Evangelio 26° Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48):

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

Palabra del Señor

DIBUJANDO EL ROSTRO DE LA IGLESIA DE JESÚS

Jesús había comenzado una especie de «cursillo intensivo» para ayudar a madurar a sus discípulos y aclarar cómo ha de ser el rostro de su Comunidad. Ya meditamos el domingo pasado los primeros «temas» de ese cursillo.  Hoy se presenta uno de los Zebedeos contando un «incidente» a propósito de alguien que andaba expulsando demonios en el nombre de Jesús y «se lo hemos querido impedir». ¡Ay qué pronto empezamos con prohibiciones, impedimentos y controles! ¿Y cuál es la razón para semejante «iniciativa»?

El  problema es que “no es de los nuestros”. No forma parte de nuestro grupo, dice el apóstol. Literalmente traducido: «no nos sigue a nosotros». Así que lo que les inquieta no es si “está o no con Jesús”, sino que “no está con nosotros”. Tampoco importa que “haga milagros”, “eche demonios”, “luche por la liberación de los demás”. Todo eso tiene poco valor para ellos. Lo que les importa es que “no es de nuestro equipo”, “no es de nuestro partido”, “no es de nuestra mentalidad”, “no habla nuestra lengua”, “no es de nuestro color”, “no es de nuestra clase social”, “no tiene nuestra religión”…

El grupo de los discípulos ha ocupado el lugar de Jesús, se sienten «dueños» de él. Aquel exorcista “no es de los nuestros”. El punto de referencia no es Jesús, sino “nosotros”. No importa si hace el bien, lo que importa es que “no es de los nuestros”. La comunidad apostólica aparece intolerante y sectaria, preocupada por su expansión y por el éxito del grupo. Juan personifica la actitud natural del que se preocupa de conquistar adeptos y de reforzar el propio grupo eclesial. No parece preocuparles la salud de la gente, sino su prestigio grupal. La queja del Zebedeo pone de manifiesto los celos del grupo ante el extraño, y deja entrever que la autoridad que Jesús les había concebido la han interpretado no en clave de servicio, sino como privilegio y esclusividad.

El reproche de Jesús quiere corregir la mirada de los suyos para que se fijen, no tanto en «quién» tiene esa autoridad, quién hace exorcismos, quién usa su nombre… cuanto en el servicio y el bien que se realiza con ella. Lo primero y más importante no es que crezca el pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo. Lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Lo primero no es si tiene permiso, si está bautizado, si es creyente, si practica, si su vida está conforme a las prescripciones religiosas…. sino QUE HACE EL BIEN.

Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el Reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia. Pues no.

En su recientísimo viaje a Bratislava, decía el Papa Francisco:

La Iglesia no es una fortaleza, no es una potencia, un castillo situado en alto que mira el mundo con distancia y suficiencia, sino más bien es la comunidad que desea atraer hacia Cristo con la alegría del Evangelio. El centro de la Iglesia no es ella misma. Salgamos de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad… Adentrémonos en cambio en la vida real, la vida real de la gente. A las nuevas generaciones no les atrae una propuesta de fe que no les deje su libertad interior, no les atrae una Iglesia en la que sea necesario que todos piensen del mismo modo y obedezcan ciegamente.

Estas cosas nos ocurren demasiado. En la tremenda polarización desatada en este tiempo, resulta que si el partido que gobierna no es de los nuestros… no hará nada bien. Siempre miente, siempre tiene ocultas intenciones, se equivoca de objetivos, es «el enemigo» que hay que derribar como sea… ¿De verdad que «el otro» no hace nada bien? ¿De verdad que no podemos encontrar puntos de encuentro y colaboración? ¿Sólo «los míos» lo harían mejor? ¿La actividad política no consiste en buscar consensos, acuerdos, unir fuerzas…?

