Festividad del Dulce Nombre de Jesús

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

DIOS, SILENCIO Y PALABRA

Al escuchar el Evangelio de hoy, puede presentarse un extraño sentimiento: no coincide demasiado nuestra experiencia con lo que allí leemos. Parece más frecuente entre nosotros la experiencia de que Dios es sobre todo SILENCIO. ¡Y cómo duele ese silencio! ¿Por qué calla Dios? ¿Por qué en medio de estos momentos oscuros no sentimos su presencia? Le dirigimos nuestras plegarias, muy justas, muy meditadas, desde nuestra necesidad más profunda y dolida… y no parece haber respuesta. Llegamos a sospechar si la oración no será «estar hablando con nosotros mismos».

Hay tantos gritos humanos que se lanzan al cielo, que no parecen capaces de atravesar las nubes. ¿Por qué aparentemente no llegan a su destino? ¿Qué dice Dios cuando el ejército de un país, un gobierno, organiza una matanza de persones inocentes, a veces muchísimas? ¿Qué dice Dios cuando hay unos pocos hombres que viven muy bien, y que controlan la mayoría de las riquezas de la tierra, mientras una inmensa mayoría se muere de hambre o de enfermedades controlables por la Medicina desde hace ya mucho tiempo? ¿Qué dice, y qué hace Dios cuando una riada o un mar enfurecido se lleva tantas vidas por delante? ¿Qué dice Dios cuando algunos hombres se toman la libertad de pegar un tiro en la nuca, o poner explosivos a otros hombres para defender supuestos derechos y reivindicaciones? Hay muchos gritos que piden justicia, clemencia o libertad, o simplemente el derecho a vivir. ¿No podría decir algo?

No sé: Podría mandar un portavoz, un ángel, un profeta, un santo… como parece que hacía en otros tiempos. O podría dar un aviso, incluso un susto, a los tiranos, criminales y explotadores, que salvara a los inocentes… Algo que todos entendieran. Que se dejara de supuestos «mensajes marianos» a personas devotas, incultas e irrelevantes, y se hiciera presente en los Centros de Poder, en los Medios de Comunicación…

ESTO ES LO QUE PARECEN SENTIR EN EL CORAZÓN MUCHOS HOMBRES DE HOY, CREYENTES Y MÁS AÚN NO CREYENTES, que quizá perdieron su fe ante el terrible silencio de Dios. No nos llega la Palabra de Dios. Las cosas siguen como siempre, sobre todo para los más débiles. ¡Qué mudo permanece Dios, si es que existe!

LA PALABRA SE HIZO CARNE

Y la Biblia, en cambio, no se cansa de proclamar que Dios es PALABRA. Claro, que su Palabra no es apabullante, terrible, estruendosa, como a veces nos imaginamos o nos gustaría. Pero es viva y eficaz. Así comienza el libro del Génesis: «Y dijo Dios». Un Dios que crea «hablando». Y fue la naturaleza, fue la vida, fue la luz… Cada criatura lleva su huella: si escucháramos a la luz, a la evolución, a los planetas, a las plantas y animales, podríamos descubrir al hermano sol, la hermana agua, el hermano fuego, la hermane noche, y hasta la muerte sería «hermana muerte»…

Y al mismo tiempo, cada vez que los hombres extinguimos la vida, destruimos o no respetamos la naturaleza, y ésta se revuelve, se agita… ¡Dios nos está hablando! La tierra nos la dio para cuidarla, para mejorarla, protegerla. Y la propia Naturaleza y muchos hombres, en su nombre, la cuidan…. o también protestan y denuncian y se quejan: ÉSTA ES LA VOZ DE DIOS.

¡Pero nos es difícil escucharla! Porque la palabra y la Palabra sólo se perciben bien en la escucha silenciosa y atenta. Y resulta que se nos ha olvidado el silencio y la contemplación. Tenemos demasiados ruidos en el corazón y en la cabeza, y alrededor. ¿Por qué prestamos atención a tantos charlatanes (periodistas, actores, políticos, presentadores, famosillos, y cantantes… cuando opinan sobre lo que desconocen absolutamente, la pandemia, por ejemplo….?). ¿Quién tiene interés en ponerles delante un micrófono o una cámara para multiplicar y difundir sua ruido?… ¿Como podremos distinguir entonces las Palabras de Vida que necesitamos?

