María Nazarena, muestranos el camino

Oración para hoy domingo 8 de noviembre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh María Nazarena,
tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que al pie de la cruz te asocias te al
dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Oh Madre Nazarena ,
tú sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás,
como lo hicisteen Caná de Galilea.
Intercede por nosotros ante tu Hijo Jesús Nazareno,
el Divino Médico,
por aquellas hermanas hospitalarias, residentes y trabajadores que han enfermado, por quienes son más vulnerables.
Intercede también por quienes cargan la responsabilidad de proteger la salud
y seguridad de los demás y por quienes
atienden al enfermo y buscan una cura.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Evangelio 32° Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: «¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor

«¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!»

Hoy, se nos invita a reflexionar sobre el fin de la existencia; se trata de una advertencia del Buen Dios acerca de nuestro fin último; no juguemos, pues, con la vida. «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio» (Mt 25,1). El final de cada persona dependerá del camino que se escoja; la muerte es consecuencia de la vida -prudente o necia- que se ha llevado en este mundo. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús, pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino.

La parábola es una llamada de atención muy seria. «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13). No dejen que nunca se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, de la fraternidad y de la caridad mutua. Nuestros corazones, llenos de luz, nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados y conocerán el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.

Por eso, cuando el Concilio Vaticano II, que escoge en la Biblia las imágenes de la Iglesia, se refiere a esta comparación del novio y la novia, y pronuncia estas palabras: «La Iglesia es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado, a la que Cristo amó y se entregó por ella para santificarla, la unió consigo en pacto indisoluble e incesantemente la alimenta y la cuida. A ella, libre de toda mancha, la quiso unida a sí y sumisa por el amor y la fidelidad».

Jesús Nazareno, fuerza sanadora

Oración para hoy sábado 7 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno , tú atravesaste pueblos y villas “curando toda dolencia y toda enfermedad.” Por tu mandato, los enfermos fueron curados. Acude a nuestra ayuda hoy, en medio de esta pandemia del coronavirus, te pedimos por toda nuestra Residencia, para que podamos sentir tu amor curativo.
Ayuda y auxilia a las hermanas hospitalarias, residentes y trabajadores que están sufriendo los efectos de esta enfermedad. Que puedan recuperar sus fuerzas y sanar mediante un buen cuidado médico. Jesús Nazareno, sanador de todo, acompáñanos en estos tiempos de incertidumbre y pena
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús Nazareno, Dios de Misericordia

Oración para hoy viernes 6 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, Dios de misericordia y amor,
ponemos en tus manos amorosas
a nuestros hermanos y hermanas de nuestra Residencia
que has llamado de esta vida a tu presencia, debido a ésta pandemia que estamos viviendo.
En esta vida les demostraste tu gran amor,
y ahora que ya están libres de toda preocupación
concédeles pasar con seguridad las puertas de la muerte
y gozar de la luz y la paz eterna.
Habiendo terminado su vida terrena recíbelos en el paraíso,
en donde ya no habrá tristeza ni dolor,
sino únicamente felicidad y alegría junto a Ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Madre Nazarena, madre de amor

Oración para hoy 5 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

María Nazarena, mira a tus hijos en esta hora de preocupación y sufrimiento
por un contagio que siembra temor y aprensión en nuestra Residencia,
y en nuestras familias.
Tú que conociste la incertidumbre ante el presente y el futuro,
y con tu Hijo también recorriste los caminos del exilio,
recuérdanos que él es nuestro camino, verdad y vida
y que solo él, que venció nuestra muerte con su muerte,
puede liberarnos de todo mal.
Madre Nazarena, Tú, que junto a la cruz del Hijo,
también has conocido el sufrimiento:
calma nuestros dolores con tu mirada maternal y tu protección.
Bendice a los residentes, y hermanas hospitalarias, que viven estos días con el miedo,
a los trabajadores que se dedican a ellos con amor y coraje,
a las familias con jóvenes y ancianos,
a la Iglesia y a toda la humanidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre Cristóbal, auxilio de los más débiles

Oración para hoy 4 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Querido Beato Cristóbal de Santa Catalina, intercede ante Jesús Nazareno que es médico de los cuerpos y las almas, de fortaleza y
paciencia a todos los trabajadores de nuestra Residencia para afrontar los trabajos que genera la epidemia y ayudar con
generosidad a los hermanos que viven en la angustia.
Y así, les conceda salud de alma y cuerpo a las Hermanas Hospitalarias, residentes y trabajadores que sufren el contagio de la enfermedad, a fin de que, salvados ambos, sientan la
plenitud de los auxilios del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús Nazareno, escúchanos!

Oración para el martes 3 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, escucha nuestra ferviente oración por
todos los que sufren del coronavirus en nuestra Residencia.
Que las personas infectadas reciban el tratamiento adecuado y
la comodidad de tu presencia sanadora.
Que sus compañeros y sus cuidadores estén protegidos
de la embestida del virus.
Dale consuelo a quienes lloran la pérdida de sus seres queridos.
Protege y guía a aquellos que se esfuerzan por encontrar una
cura. Que su trabajo pueda sobrepasar la enfermedad y
restaurar nuestra sociedad.
Ayúdanos a superar el miedo.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ha fallecido nuestro hermano Antonio del Pozo López del Moral

En la mañana de hoy hemos conocido la triste noticia del fallecimiento de nuestro Hermano en Jesús Nazareno Antonio del Pozo López del Moral a los 88 años de edad.