Y lo mismo ocurre en el ámbito religioso: si no es de nuestro grupo-movimiento-parroquia, si no es de los nuestros… mejor no arrimarse ni mezclarse. Es como si dijeran «nosotros tenemos la verdad y correcta interpretación del Evangelio». No lo dicen, pero es como si lo dijeran. Sólo nuestros curas, nuestras celebraciones, nuestros cursillos, nuestros retiros, nuestras ideas, nuestros… Recuerda uno aquello que decía Machado: «¿Tú verdad? no, la verdad;  y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela». Cuando no queremos escuchar la opinión del otro y dialogar con él, es que no nos interesa la verdad, sino la seguridad que me proporciona «mi» verdad. El buscador y defensor de la verdad y el bien no le cierra la boca al que tiene otras ideas, ni lo convierte en enemigo, ni le prohíbe seguir pensando, investigando o expresándose, ni intenta controlar sus obras…

Y el grupo de Jesús es el que tiende puentes, el que crea comunión, el que sabe apreciar el bien venga de donde venga, el que suma fuerzas, el que se alegra de la riqueza de lo diferente, sin pretender uniformar, imponer, silenciar, excluir… «Católico» significa espíritu universal, que sabe descubrir lo valioso en los otros, siempre en búsqueda de la Verdad (1ª lectura), dialogando, porque de los otros siempre hay algo que aprender.

Otra advertencia importante de Jesús tiene que ver con el «escándalo». En la Biblia el «escándalo» no indica un mal ejemplo o un hecho indignante, sino una «trampa», algo que hace tropezar. A Jesús lo tacharon de escándalo sus adversarios, porque sus enseñanzas les descolocaban, les hacían dudar, les perturbaban. Aquí Jesús piensa en los que obstaculizan la fidelidad a él y a su palabra, hacen caer en el pecado, apartan a alguien de la fe, no le dejan «entrar en la vida».  Los “pequeños” que creen en Jesús, son los miembros más débiles de la comunidad. Y también lo que a uno mismo le hace tropezar, caer, perderse.

Con frases muy duras, propias de la cultura judía, Jesús menciona la mano, el pie, el ojo.

  • La mano: simboliza la actividad, lo que hacemos. Si nuestras obras nos hacen tropezar, es conveniente cortar con ellas por lo sano, para no acabar en el basurero. El mal obrar, el actuar con intenciones perversas o equivocadas, nos lleva al tropiezo, nos separa del Reino.

• El pie hace relación al camino, pues los senderos (metas) determinan a dónde vamos, como también a quién seguimos (modelos). El «camino» es, en la cultura semita y en muchas otras, simboliza el modo de vivir. Si nuestro estilo de vida nos hace tropezar, nos aparta de los caminos de Dios… es conveniente una buena poda.

• El ojo: Varias citas del Antiguo Testamento relacionan el ojo con un estilo de vida altanero, egoísta y aferrado a las riquezas. El ojo es símbolo de la relación con los bienes materiales; un ojo bueno/sano no es avaro ni envidioso; un ojo malo/enfermo es el que codicia y retiene para sí, desea desordenadamente. Si nuestra relación con las riquezas o bienes nos hace tropezar, si existimos para acumular y no compartir, si nuestras ambiciones y deseos no son adecuados…  acabaremos en el «basurero», y perderemos el Reino, que es plenitud de la vida compartida.

Es decir:  “Si tu manera de actuar (mano) te pone en peligro –te hace vivir desde y para la ambición-, cámbiala. Si vas por un camino equivocado (pie), que no lleva a la entrega y al servicio, modifica el rumbo. Si tus deseos (ojo) no van en esa misma línea de amor servicial a todos, transfórmalos”.

Escandaliza todo aquel que, con su actuación, obstaculiza o hace más difícil la vida digna y humana de los demás. Aunque la advertencia va para todos, especialmente tiene que ver con los que tienen responsabilidades, por ejemplo, en este sistema económico tan injusto, con la mala gestión política y la corrupción, con malos ejemplos de vida… deshumanizadores. Hemos escuchado la advertencia del Apóstol Santiago: «Mirad el jornal de vuestros obreros… Habéis vivido con lujo sobre la tierra»… Y también, claro, los que tienen responsabilidades pastorales, educativas…

En fin. Como decía Moisés: «¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!». ¡Ojalá que nadie del Pueblo del Señor escandalizara! ¡Ojalá que el centro de la Iglesia (y de la sociedad) fueran siempre las necesidades de los más pequeños!.