Leyendo el Evangelio de hoy, nos enteramos que desde que la Palabra se hizo carne, hombre… el HOMBRE ES LA VOZ DE DIOS. Que podemos y debemos buscar a Dios en la carne, en la fragilidad, en el ser humano.

Cuando algo se nos revuelve dentro al tener noticia de que un recién nacido o un niño, o un mujer han sido maltratados o abandonados: ÉSA ES LA VOZ DE DIOS.

Cuando nos aterrorizamos ante las matanzas de campesinos, de indígenas, de periodistas, de científicos, o los cientos de asesinatos en Argelia, Palestina o Bagdad, o Egipto, o Siria: ÉSA ES LA VOZ DE DIOS, QUE PROTESTA en nosotros.

Cuando nos enteramos de la violencia que ocurre dentro de algunas familias, las mujeres maltratadas, los abuelos no atendidos o descartados por los triajes de los políticos, los niños que son manipulados, explotados, prostituidos, ignorados… y algo se nos rebela por dentro… ESTAMOS OYENDO LA VOZ DE DIOS

Cuando vemos los carteles de Manos Unidas, cuando la prensa nos trae noticias de lo que están haciendo muchos voluntarios de ONGs en tantos rincones del mundo… ÉSTA ES LA VOZ DE DIOS que nos llama a la acción y al compromiso

Cuando notamos dentro un impulso fuerte para que prestemos atención a los pobres, a los oprimidos, a los que no tienen ciertos derechos, pedimos justicia e igualdad en la distribución de vacunas, de recursos… TODOS ELLOS SON LA VOZ DE DIOS esperando de nosotros una respuesta.

¡Pero tal vez no las oigamos, o no queramos oírlas, o pensamos que no va con nosotros, que no podemos hacer nada…!

Si el hombre siente dentro que su vida es muy superficial, que necesita otras cosas, que hay un vacío dentro, que a base de tener, poder, ser admirado y reconocido… no se siente feliz… Es Dios que le advierte.

Si tú mismo escuchas dentro una voz que te dice que tienes que crecer, que tienes que perdonar, compartir, servir, ser generoso, ayudar a alguien… TU CONCIENCIA QUE TE INVITA A SER MEJOR, A CRECER, A MADURAR… ES LA VOZ DE DIOS, que quiere la felicidad del hombre, de todo hombre, de cada hombre. Ya lo han dicho muchos santos y teólogos: Dios habla desde lo más profundo de mi ser (conciencia).

PARA QUE QUEDE MÁS CLARO: Si la Palabra de Dios se hizo hombre en un establo,… Cada pobre que nace en las afueras de la sociedad, en la marginación: ahí está Dios reclamando nuestra atención. Si Jesús de Nazareth tuvo que huir de su tierra e Egipto para salvar su vida.. LA VOZ DE CADA EMIGRANTE necesitado es la voz de Dios. Si al poco de nacer Jesús, un Herodes organiza una matanza de niños inocentes: SON LAS VOCES QUE QUIEREN AHOGAR LA VOZ DE DIOS, y consecuencia de las cuales el propio HIJO DE DIOS caerá víctima en una cruz.

Dios habla desde la profundidad del alma: Él es la Vida que quiere que crezca.

Habla desde el hambre de justicia: quiere que todos sus hijos sean tratados con equidad.

Habla desde la Libertad : nos quiere libres de toda cadena.

Habla en los momentos duros y difíciles, sosteniendo: es el Dios de la Esperanza y la fortaleza.

Habla desde el mal superado: es santidad.

Habla desde la belleza que estremece y enamora: es Creador.

Habla desde el equilibrio y la serenidad: es Paz y busca nuestra paz.

Habla desde el corazón que se entrega porque Dios es Amor.

