La Junta de Gobierno de la Cofradía informa a todos sus hermanos los actos que se desarrollará el próximo Jueves Santo en torno a Nuestros Sagrados Titulares y para ello ha dispuesto el siguiente horario.
Jueves Santo a las 10:30 h. de la mañana.
Acto Litúrgico con Exposición del Santísimo Sacramento
Este acto queda reservado exclusivamente a los hermanos de la Cofradía.
Presidido por el Rvdo. P. D. Juan José Romero Coleto
El acto tendrá lugar en el patio del Colegio de Jesús Nazareno, para que puedan tener cabida todas las personas que deseen participar del momento de oración en comunidad.
El acceso se realizará por la puerta del Colegio.
Finalizado el Acto todas las personas que asistan podrán acceder a la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno en visita privada, para venerar a nuestros sagrados titulares que estarán dispuestos en el Altar Mayor de la Iglesia Hospital.
De 12:30 h. a 13:30 h. y de 17:30 h a 20:30 h.
Apertura de la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno para que todo el pueblo de Córdoba pueda visitar a Nuestros Sagrados Titulares.
Recordamos que en todo momento se deben guardar las medidas sanitarias impuestas con motivo de la pandemia, distancia social, higiene y uso de la mascarilla.
Oremos a nuestro Padre Jesús Nazareno que nos llevó a la vida.
Oh Padre, lleno de gracia y de amor: Tú todavía amas tanto al mundo que sigues entregándote.
Que Tú cruz sea para nosotros la señal de que estás con nosotros en días de miseria y aflicción.
Que podamos mirarte como modelo y aprender de ti a abrir nuestras manos y corazones, unos a otros y a darnos a nosotros mismos con nuestros dones. Y que esto ayude al mundo a percibir tu luz y a aceptarte.
Jesucristo, nuestro Señor, por los siglos de los siglos.
Se ha adelantado el inicio de la Fiesta de Regla a las 20:15 h.
Rogamos a los hermanos que deseen asistir, que acudan con la debida antelación para evitar aglomeraciones.
Recordamos que todos los asistentes deben mantener en todo momento la distancia de seguridad entre personas no convivientes y el uso de mascarilla es obligatorio.
A través de la historia los hombres han tenido la experiencia de que no podemos ser felices confiando sólo en nuestros recursos e intuiciones.
Oh Señor Nuestro, no permitas que idolatremos nada hecho con nuestras manos, sino que busquemos humildemente justicia, verdad y felicidad para todos, en colaboración y comunión contigo, tal como Tú nos enseñaste, que vives y reinas contigo y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
El Quinto día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos:
Tú nos pides no tanto que observemos ciertas prácticas, sino que nuestros corazones estén vueltos a ti.
Oh Jesús bondadoso, queremos hacer en todo tu voluntad, fielmente y con generosidad como Tú lo hiciste, quien cumplió la voluntad del Padre porque lo amaba y que por eso vive contigo y con el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
El Cuarto día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos:
La Cuaresma constituye uno de los hitos más importantes del ciclo de los así llamados «Tiempos fuertes» de la celebración litúrgica de la Iglesia. El camino del hombre hacia el encuentro con Dios comienza en el Adviento, tiempo de espera y esperanza en la salvación de Dios; continúa con la Navidad, encarnación viva del Dios vivo, que se hace hombre para sanar y salvar al hombre en su mundo y en su historia; madura en la Cuaresma, celebración por excelencia de los misterios de la fe; concluye en la Pascua, encuentro sublime y comunión plena de lo humano con lo divino.
La Cuaresma es icono de la cuarentena bíblica. Moisés, Elías y Jesús estuvieron cuarenta días por las montañas, buscando y encontrando, en oración y diálogo interior, la voluntad de Dios. Cuarenta fueron también los años que pasó el pueblo por el desierto, como experiencia de purificación necesaria para descubrir al único Señor de la vida y de la historia, al Dios que los redimió de la esclavitud y los condujo hacia la liberación. Cuarenta son los días que tenemos los cristianos como preparación para la Pascua. La Cuaresma, pues, está pensada para intensificar nuestra conversión al Señor. Esto supone recorrer el camino de la superación constante, mediante nuestro empeño personal y la ayuda de la Gracia, de modo que demos muerte al pecado que habita en cada uno de nosotros (Rom. 8, 12-14). Por ello, el camino, la soledad, el desierto, el encuentro con Dios, la prueba, la austeridad y la oración son algunas de las imágenes que definen y delimitan claramente este tiempo.
El tiempo de Cuaresma es, pues, un tiempo de gracia y de misericordia que Dios nos ofrece para convertirnos a Él, y así superar las esclavitudes y las opresiones personales que, sin darnos cuenta, nos atenazan. En este tiempo, Dios, nuestro Padre, se encuentra con nosotros, hijos pródigos de ayer y de hoy, y nos ofrece su perdón, su cariño, su amor. Por ello, la Cuaresma es un reto: vencer el egoísmo con el ejercicio solidario de la caridad y la justicia, sabiendo que todo lo podemos en Aquél que nos sostiene y conforta.
La Cuaresma es el tiempo que nos conduce a la esencia de la existencia cristiana. El misterio de Dios debe ser vivido plenamente. Dios se encuentra en el quicio de cada acontecimiento. Por eso, la Cuaresma atraviesa el desierto de la vida para encontrar a Dios en el oasis de la misericordia. A veces somos faraones de grandes proyectos y de fantásticas construcciones, pero nos falta el amor, el perdón, la solidaridad, la reciedumbre de espíritu, la armonía, la convivencia.
