jesús Nazareno, una vez cerrado ese portón, aún le queda tiempo para entrar en cada habitación de esta casa y dar un último beso de buenas noches. Porque hay alguien que te espera, charlando con sus retratos en blanco y negro de su mesilla de noche… Ella conversa con su familia enmarcada en vieja plata gastada. Y ella sigue anhelando un nuevo día con esa llamada de teléfono esperada o esa visita que nunca llega. Pero antes de que quede dormida en medio de su tertulia con sus queridos retratos, llegas tú, Padre… porque tú siempre llegas:
– Gracias, Señor por venir. Estaba impaciente. Ya puedo dormir tranquila. ¿Me dejas que te quite esa espina? -dice la abuela.
– Deja, deja. A mi esas espinas no me duelen. –dice el Señor.
– Que manos más frías tienes, Señor. Déjame que te las caliente…
– Duerme. Duerme y no olvides soñar con ser feliz.
Queda dormida la abuela, con una sonrisa de labios gastados. La misma sonrisa interior que duerme cada noche, en cada una de las camas de esta Casa de Jesús Nazareno. Cierto es, que en los comienzos de la rica historia de vuestra cofradía, por la devoción de la nobleza cordobesa, a ti Jesús Nazareno, te nombró la historia, Señor de los Señores y con justicia. No seré yo quien lo ponga en duda. Pero… no debe haber nada nada más Real, ni más Ilustre para esta cofradía del Nazareno que sus benditos mayores. Por eso hoy, en este antiguo hospital de San Bartolomé, cuando se cumplen 50 de la reorganización de esta cofradía, este humilde pregonero, ha querido exaltar un día como el de hoy, día de Andalucía, a Jesús Nazareno, como… Padre y Señor… de nuestros mayores.
Pregón pronunciado por Rafael Fernández Criado en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno el 28 de febrero de 2021.