No, no es que Dios no responda a nuestras oraciones, no es que sea un Dios mudo: es que Dios mismo clama (¡a veces a gritos!) con nosotros y dentro de nosotros. Dios suplicante en nuestra carne herida. Y Él mismo espera y necesita que le escuchemos. Desde aquella noche de Navidad, somos hermanos del Dios Palabra que se encarnó entre nosotros. Aprendamos a escucharle y seamos su Voz y la de los que no tienen voz HOY.

Festividad del Dulce Nombre de Jesús

El próximo día 3 de enero, como preceptúan nuestros Estatutos Cofrades, celebraremos la Festividad del Dulce Nombre de Jesús, pero en esta ocasión la fiesta será aún más grande si cabe, ya que la celebraremos en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno ante nuestros Sagrados Titulares tras casi diez meses de permanecer cerrada a causa de la pandemia.

Las puertas de la Iglesia se abrirán a partir de las 11:00 h de la mañana para que todos los hermanos y devotos que lo deseen puedan visitar a Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena, guardando siempre todas las medidas sanitarias de higiene y aforo.

A las 11:05 h tendrá lugar una oración de Acción de Gracias ante la imagen del Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina por su protección a la Residencia de Jesús Nazareno.

A las 12:00 h se realizará el rezo del Ángelus ante María Santísima Nazarena.

A las 13:00 h se oficiará una Santa Misa para conmemorar la Festividad del Dulce Nombre de Jesús que estará presidida por el Rvdo. P. D. Juan José Romero Coleto, Párroco de Nuestra Señora de Belén y hermano de la Cofradía.

Informamos a todas las personas que quieran acudir a cualquiera de los actos, que se guardarán todas las medidas higiénicas, de control de temperatura, de aforos y distancia de seguridad, por lo que se mantendrá un control permanente en la entrada al Templo.

Evangelio Festividad de la Sagrada Familia

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor»), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones». Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

«SAGRADA» FAMILIA

No resulta fácil hablar hoy sobre la «familia», con tantas susceptibilidades, tantos modelos diferentes, tantas experiencias distintas, y no todas positivas… Pero ya sabemos que «donde hay amor allí está Dios». Y si le ponemos por delante el adjetivo «sagrada», aún es más difícil. Salvo días como hoy, es poco frecuente que los predicadores tengamos en cuenta la familia, el matrimonio, y tantos aspectos que forman parte de ella. Sin embargo, la realidad familiar (sea la que sea) forma parte de la experiencia de todos y cada uno de los seres humanos, y también de los creyentes.

Creo que hoy es día sobre todo para animar, acompañar, y rezar por todas las familias, y dejar a un lado juicios sobre los distintos «estilos» familiares, y mensajes apocalípticos sobre la crisis familiar, etc.

Estos días navideños son, por definición, «familiares». Es evidente el esfuerzo de encontrarse juntos alrededor de una mesa, o visitar, o llamar por teléfono o videoconferencia, o hacer unos regalos… ¡Qué  mal rollo que el coranavirus haya condicionado y limitado tanto estos encuentros!

No obstante, también son días en los que afloran las dificultades y conflictos, latentes o disimuladas en otros momentos del año. Porque, una vez que estamos juntos ¿qué? ¿de qué hablamos? ¿qué tenemos que decirnos? ¿cómo hacemos para no tocar ciertos temas y que no salten chispas? Son días en que se hace más visible el sufrimiento de las familias que se han roto, y «toca» que los hijos se repartan entre el padre y la madre. Son días en que recordamos con tristeza a los que ya no están. Y son días en que aquellos que no tienen a su familia cerca, por la razón que sea, se sienten especialmente solos.

Es verdad que no todo es sufrimiento, y que, cuando una familia se lleva bien, es una de las mayores fuentes de gozo, equilibrio, seguridad, ternura… etc. Pero ¿y qué pasa cuando las cosas no han resultado bien? ¿No hay derecho a rehacerse, a intentar curar las heridas y buscar la estabilidad por otros caminos?