Hermano de la Cofradía casi desde su Refundación, Antonio participó activamente en la vida de la Cofradía, perteneciendo a varias Juntas de Gobierno y siendo Vice-Hermano Mayor en una de las etapas de Andrés Valverde al frente de nuestra Cofradía. También colaboró junto a Paquita Aguayo en la Restauración del manto de salida de María Santísima Nazarena.

La Junta de Gobierno quiere transmitir su más sentido pésame a la familia y amigos de Antonio, teniendo un recuerdo muy especial para Purificación, su mujer y para sus hijos.

Rogamos al Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina y a María Santísima Nazarena para que intercedan ante Jesús Nazareno, para que el Señor lo acoja en su Gloria y le de el descanso eterno.

La misa por su eterno descanso tendrá lugar mañana día 3 de noviembre a las 16:00 h. en la Parroquia de San Andrés.

Soledad, el último dolor

María queda en soledad recordando los tormentos padecidos por su Hijo y a la espera de su gloriosa Resurrección.

Nuestra Señora de la Soledad, Tú que estuviste junto a tu hijo hasta el final, sin importar el dolor que te causaba, haz que nosotros sigamos apoyando y acompañando a Nuestra Casa de Jesús Nazareno en estos duros momentos. Ofrece el consuelo a los enfermos y dales fuerzas y esperanzas en una pronta recuperación.

Oración para hoy lunes 2 de noviembre a las 21:00 h.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Virgen de la Soledad, Madre de Dios, a través de los años, tu pueblo ha pedido por medio de tu intercesión en tiempos de epidemia y
enfermedad. Ahora te invocamos Madre de la Soledad y te pedimos
ruegues por nuestra Residencia de Jesús Nazareno y por nosotros, para que encontremos sanación y
refugio y un final rápido para este tiempo de enfermedad.
Sé para nosotros verdaderamente Nuestra Madre y Señora, y acércanos cada vez más a tu Hijo, Jesús Nazareno, fuente de toda
sanación y consuelo. Nuestra Señora de la Soledad, apresúrate a socorrernos
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Nuestros Sagrados Titulares los protejan y los cuiden.

Evangelio Conmemoración por los Fieles Difuntos

Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.»
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»

Palabra del Señor

Ayer celebrábamos a los santos. Todos los Santos de la historia de la Iglesia. Pero hoy celebramos a los difuntos, y estos son como más nuestros. La mente y el recuerdo se nos van a nuestros difuntos, los que hemos conocido, los que han sido de nuestra familia, los que han formado parte de nuestra historia personal. Con ellos hablamos, tuvimos relación. Quizá hasta nos enfadamos y discutimos. Son nuestros difuntos. Y cuando murieron, un poco de nosotros mismos, de nuestra historia, de nuestro ser, murió con ellos.

Es una memoria agradecida. La relación con nuestros difuntos, de los que nos acordamos, fue una relación de cariño. Hasta podríamos decir que esa relación no solo fue, sino que es. Está presente en nuestros corazones y en nuestras mentes. Nos acordamos de ellos. No se trata sólo de que tengamos su foto en la cartera. Ellos están con nosotros. Es otra forma de presencia.

Es una memoria dolorosa. Porque su partida nos dejó marcados. Un trozo de nuestra propia y personal historia se fue con ellos. Alguien que formaba parte de nosotros, de nuestro yo, se fue y nos dejó más solos. Desde entonces experimentamos con más fuerza esa soledad que forma parte intrínseca de la vida de toda persona. Nos sentimos huérfanos porque ellos cuidaban de nosotros, su amistad y su cariño nos mantenía firmes y nos ayudaba a vencer las dificultades de la vida. Nos hemos quedado más solos y lo sentimos.

Es una memoria esperanzada. Porque desde la fe creemos que esta vida no termina en estos límites que impone la duración de nuestro cuerpo. La fe en Jesús Nazareno nos invita a mirar más allá del horizonte de la muerte. No sabemos bien cómo pero creemos que hay vida más allá de la muerte. Estamos convencidos de que tanto amor, tanta amistad, tanto cariño, no puede desaparecer de golpe. Que Jesús resucitó es la afirmación más importante de nuestra fe. Desde ella todo el Evangelio cobra sentido. Amar, servir, entregarse por los demás, tiene un sentido nuevo. Nada es en vano. Nos encontraremos más allá –no sabemos de qué manera– y ese amor, esa amistad, ese cariño llegará a su plenitud.

Por eso, hoy recordamos a nuestros difuntos. Y, aunque nos duela su memoria y su recuerdo, sabemos que la vida de Dios es más fuerte que la muerte. Cuando escuchamos el mandato evangélico de amarnos unos a otros, sabemos que ese amor no se perderá. Porque Dios es amor y es vida. Y nosotros mantenemos alta la mirada y firme la esperanza. Aunque nos duela el recuerdo de nuestros seres queridos.