Comunicación Inicio del Proceso Electoral 2021

COMUNICADO OFICIAL

La Junta Electoral constituida al efecto comunica a todos los hermanos el inicio del proceso electoral para la elección de Hermano Mayor que culminará el próximo día 14 de noviembre de 2021 con Asamblea General Extraordinario de Elecciones.

El plazo de presentación de candidaturas transcurrirá desde el día 15 de septiembre hasta el 14 de octubre de 2021.

La Junta Electoral

Exaltación y Presentación de los Actos del 50° Aniversario

El próximo sábado 25 de septiembre a partir de las 20:00 h. en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno tendrá lugar la Presentación de los Actos que la Cofradía de Jesús Nazareno ha preparado con motivo del 50º Aniversario de su reorganización.

El acto comenzará con la intervención del Rvdo. P. D. José Antonio Rojas Muriana, Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria y hermano de la Cofradía desde su refundación.

D. Jose Antonio ha sido la persona designada por la Junta de Gobierno para exaltar los 50 años de historia reciente. Para su elección se ha tenido muy en cuenta su fuerte vinculación a la Casa de Jesús Nazareno, el cariño y dedicación que ha tenido a la Cofradía y su predisposición con las distintas Juntas de Gobierno a lo largo de estos años, donde hemos podido contar con su presencia y predicación en las celebraciones más importantes de nuestra corporación.

Sus acertadas reflexiones y su sencilla predicación han ayudado a las distintas generaciones de cofrades de Jesús Nazareno a experimentar un encuentro más profundo con Jesús Nazareno. Siempre quedarán en el recuerdo sus aportaciones en los momentos más duros de la pandemia, donde nos invitaba a confiar en Jesús Nazareno y su Bendita Madre, María Santísima Nazarena para sobrellevar con Fe la difícil situación que estábamos viviendo.

Su participación en el humilde homenaje que la Cofradía quiso hacer en memoria de Andrés Valverde Luján, nos mostró el cariño que profesaba por una de las personas que más ha hecho por la Cofradía en estos cincuenta años y la ingente cantidad de historias y anécdotas que ha atesorado a lo largo de este medio siglo de historia.

Como Director de la pastoral penitenciaria de Córdoba, D. José Antonio fue destinado el pasado 2 de agosto al nuevo centro “San Gabriel “, residencia que el Obispado de Córdoba ha inaugurado en el antiguo Seminario “Santa maría de los Ángeles” de Hornachuelos para la reinserción de las personas que salen de prisión y que no tienen ningún tipo de ayuda familiar y social. Desde su nueva misión de acompañar y guiar a estas personas en su vuelta a la normalidad, nos ofrecerá un nuevo testimonio de servicio y ayuda a los demás.

A continuación, tendrá lugar la presentación de la obra que el artista cordobés Juan Manuel Ayala Ramos ha realizado para la Cofradía y que servirá para ilustrar el cartel que se ha editado con motivo del 50º Aniversario.

No se puede entender la calle Jesús Nazareno sin la presencia de uno de sus vecinos más conocidos. Desde su estudio en la plaza del Beato Padre Cristóbal, Juan Manuel ha visto y ha pintado la historia de la Cofradía durante estos cincuenta años.

Juan Manuel Ayala no acostumbra a firmar sus obras, pero la rúbrica no es necesaria para identificar su más que reconocible estilo y factura de sus obras. Es uno de los pintores cordobeses más entrañables y que se mantiene en la más absoluta intimidad y austeridad. Lejos de la fama ansiada por otros muchos artistas, Juan Manuel pinta no para la admiración de los demás, sino como desarrollo de su espiritualidad y de su persona. Su obra es muy rica y fácilmente identificable, tal es su representativo y peculiar estilo que recuerda a los más grandes pintores de siglos pasados.

Un gran artista, pero sobre todo una gran persona. Juan Manuel siempre ha estado ayudando y colaborando con la Cofradía desde sus inicios. Su devoción a Jesús Nazareno y a María Santísima Nazarena se puede ver y sentir en las pinturas que a lo largo de estos años ha realizado de Nuestros Sagrados Titulares, con las que consigue transmitir la unción Sagrada de los siglos de devoción que atesoran.