Cuando tratamos el tema de la educación de los hijos, más de un padre/madre pregunta: «¿Por qué no vendrán los niños a este mundo con un manual de instrucciones debajo del brazo?». Unas veces por exceso, y otras por defecto, no es rara la sensación de muchos padres de no estar haciéndolo bien, o de darse cuenta demasiado tarde, o de sentirse culpables, o de desentenderse porque «es muy difícil»…

¿Qué pueden aportarnos las lecturas de hoy para este tema de la convivencia familiar?

Empecemos diciendo que los evangelios nunca llaman «sagrada» a la familia de Jesús ni a ninguna otra. Por otro lado, llama la atención que en boca de Jesús nunca aparecen las palabras «padre» o «madre» para dirigirse a José o a María, ni «hermano» para referirse a sus parientes cercanos, como era costumbre en la cultura judía. Jesús sólo llama «padre» a Dios.  Y expresamente pide a sus discípulos que a nadie llamen Padre sino a Dios. En cuanto a su madre, sólo se refiere a ella como madre desde lo alto de la cruz , para encargarle al discípulo amado que la cuide. En cuanto al nombre de «hermano» lo reserva para los discípulos, que deben tratarse así entre sí: «Si te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti», «entre vosotros, todos sois hermanos», «¿quiénes son mi madre y mis hermanos? Los que escuchan mi Palabra y la cumplen…

Es el modo de decirnos que la «familia» verdadera, la cristiana, la suya, es mucho más grande que la que viene por los lazos de la carne y la sangre. Por tanto, la «familia» tiene que salir de sí misma para poner «calor de hogar» en este mundo tan poco hogareño. Y que, por lo tanto, no entró en su proyecto hacer de la propia familia una especia de fortaleza, burbuja o refugio para tiempos difíciles: Nosotros, y los nuestros, aquellos con los que nos llevamos bien y no nos dan problemas… «Si amáis a los que os aman, ¿qué hacéis de extraordinario?». Sus discípulos estamos llamados a multiplicar los padres, las madres, los hermanos, los abuelos en nuestro entorno cristiano y social. Se trata de que se extiendan y triunfen los vínculos del amor, todas esas cosas que forman parte de la convivencia familiar: el diálogo, la acogida, el perdón, el servicio, los detalles, el sacrificio, etc. Dentro y fuera de casa

En segundo lugar, sí podemos considera y llamar«sagrada» a una familia cuando está consagrada a Dios. Es decir: cuando en ella está muy presente Dios, cuando contamos con Él en los problemas y decisiones de cada día… La oración, la escucha de la Palabra, el diálogo buscando juntos la voluntad de Dios es ago indispensable en toda familia que quiera llamarse cristiana, el perdón mutuo. Probablemente los pastores de la Iglesia no hemos puesto muchas energías en enseñar y acompañar todo esto. Pero también es cierto que no pocas familias consideran que basta con estar juntos, vivir bajo el mismo techo, y comer de la misma nevera, y juntos cuando se pueda. ¡Qué fundamentales son los grupos de matrimonios que reflexionan, comparten y aprenden juntos a partir de sus experiencias! Probablemente en la parroquia los tenéis, o podéis proponer que se pongan en marcha.

En tercer lugar, las lecturas nos subrayan que los hijos no son propiedad de los padres. Lo de «presentarlos» a Dios (algo «parecido» a nuestros Bautismos) era la manera que Israel tenía de subrayar el infinito respeto que se merecen. Los hijos no están llamados a ser «imagen y semejanza» de sus padres, ni a cubrir ausencias afectivas cuando faltan otras personas al lado. Aunque también hay que afirmar que los hijos no son quiénes para interferir en la vida de sus padres, tenerlos a su completa disposición, y exigirles a veces cosas que no les corresponden.

Los padres tienen encomendada una «tarea sagrada»: ayudarles a conocer y a vivir a Dios, a servirle. Los hijos tienen que crecer y robustecerse (como decía el Evangelio respecto a Jesús), pero también «en sabiduría y en gracia». Esta «sabiduría» de la que habla la Escritura se refiere a la sabiduría de aprender de la vida y aprender a enfrentarse personalmente con las dificultades y retos que va planteando la vida. Una sabiduría existencial.