Bonhoeffer, insigne teólogo de las obras de la fe, reflexionaba justamente que los cristianos tenemos el peligro de huir de la verdadera gracia para quedarnos con la posesión y la quietud de una gracia ramplona, fabricada pro nosotros a nuestra singular y caprichosa medida. Ciertamente, cuando recibimos los sacramentos como extensión sincera de la vida hecha don, entrega y servicio, acrecentamos la gracia de Dios en nosotros; es la gracia con mayúsculas de la que habla Bonhoeffer, que exige nuestra incondicional aceptación y participación.
Ser cristiano, ya lo hemos comentado en otras ocasiones, no es nada fácil. Tampoco es un imposible. Es, sencillamente, tomarse en serio los valores y exigencias del Evangelio. Es asumir con todas las consecuencias la llamada de Jesucristo, que nos invita a seguirlo sin tapujos ni rodeos, el que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue cada día con su cruz y me siga (Lc. 9, 23)
Jesucristo murió, y con su muerte y resurrección nos alcanzó la salvación total y definitiva. La muerte y resurrección de Cristo es una invitación que Cristo nos lanza para que también nosotros nos unamos a su sacrificio; para que participemos también en el misterio de su muerte y resurrección mediante el testimonio de nuestra fe y el compromiso de nuestra vida. Podemos y debemos aportar a la pasión de Cristo nuestras propias pasiones: la de nuestras singulares y peculiares cruces y pruebas; la de los grandes sinsabores de la vida; la del sacrificio y la entrega en favor de los demás.
El mundo está roto en mil pedazos. El hombre está dividido y fragmentado. Los valores de la persona están invertidos. La persona humana soporta la carga pesada de las soledades y los sufrimientos, de las guerras y de las enfermedades más terribles y misteriosas. El hombre necesita urgentemente un inversión en favor del hombre. Hace falta que nos entusiasmemos con Jesús y su obra de salvación.
El cristiano debe primero construir «su mundo» interno, y, después, construir el mundo. Como Jesús, tiene que aprender a resucitar cada día para ayudar a los demás a resucitar, a salir de sus miedos, de sus dudas, de sus enquistamientos personales, para que pueda abriste al don de Dios, de modo que cuando Cristo, como a Lázaro, le diga: Sal fuera, (Jn. 11,45) lo haga. Jesús es la Vida. Quien cree en él encuentra la clave del sentido de su existencia; es feliz.
El camino de Jesús fue el camino de la cruz, que es el camino de la vida. No hay nada que pueda compararse al sacrificio libre de la misma vida. Jesús entrega, dona su vida para que los hombre alcancemos la plenitud de la vida. Él es Dios y su gesta divina consistió en tomar nuestra humildad para revestirla de gloria para la ofrenda de la cruz. La muerte da paso a la vida, porque el amor es más fuerte que la misma muerte. Jesús resucita y en su resurrección todos somos vencedores del pecado y de la muerte. Escribe acertadamente el cardenal-arzobispo de Madrid que los cristianos que sumen las exigencias del Evangelio sin componendas de ninguna clase conocen con certeza que la existencia es, en su raíz y vocación constitutivas, un don de la bondad todopoderosa del Padre que invita a los hombres a un trato de amistad en el que encuentren la vida eterna (…). El hijo de la Iglesia sabe (:::) que en las entrañas de su ser late el misterio de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, una realidad personal inefable e infinita de verdad, amor y de vida (…), que lo ha destinado a la santidad de los hijos de Dios, confiándole una misión a realizar en la Historia y que se consuma en la eternidad.
Artículo que escribió para el Boletín de Cuaresma de la Cofradía del año 2005, el Sr. Presidente de Cajasur, D. Miguel Castillejo Gorráiz (q.e.p.d.).
Tú nos has dado tus mandamientos para ponernos en el camino de la auténtica libertad, libertad de todas formas de alienación.
Te pedimos que aprendamos a obedecerlos no para salvarnos por medio de observancias ni para hacerte favores a ti, sino para, siendo libres, entregarnos a ti y a tu pueblo y vivir en tu amor, con Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
El Tercer día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos:
Nos consideramos a nosotros mismos como tu pueblo elegido, el pueblo que afirma ser tu signo de reconciliación. ¡Oh Padre Nuestro, qué pobres somos! Con cuánta frecuencia te fallamos al perdonar quizás sólo por un acto de condescendencia, como si hiciéramos un gesto de gran favor a los que buscan reconciliarse con nosotros. Señor, enséñanos a perdonar de la misma manera y con la misma amplitud con que tú nos perdonas: totalmente, sin condiciones, desde la bondad de nuestros corazones. Danos esta grandeza de corazón por medio de Jesucristo nuestro Señor.
El Segundo día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos:
Tú quieres que todos los que te adoramos nos salvemos por medio de la fe en Tí. Te pedimos que los hermanos de nuestra Cofradía no se dejen llevar del egoísmo espiritual y personal que está sociedad invita a vivir, sino que su fe signifique tanto para ellos que quieran compartirla espontáneamente con otros para que Tú seas conocido, amado y seguido en todo el mundo, ya que eres el Señor de todos ahora y por los siglos de los siglos.
El primer día del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno se aplica por las intenciones de los siguientes hermanos: