Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de «no juzgar», te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos nosotros con las nuestras.
Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.
Haznos sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.
Tú, que nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro. Amen.