Para terminar: los cristianos (como personas, como comunidades y como Iglesia) tenemos que apoyar a las familias (sea cual sea el modelo que elijan), dar comprensión cuando aparezcan las dificultades, abrir caminos, acoger… y hacer menos juicios e imposiciones. Tomarnos todos mucho más en serio esto de «construir» familia, y también la gran Familia de la Iglesia. Ccomo dice un proverbio africano: «Para educar a un niño hace falta la tribu entera».

Gran Donación de El Corte Inglés para la Campaña de Reyes 2021

En la mañana de hoy hemos recibido la visita en nuestra Casa de Hermandad de Javier Escobar representante de la empresa El Corte Inglés.

Como en años anteriores, el Corte Inglés ha realizado una importante donación a la Cofradía de Jesús Nazareno para la campaña de recogida de juguetes que se destinarán para llevar un poco de ilusión a los niños de las familias más desfavorecidas del barrio y de la Cofradía.

Este año debido a las medidas sanitarias y a las restricciones de aforo, no se realizará la entrega con una fiesta y la visita del Paje Real como en años anteriores. Para esta ocasión el reparto se encargará a las propias Cáritas Parroquiales con las que colaboramos habitualmente.

Evangelio 4° Domingo de Adviento

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor

TE NECESITO


A base de haber escuchado tantas veces este relato, tenemos un riesgo: podemos haber perdido la capacidad de ASOMBRO.

Escribía Martín Descalzo:

Creo que, si tuviera que definir la Navidad con sólo dos palabras, elegiría, sin dudar, éstas: Alegría y Asombro. Y, si tuviera que hacerlo con una sola, me quedaría con la segunda de las dos: Asombro. Asombro, porque lo que en ese día ocurre es algo tan desconcertante (eso de que Dios baje a ser uno de nosotros), que sólo porque Él mismo lo ha revelado podemos creerlo. De otro modo lo juzgaríamos como una fábula hermosa, pero imposible.

En esta escena casi nada de lo que ocurre es esperable, lógico, razonable. Hemos repetido tantas veces que Dios es «Todopoderoso» (tantas veces en la propia liturgia…), que Dios es totalmente libre y que no se deja condicionar por nadie… (y es verdad, sí). Ese Dios de Palabra tan poderosa y eficaz que creó todo de la nada a golpes de «hágase», ese Dios tan inalcanzable por el hombre en todos los sentidos, y cuyo nombre ni se atrevían siquiera a pronunciar los judíos y ante el que había que cubrirse el rostro, por muy amigo de Dios que uno fuese… Ése Dios, digo, se presenta humildemente -por medio de un Mensajero- necesitado, y pidiendo permiso y colaboración ¡a una mujer, perfectamente desconocida hasta ese momento, y nadie importante!

Se acerca para decirle:

«Tengo necesidad de ti, de tu persona». «Tengo necesidad de tu entrega y colaboración para mis planes»
«Necesito que me des permiso, si te parece bien. No quisiera avasallar, ni quiero quebrar lo sagrado de tu libertad,
pero vengo a rogarte que colabores conmigo, me haces falta,
he pensado en ti -desde hace tanto tiempo, desde el Edén- para mis planes».

No fue la única vez en la historia en la que Dios solicitó la colaboración del hombre. Pero seguramente no se encontró nunca un sí tan limpio y confiado. Y tampoco fue la última vez en acercarse Dios a los hombres para dirigirnos una Palabra que dé sentido y plenitud a nuestra existencia. Debiéramos caer en la cuenta de que, a menudo, cuando andamos pidiendo lo que sea a Dios… Dios recibe nuestro encargo y a continuación nos pide que le echemos una mano para que pueda cumplirse. Es un «todopoderoso» a la vez «TODONECESITADO». Sin embargo tendemos a «encargárselo» todo a Él… Probablemente por ello, más de una vez, la petición no termina como esperábamos.

En la noche de Navidad, en una cueva, se presentará totalmente necesitado de todo, como niño pequeño y como niño pobre y frágil. Poco «todopoderoso» parece el niño de Belén. A no ser que pensemos en el enorme «poder» del Amor que en Belén se manifiesta de forma radiante.

Pues eso: ¡Yo estoy en los planes de Dios! Yo estoy en el plan de salvación de Dios, formo parte (o puedo formar parte) de su proyecto. Yo, que no soy nadie importante, y ando metido en mis cosas cotidianas, a veces un poco perdido por ahí, resulta que el Señor también ha puesto en mí sus ojos amantes… Primero me quiere desde siempre, y me ha llenado de gracia. Y luego Dios tiene necesidad de mí, si yo quiero, si me dejo, si me pongo a tiro. ¡¡Increíble!! ¡Asombroso! ¡Inesperado!

Repasa un poco tu propia experiencia personal: Alguien te necesita, te busca y te lo dice. ¿No te sientes halagado e incluso sorprendido cuando esto te ocurre? Ese alguien ha pensado en ti, prefiere contar contigo y te muestra su necesidad, su fragilidad, y confía en una respuesta positiva tuya. Pero si además se trata de que alguien te necesita «para ser y para hacer su plan de ser más persona», para crecer, para madurar, para salir adelante, para ser ella misma… ¡Vaya honor, y sobre todo, menuda responsabilidad!

Todas las personas nos necesitamos mutuamente y nos ayudamos a salir adelante. Y a Dios le pasa algo parecido: necesita de las personas para llevar adelante sus proyectos. Y te necesita también a ti, como necesitó a María. Dios te necesita para hacerse de nuevo presente, para encarnarse, para mostrarse a los demás. Dios te hace importante: eres necesario porque Dios te quiere, porque ha puesto sus ojos en ti.

María escucha a Dios en la voz del «enviado» y en su santuario interior siente «la fuerza de Dios» (Gabriel) que necesitará para disipar dudas y temores, y ponerse a ello. Por eso, María, visitada por Dios, le responde: «Hágase en mí tu plan». Es decir: «Te dejo entrar en mi vida y que dispongas de ella». Ella seguirá siendo «esclava», «pequeña», «del Señor».

– Yo haré lo que pueda y sepa

Y Dios acepta habitarla, inundarla, llenarla de gracias, de novedad, de Vida, de Verbo, de lo mejor de sí mismo: su Hijo. Dios está con ella. Como está contigo. Y el plan de María ya es el plan de «lo que Dios quiera», un plan que tendrá que ir descubriendo en sus detalles. Será una aventura. No está todo resuelto. Habrá dificultades y desconciertos. Pero «No tengas miedo». Dios no la dejará sola mientras siga siendo la «esclava del Señor».

Hoy, como ayer, Dios necesita de mí para sus planes de salvación. Hoy, como ayer, sigue enviando sus ángeles. Hoy, como ayer, necesita personas decididas y confiadas. Algo se quedaría sin hacer si no le das tu «sí» a Dios. Sin tu «sí» se hace mucho más difícil la Navidad.

Jesús Nazareno, Señor de nuestras vidas

Oración para hoy domingo día 13 de Diciembre.

Hoy celebramos el Domingo de GAUDETTE, es el Domingo de la Alegría. Por ello coincidiendo con este domingo alegre, damos por finalizada la cadena de oración que durante mes y medio hemos realizado los hermanos de Jesús Nazareno por la mejoría de la situación de nuestra Residencia con motivo de la pandemia.
Por ello hoy queremos acordarnos de los que vencieron al virus y de manera especial por aquellos que no pudieron vencerlo y acabaron en el regazo de María Nazarena.


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y librarnos del mal. Amén.

Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jesús Nazareno, Señor de nuestras vidas. Gracias porque en todo este tiempo has escuchado nuestra súplica, en todo este tiempo has estado al lado de las hermanas hospitalarias, de los residentes y de los trabajadores que han sufrido los efectos de esta Pandemia. Creemos en tu poder: sánanos. Te damos gracias por la salud de todos nosotros y la de nuestra Residencia: cuídalos con tu amor y misericordia y muéstrales cuanto los amas. Te damos gracias por los trabajadores de nuestra Residencia, que han demostrado ser fieles sucesores del Beato Cristóbal de Santa Catalina. Y por todas las personas que dedican su vida a cuidar la salud de sus hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.