Juan Manuel forma parte de la historia reciente de la Cofradía y por ese motivo la Junta de Gobierno ha querido contar con él para que realizase esta representativa obra con la que ilustrar el quincuagésimo aniversario de la corporación. Su firma, en esta ocasión, no es sólo una señal para identificar la autoría, si no que forma parte intrínseca de la obra, como parte de la historia que nos narra a través de sus pinceladas.

Evangelio 25° Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

Palabra del Señor

NO ENTENDÍAN LO QUE DECÍA JESÚS

Llama la atención el despiste generalizado de los discípulos de Jesús. Siendo personas que lo han dejado todo por estar con él, que caminan cada día con su Maestro, y con Él conviven y comparten… y sin embargo casi no se enteran de nada.

Jesús iba «instruyendo a sus discípulos», dice Marcos. Es decir, les estaba transmitiendo algo que ellos debían retener, asimilar… y, como les pasa a veces a los estudiantes, los discípulos «no entendían aquello». Puede ser algo normal en alguien que está aprendiendo, que le cueste. Pero nunca es conveniente quedarse con las dudas: «Tenían miedo de preguntarle». ¿Por qué ese miedo? ¿Por dejar al descubierto su ignorancia? ¿Por no disgustar o entristecer a su maestro?

Esta es la segunda vez que oyen esta advertencia de Jesús. Aún podían recordar su reacción, con no poco enfado, cuando Pedro había intentado disuadirlo de la trayectoria hacia la cruz. En este punto el Maestro reaccionaba con dureza, no estaba abierto a dialogar ni a consentir que nadie le llevase la contraria o le propusiera otras opciones.

En este ocasión lo de «no entender» es «no querer enterarse». El destino que le espera al Hijo del hombre es incompatible con las creencias religiosas inculcadas por los rabinos, además de que no encaja con sus expectativas. ¿Cómo van a aceptar la idea de que Dios abandone a su elegido en manos de los malhechores? Tenían a su favor no pocos ejemplos de la tradición bíblica. Por ejemplo las palabras que el amigo sabio le decía a Job: “¿Recuerdas que algún inocente haya perecido? ¿Dónde se ha visto un justo exterminado?” (Job 4,7). O lo que proclamaba el Salmista: “Fui joven, ya soy viejo: Nunca he visto un justo abandonado” (Sal 37,25). O sea: ¿cómo comprender y aceptar que un Dios justo consienta la derrota y la muerte del Justo, del Hijo del hombre, de Jesús, el Hijo del Padre? Tendrá que ocurrir el acontecimiento Pascual para que puedan empezar a comprenderlo.

Para no pocos creyentes, este punto sigue siendo motivo de incomprensión y de escándalo: ¿Cómo Dios no evita que mueran los buenos, los justos, sus seguidores?¿Cómo podemos seguir afirmando que Dios es «Justo»? Así que no resulta extraño que, al escuchar por segunda vez este mismo anuncio, los discípulos no asuman el escándalo de la pasión del Mesías. Y se repliegan en sus cosas, en sus intereses, en sus pretensiones…

Queda claro que entre los discípulos y su Maestro había una distancia que hacía imposible el auténtico discipulado, pues no se hacían cargo del camino y del destino que ellos mismos debieran seguir. No estaría de más que nos preguntemos por las distancias que tenemos nosotros con Jesús. Porque muchas de sus enseñanzas tampoco las entendemos, y entonces seguimos como siempre: con nuestras cosas, ideas, pretensiones, obsesiones y manías… muy alejadas de las de Jesús.

Al llegar a Cafarnaúm, el Maestro les pregunta: “¿Qué estabais discutiendo por el camino?” (v. 33). Más que una pregunta es un reproche. Sabe de sobra la acalorada discusión que se traían durante el viaje. Y los discípulos callan, se sienten «pillados», avergonzados. Saben lo fuertemente que reacciona el Maestro cuando sale a relucir lo de buscar los primeros puestos.

El tema de las jerarquías y precedencias era muy debatido entre los rabinos. Necesitaban asignar cuidadosamente los puestos de honor a quienes les correspondían. Hasta debatían sobre las diferentes categorías de santos en el cielo. Los «justos» (según la Ley), naturalmente, tenían aseguradas las posiciones de prestigio; mientras que las personas impuras, los pobres de la tierra estaban destinados a la más completa marginación.

Jesús «se sienta», es decir asume la posición del rabino que se dispone a impartir una lección importante. Entonces llama a sus discípulos y les pide que se acerquen, quizá porque los siente distantes, lejos de él. Finalmente pronuncia su juicio solemne sobre la verdadera grandeza: “El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos” (v. 35). Es la síntesis de su propuesta de vida. En la comunidad cristiana, quien ocupa el primer puesto, debe dejar a un lado toda pretensión de grandeza. La Iglesia no es un trampolín para alcanzar posiciones de prestigio, para sobresalir, para conseguir el dominio sobre los demás.

En una de sus homilías, el Papa Francisco comentaba:

“Algunos siguen a Jesús, pero un poco, no del todo conscientemente, un poco inconscientemente. Pero buscan el poder. El caso más claro es Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo, que pedían a Jesús la gracia de ser primer ministro y viceprimer ministro, cuando viniera el Reino. ¡Y en la Iglesia hay trepadores! Hay tantos que usan a la Iglesia para… ¡Pues si te gusta trepar, te vas al Norte y haces alpinismo: es más sano! ¡Pero no vengas a la Iglesia a trepar! Y Jesús reprocha a estos trepadores que buscan el poder”. (5 de mayo de 2014).

No, la comunidad de Jesús es ese lugar donde cada cual, con los dones recibidos de Dios, muestra su grandeza en el servicio humilde a los hermanos. A los ojos de Dios, el más grande es quien más se parece a Cristo que se hizo servidor de todos (cf. Lc 22,27). Para inculcar mejor la lección, Jesús hace un gesto significativo (vv. 36-37): Llama a un niño, lo coloca en el medio, lo abraza y agrega: “Quien acoge a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe”. Los niños son presentados por Jesús como símbolos del débil e indefenso que necesita protección y cuidado. En tiempos de Jesús, como hoy, los niños eran amados, pero no tenían relevancia social, no contaban nada desde un punto de vista legal, e incluso eran considerados impuros porque transgredían los requisitos de la ley. Queda claro el gesto de Jesús: quiere que la comunidad de sus discípulos ponga en el centro de su atención y esfuerzos a los más pobres, a los que no cuentan, los marginados, las personas impuras. Esos que el poeta uruguayo Galeano llamó «los nadies»:

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados…

(corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.)

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.

Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que las balas que los matan. (E GALEANO, El libro de los abrazos)

En su viaje a La Habana (septiembre de 2015), explicaba el Papa:

Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Un amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Las personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, son las que estamos invitados por Jesús a defender, a cuidar, a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de nuestros hermanos, luchar por su dignidad y vivir su dignidad. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles.

Quedémonos hoy con estas palabras: acoger y servir a los niños de todas las edades, a los «nadies» de hoy. (También hay dentro de cada uno un «niño» que espera ser acogido). Y tachemos de nuestro diccionario personal y comunitario estas otras: mandar, mangonear, buscar el poder, el prestigio, trepar, ser primeros…

Solemne Función en honor a María Santísima Nazarena

Evangelio según San Lucas 8, 4-15

En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el ciento por uno». Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» El les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando».

También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra da siempre frutos.

Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?

Esta tarde a las 20:30 h. tendrá lugar las Solemne Función Principal en honor a María Santísima Nazarena en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno presidida por el Ilmo. Sr. D. Agustín Paulo Moreno Bravo.

3° Día Triduo María Santísima Nazarena

Evangelio según San Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a nosotros no nos llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella época. Jesús no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Recordamos a Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con autenticidad y lucharon contra la corrupción de la propia comunidad cristiana. Damos gracias a Dios por su valentía y su amor a la Iglesia.

Recordamos a nuestras madres y abuelas, a todas las mujeres importantes para nosotros, cuya entrega ha hecho que hoy podamos disfrutar de una vida mejor. Gracias por su generosidad.

Recordamos las mujeres que hoy en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la justicia, de la paz, de las mujeres maltratadas… Señor, que su trabajo siga dando buenos frutos.

Acuérdate de las mujeres que son víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.

Te pedimos por aquellas mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza, para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo y solidario.

Te pedimos también por nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu ayuda, fuertes y sensibles, creyentes y comprometidas, libres y felices. Amén.

El tercer día de Triduo en honor a María Santísima Nazarena se aplicará por las intenciones de los siguientes hermanos:

Comunidad Jesús Nazareno

D. Fermín Pérez Martínez

Familia Alamillos Hinojosa

Familia Ayala Ramos

Familia Barrios Mejías

Familia Carrasco Chacón

Familia Castillero Martínez

Familia del Arco Santos

Familia del Pozo González

Familia Escribano Mesa

Familia Sánchez Monje

D. Santiago Tirado Pérez

2° Día Triduo María Santísima Nazarena

Evangelio según San Lucas 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora». Jesús tomó la palabra y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». El respondió: «Dímelo, maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?». Simón contestó: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se le perdona, poco ama». Y a ella le dijo: «Tus pecados están perdonados». Los demás convidados empezaron a decir entre sí: «¿Quién es esté, que hasta perdona pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

¿Podremos calcular algún día todo lo que nos ha dado el Señor? ¿Llegaremos a darnos cuenta de todo lo que cada día nos perdona Dios? Es imposible, pero al menos hemos de reconocerlo y agradecerlo.

Aquella mujer expresa su amor a Jesús ungiendo sus pies con perfume y secándoselos con sus cabellos. ¿Cómo expresamos nosotros nuestro amor y nuestra gratitud al Señor? ¿Que le dices?

“Tus pecados están perdonados” ¡Cuanto bien nos hace escuchar estas palabras! ¡cuanto bien nos hace celebrar el perdón de Dios en el sacramento de la reconciliación!

Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ábreme!…
Déjame amarte, así, tal como eres.
No hace falta que cambies para abrirme la puerta.
Así, tal como eres, yo te amo, te doy mi pan y mi vino, mi fuerza y mi alegría, te doy la luz para afrontar y superar las dificultades de la vida, te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor; Te doy a mi Madre, para que te cuide como me cuidó a mí.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ámame como eres, y déjame que te ame así, como eres. Amén.

El segundo día de Triduo en honor a María Santísima Nazarena se aplicará por las intenciones de los siguientes hermanos:

Familia Espinosa Portero

Familia Fernández Buzón

Familia Gaitán Cáceres

Familia Gallego Santofimia

Familia García Cantero

Familia García Ruiz

Familia García Sepúlveda

Familia García Torres

Familia Garrido Gala

Familia Gavilán Varo

Familia González Luna

Familia González Ruiz

Familia Gracia Gallego

Familia Herencia Caballano

Familia Hernández Pérez

Familia Hueso Pulido

Familia Jurado Misas

Familia López Gallardo

Familia López Pérez

Familia Martínez Cerrillo de Dios

Familia Molina Luque

Familia Morilla González

1° Día Triduo María Santísima Nazarena

Evangelio según S. Juan 19,25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Señor Jesús, aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz, con tu Madre y el discípulo amado.

Te pedimos perdón por nuestros pecados
que son la causa de tus sufrimientos de ayer y hoy.

Te damos gracias por haber pensado en nosotros en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.

Virgen Santa, acógenos bajo tu protección y haznos cercanos a tus hijos que sufren.

San Juan, alcánzanos la gracia
de acoger como tú a María en nuestra vida y para seguir a Jesús con ella y como ella. Amén.

El primer día de Triduo en honor a María Santísima Nazarena se aplicará por las intenciones de los siguientes hermanos:

Rvdo. P. D. Jose Luis Moreno Modelo

Familia Moreno Expósito

Familia Moreno Padilla

Familia Muñoz Almoguera

Familia Muñoz Medina

Familia Muñoz Rosales

Familia Nieto Camuñas

Familia Nieto Romero

Familia Parejo Peinado

Familia Pérez Salar

Familia Romero Morilla

Familia Ruiz Hidalgo

Familia Ruiz García

Familia Salas Muriel

Familia Santiago Moreno

Familia Santos Dueñas

Familia Sanz Cano

Familia Tavera Rodriguez

Familia Tirado Pérez

Familia Valeriano Sanchez

Familia Valverde Serrano

Familia Velasco Valdivia